CUANDO LA TIERRA HABLA
Las Loras, un territorio que aspira a convertirse en el primer geoparque mundial de Castilla y León
© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
Tendemos a ver el suelo que pisamos como algo inerte, permanente, invariable… hasta que alguien llega y traza una autopista, planta una urbanización o construye un embalse. Y no hay nada más alejado de la verdad. La tierra que pisamos, las montañas que nos rodean o el horizonte que vemos nunca han estado quietos y nunca lo estarán: la erosión, el agua, el viento o las fuerzas tectónicas forman montañas y las deshacen, crean continentes y los separan, forman mares y los vacían. La ciencia que estudia lo que fue y lo que será este planeta es la geología y las personas capaces de interpretar lo que la tierra nos cuenta con solo mirarla son los geólogos.
Ellos son también los encargados de hacernos ver la importancia de determinados enclaves en los que todos esos procesos de formación han dejado una marca especial sobre el paisaje. Uno de esos enclaves que va camino de convertirse en el primer geoparque mundial de Castilla y León reconocido por la UNESCO es el de Las Loras. Este amplio territorio montañoso que comparten el noreste de la provincias de Palencia y el norte de la de Burgos en su límite con Cantabria se muestra ante los ojos profanos como un revuelto de páramos descarnados, vallejos profundos, cuevas, cascadas, montañas con el perfil de chinchetas y laderas de estratos a la vista, tan colocaditos en capas que parecen compuestos por la mano de un pastelero.
Pero a ojos de geólogo son un magnífico muestrario de los procesos formativos de la tierra. Un territorio con un alto valor paisajístico y geológico digno del mayor grado de protección posible. Con esa intención se formó en el año 2004 la red de geoparques mundiales, promovida por la UNESCO. Con esa y con la de promover, al mismo tiempo, “los vínculos entre el patrimonio geológico y todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, demostrando palmariamente que la diversidad geológica es el fundamento de todos los ecosistemas y la base de la interacción de los seres humanos con el paisaje”.
Paraje geológico de Las Tuerces. Palencia (España). © Javier Prieto Gallego
El futuro Geoparque de Las Loras ha ido superando poco a poco los exigentes filtros que permiten o no la incorporación de unos territorios frente a otros. Un empeño que aún no ha terminado pero que sus promotores, un variado conjunto de colectivos de los 16 municipios afectados en ambas provincias, ven cada vez más alcance de la mano. Los procesos -el geológico y el de incorporación a la red de geoparques mundiales- continúan.
CON OJOS DE GEÓLOGO
Qué mejor manera de conocer el alto valor geológico y natural de Las Loras que dejarse guiar por los ojos expertos de los geólogos que están impulsando su candidatura a geoparque mundial. En este caso, algo tan sencillo como apuntarse a la visita guiada que, con motivo del Geolodía 2016, se va a realizar el próximo domingo 8 de mayo entre Olleros y el Castro Cildá (Palencia). La inscripción es gratuita pero hay plazas limitadas. Hay que apuntarse antes del 5 de mayo. Más información en: tel. 659046747. Web, proyectogeoparquelasloras.es. Correo: geoloras@gmail.com
10 RINCONES DE LAS LORAS QUE NO DEBERÍAS PERDERTE
La importancia y el peso del amplio catálogo patrimonial -geológico, artístico, natural, etnográfico…- que atesora el futuro geoparque de las Loras es tan grande que, ni aunque pasasen millones de años, se podría comprimir en diez puntos. Por eso esta lista es solo una invitación a adentrarse en un territorio que, sin duda, está lleno de alicientes y sorpresas.
01- La Escalera del Tiempo. Si hay un rincón de Las Loras en el que parezca que los elementos se han construido un parque de juegos a su medida ese rincón son Las Tuerces. Laberintos, mesas, callejones, cuevas, setas gigantes, lapiaces… perderse por su interior es como recorrer el IKEA de la geología. “La Escalera del Tiempo” es uno de los tres itinerarios autoguiados que pueden hacerse en Las Loras. Encontramos su inicio en la localidad palentina de Villaescusa de la Torres, junto al río. Desde ese punto, ayudados por los paneles informativos, el paseo va “escalando” los peldaños del tiempo geológico al la mismo tiempo que se aúpa hasta el corazón de esta “ciudad encantada”.
El desgaste sobre algunas peñas sugieren la forma de gigantescos animales. Monumento Natural de Las Tuerces. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
02- Mirador de Valcabado. Allí donde termina la carretera que pasa junto a la Cueva de los Franceses se abre el abismo. Y sobre el abismo uno puede asomarse a este mirador para quedarse extasiado con la contemplación del Valle de Valderredible muchos, muchos metros más abajo. Es también un lugar perfecto para ver cómo el borde del páramo da lugar a una larga cuesta en la que se van sucediendo diferentes hábitats y especies vegetales en función de la altitud y el grado de humedad.
Los bordes del páramo de La Lora de Valdivia se asoman al valle cántabro de Valderredible. Palencia. España. © Javier Prieto Gallego;
03- El Pozo Lobos. Desde el Mirador de Valcabado, siguiendo la senda señalizada que corre paralela a la orilla del páramo, se alcanza en 2,5 km la trampa utilizada durante siglos para capturar y abatir a los lobos de la zona. La captura de lobos era una práctica que los vecinos de los distintos pueblos realizaban de forma coordinada repartiéndose las tareas necesarias para acorralarlos y conducirlos hasta la trampa.
Reconstrucción del Pozo de los Lobos del Páramo de la Lora. Un pozo circular rodeado por una cerca de piedra era el punto hacia el que se acosaba a los lobos para que acabaran cayendo en él. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
04- Menhir de Canto Hito. Desde el aparcamiento de la Cueva de los Franceses arranca el sendero señalizado “La Memoria del Páramo” que conduce en un corto paseo hasta este menhir de piedra caliza hincado en mitad de la desoladora planicie del páramo de La Lora de Valdivia. Inclinado hacia levante y rodeado por un círculo de pequeñas piedras semeja, sin serlo de ningún modo, un extraño y remoto reloj de sol de resonancia ancestral.
El menhir de Canto Hito despunta sobre la horizontalidad apabullante del Páramo de La Lora de Valdivia. Ruta geológica señalizada “La Memoria del Páramo”. Reserva Geológica de Las Loras. Espacio Natural de Covalagua. Palencia. España.
05- Surgencia de Covalagua. Casi a mitad de camino entre Revilla de Pomar y la Cueva de los Franceses se localiza el aparcamiento en el inicio de la pista que, en un corto paseo, conduce hasta Covalagua. Más que una única “cueva de agua”, este paraje acumula un buen número de “agujeros” sobre las paredes calizas del valle cuya función es, básicamente, servir de aliviaderos a los acuíferos del páramo. Es decir, cuando “la esponja” geológica que es La Lora de Valdivia ya no da para más los arroyos subterráneos brotan por este paraje alumbrando los primeros brincos del río Ibia.
Pasarelas de madera y miradores que recorren el espacio natural de Covalagua. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
06- La Cueva de los Franceses. Llegando desde la localidad de Revilla de Pomar, poco después de coronar el páramo de La Lora se alcanza el centro de visitantes de uno de los hitos indispensables en cualquier recorrido por la reserva geológica. La visita a la Cueva de los Franceses, que recibe su nombre al hallazgo en su interior de esqueletos procedentes de la Guerra de la Independencia, es la mejor forma de ver cómo interactúan el agua y la roca cuando aquella desaparece bajo la superficie del páramo. [Información y reservas: tel. 659 94 99 98. Web: www.lacuevadelosfranceses.es].
Cueva de los Franceses. Páramo de la Lora. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
07- Fuentes del río Odra. Otro de los agujeros por los que revientan los acuíferos que corren bajo los páramos de Las Loras es el que da lugar al nacimiento del río Odra, en la vertiente burgalesa de este territorio. Se accede desde la localidad Fuenteodra por la senda que sigue el curso del río hasta su nacimiento, en un apartado vallejo entre cantiles. Parte de la magia de este espectáculo natural está en que solo es visible en periodo de deshielo o muchas lluvias.
08- Hoces del Rudrón. Los cañones del Rudrón es uno de los espacios naturales protegidos que pueden visitarse en el interior de los límites de la reserva geológica. De hecho, revisten una especial relevancia ornitológica debido las poblaciones de rapaces que anidan en los roquedos. Los cañones pueden recorrerse a pie por la orilla del río tomando la senda -muy perdida entre la vegetación a veces- que parte de Hoyos del Tozo y lleva hasta Moradillo de Sedano en unos 6 km.
Los cañónes del Rudrón. Burgos. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
09- Peña Amaya. La superficie plana de esta montaña -inconfundible en el horizonte rocoso de la reserva- albergó asentamientos humanos durante más de 2.000 años. Esta perfecta fortaleza natural, rodeada casi por completo de cortados que la hacían inexpugnable, se convirtió en uno de los principales baluartes indígenas de resistencia ante la invasión romana a finales de la anterior Era. Su castro fue escenario de los últimos enfrentamientos de la Guerras Cántabras. Se accede por una pista desde la localidad de Amaya.
10- Cañón de la Horadada. La exploración por lo alto de este cañón, que se abre a lo largo de 3 km entre Mave y Villaescusa de las Torres da lugar a una bonita jornada senderista. El paseo puede iniciarse junto a la antigua central hidroeléctrica que hay a la salida del cañón y que se alcanza por un camino de tierra desde la carretera que une Olleros de Pisuerga y Mave. Junto a la central arranca el sendero que enseguida se encarama a la parte alta del cañón hasta donde se llega a través de un enorme boquete horadado en la roca. El paseo ofrece impagables vistas tanto del cañón como del importante castro de Monte Cildá, al otro lado del cañón, y de Las Tuerces, hasta donde se puede continuar sin pérdida.
Río Pisuerga y Cañón de La Horadada en el paraje geológico de Las Tuerces. Palencia (España). © Javier Prieto Gallego
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