No nos vamos a engañar, el drama de los campos de concentración se ha llevado, tanto a la literatura como a la gran pantalla en un sinfín de ocasiones. A veces, para retratar la barbarie que allí se vivía (“La Lista de Schindler”), a veces para demostrarnos cómo vivían en ellos, los más pequeños (desde la inocencia “El chico del pijama de rayas” hasta el desconocimiento “La vida es bella”).
En 2003 se estrenó una película que, basada la novela homónima de Anne Holm (la cual se publicó en un lejano ya 1963), narra el proceso de huida de un campo de concentración y posterior viaje de aprendizaje vital de un niño de 12 años a través de media Europa, os estamos hablando de “I am David” (estrenada en España como “La fuerza del valor”).
La acción de “I am David” se sitúa en la Europa de unos 7 años después de la finalización de Segunda Guerra Mundial, concretamente entre las verjas de un campo de concentración de la antigua Bulgaria. Allí, nos encontramos con el pequeño David (interpretado por Ben Tibber) y a su amigo, profesor y mentor en el campo, Johannes (Jim Caviezel).
David, quien lleva media vida en el campo desde que fue apresado y separado de su madre, es formado por Johannes para que, algún día, pueda escapar del lugar. Al poco, y para proteger al pequeño, Johannes es asesinado por un guardia, desencadenando el proceso de huida de David, ayudado inicialmente por un guardia quien le indica al pequeño donde encontrará un kit de supervivencia y le marca lo que debe hacer: huir hasta Grecia donde tomará un barco hacia Italia para, desde allí ir hacia Dinamarca, donde entregará un sobre que él, nunca deberá abrir.
El kit de supervivencia que encuentra es una bolsa con un trozo de hogaza de pan, un cuchillo plegable, una brújula y un sobre sellado. Con un alarde de fuerza y la confianza que le da ser libre por primera vez en casi media vida, emprende rumbo hacia Grecia siguiendo los consejos que una y otra vez recuerda de su mentor, el principal no fiarse de nadie, aunque claro, para un niño que apenas ha vivido libre, el contacto social es más que atractivo.
Durante el primer tramo del viaje, hasta Grecia, el pequeño David aprende a moverse de noche, escondiéndose de la gente y orientándose con la brújula. Totalmente perdido y sin conocer nada, David se da cuenta que tiene un gran as escondido en la manga, es políglota, por tanto, al poco de escuchar los lugareños les entiende y puede hablar con ellos.
En Grecia, David se mete de polizón en un barco carguero, donde, más o menos a media travesía, es descubierto por un trabajador quien le ofrece ayudarle a cambio de todo lo que lleva encima. Al final, el hombre resulta ser bueno, y se conforma con el cuchillo y dejándole al pequeño la brújula para que oriente. Antes de llegar al puerto, David salta por la borda ayudado por el marino y nada hasta la costa.
Ya en Italia, David descubre que, para la mayoría de cosas que ve (bollería, pan, frutas, etc.) necesita pagar y claro, no sabe ni lo que es el dinero ni el valor del mismo ni donde conseguirlo. Así pues, a regañadientes, tiene que ir entrando en contacto con la gente, y descubriendo si le quieren bien o mal.
Siendo su única referencia de como llegara Dinamarca, el cartel publicitario de un circo donde el país ni aparece, David llega al norte de Italia donde se encuentra con Sophie (Joan Plowright) una señora jubilada que se dedica a pintar para pasar el tiempo. Con Sophie, David aprende lo que es el cariño y la confianza.
David aprendiendo lo que es el cariño con Sophie
¿Llegará David a Dinamarca? ¿Cómo? Y lo más importante ¿qué debe encontrar allí que esté relacionado con el sobre que lleva? Evidentemente muchas preguntas, que, aunque sabemos su respuesta, nos guardaremos celosamente.
Técnicamente no os diremos que “Yo soy David” / “La fuerza del valor” sea una película memorable, es más, bajo nuestro modesto punto de vista, os diremos que tiene un montaje y una estructura tan convencional que, por momentos se hace ciertamente lenta pese a que el tema que nos cuenta está perfectamente trazado, como también está muy bien tratada, la ambientación y recreación de la Italia de los pasados años 60.
Quizá, el punto más destacable de “Yo soy David”, es la propia historia, como os hemos indicado inicialmente, basada en la novela homónima de Anne Holm, en la que, sin prisa, pero sin pausa nos relata el valor de la esperanza, del valor, de la responsabilidad y, sobre todo, del aprender a confiar en la gente, aunque a veces, esta te traicione.
Interpretativamente, remarcaremos el trabajo de dos de los actores de “Yo soy David”, el primero de ellos, el del joven Ben Tibber, el actor que da vida casi impecablemente a David, el pequeño protagonista de la historia, un actor, desgraciadamente fugaz (este fue su último papel en el cine, pese a encontrarse en su adolescencia) que nos hizo vibrar y sufrir con su interpretación. El segundo de los trabajos a remarcar, es el de la veterana Joan Plowright, quien, con su excelente actuación, llena el tramo final de la película.
Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para esta “Yo soy David” / “La fuerza del valor”, es de un 6 sobre 10.
Título original: “I am David” – 2003 – USA
Dirigida por: Paul Feig
Duración: 95 minutos
Género: Drama