Hace algunos días me puse a organizar fotos. No hace falta que os diga que soy un auténtico desastre en cuanto a orden se refiere, y claro, ese aspecto también se ve reflejado en mi caótico archivo fotográfico. La cuestión es que ya iba siendo hora que pusiese en práctica lo que aprendí en el curso de Lightroom de Jackie Rueda así que he empezado a crear carpetas como si no hubiera mañana. Durante ese proceso de ordenación de fotos, di con algunas instantáneas de uno de mis rincones preferidos en la Costa Brava: Begur.
Estuve un par de días a finales del mes de abril, cuando todavía no había la marabunta de turistas que ahora mismo deben estar disfrutando de esta maravilla de lugar. Ya os expliqué en el blog que se trataba de la primera escapada que hacíamos con Gala, y que nos alojamos en el encantador Hotel Aiguaclara. No sé por qué en ese momento no pensé en compartir también algunas de las fotos que hice una tarde paseando por el pueblo. La verdad es que tampoco tomé muchas imágenes, primero porque estaba lloviendo, y segundo, porque la peque estaba inquieta y le dolía la boquita (ya le ha salido un diente). El hecho es que me ha parecido buena idea rescatarlas, aunque solo sea para tener la excusa de escribir sobre Begur.
Imágenes: Toc Toc Vintage
Mi vínculo con Begur arranca hace mucho tiempo, cuando yo debía tener unos 7 u 8 años. Mis tíos solían ir muy a menudo a pasar el día en verano y en varias ocasiones nos llevaron a mí y a mi hermana. Al margen del tortuoso viaje en coche (de pequeña me mareaba muchísimo), recuerdo perfectamente lo helada que estaba el agua del mar y como con mi primo trepábamos por las rocas. En casa de mis padres están algunas de las fotos que nos hacíamos en aquellas jornadas playeras, y que no tienen desperdicio. Ya de adulta, aunque voy menos de lo que me gustaría, sigo disfrutando, aunque de otro modo, claro, de esta pequeña joya de la costa catalana.
Mi playa favorita, porque parece de postal, es Sa Tuna, con sus casas blancas y los pinos que asoman, y donde casi es obligado comerse un arroz en alguno de los restaurantes desde donde se contemplan unas vistas privilegiadas de la cala. Eso sí, recomendable llevarse una esterilla puesto que en vez de arena fina hay piedras. El pueblo tiene un particular encanto gracias a las numerosas casas indianas que aún hoy en día se conservan. En septiembre se celebra la Feria de los Indianos, con paradas de artesanía, figurantes vestidos de época, y todo un programa de actos culturales y lúdicos que pretenden rememorar el vínculo que se creó en el siglo XIX entre Cuba y Begur. Fue en esa época cuando muchos de sus habitantes emigraron a la isla caribeña y al regresar, después de haber hecho fortuna, construyeron majestuosas casas que inevitablemente te transportan a la Habana Vieja.
Y vosotros, ¿tenéis algún lugar lugar especial donde volvéis siempre podéis?
P.D. De todos esos sitios, donde también siempre repito es en Formentera.