Tuvimos la oportunidad de conocer las capitales de cada uno de los 3 países mencionados: Vilnius, Riga y Tallinn respectivamente durante 5 días donde el verano es fresco (alrededor de 17-19° c de máxima) y la lluvia sorprende en cualquier momento sin previo aviso.
VILNIUS, LITUANIA
Llegamos a esta antigua ciudad, fundada en el siglo XIV con un frío invernal en comparación al verano europeo y nuestro primer reto fue llegar en el trolebús al hostal cercano al centro de la ciudad, por suerte pudimos deducir las rutas y nos bajamos cerca de nuestra referencia, la “Katedra” (Catedral).
Los remanentes de Vilnius tienen un gran valor histórico y poseen una belleza arquitectónica similar a la vista en Polonia, Varsovia o Praga. El castillo de Vilnius, el Old Town pequeño, cada elemento antiguo de la ciudad son puntos que merecen la pena admirar por un momento.
Nuestro único día en la ciudad se detuvo por una tormenta que imposibilitó cualquier salida, ya que era torrencial en su máxima expresión. Por lo tanto, quienes se animen a venir en cualquier epoca del año a Vilnius, deben traer su mejor impermeable y sus mejores zapatillas que anden bien con el agua.
1 o 2 días bastan para conocer bien los lugares de interés de Vilnius, una ciudad que se proyecta como uno de los actores urbanos que en el futuro cobrarán relevancia a este lado de Europa.
RIGA, LETONIA
En Riga estuvimos dos días y dentro de lo que es toda la estación central y el Old Town. En este país nos llamó la atención lo predominante que es el “pepino” en la mayoría de la gastronomía local, se lo agregan a todo, hasta la desayuno.
El alojamiento en Riga es mucho más barato que en las ciudades vecinas, pero el costo de vida ligeramente superior (en estos países volvimos a usar el Euro), lo cual se ve reflejado en el costo de la comida y también el transporte. Sin embargo, hay opciones para viajeros con menor presupuesto y las pueden encontrar a través de alguna búsqueda en Google Maps o recorriendo los barrios donde vayan a quedarse.
Riga tiene un bello pueblo antiguo y alrededores, pero menos atracciones que Tallinn o Vilnius. Por otro lado, la población en un importante porcentaje notamos que es adulto-mayor.
Pasar por sus angostas calles, como las de Valparaíso en Chile o Lisboa Portugal, nos reafirman cada vez más las similitudes existentes en distintas ciudades del mundo, a pesar de su distancia, diferente lengua e intereses.
TALLINN, ESTONIA
De todas las ciudades recorridas en países bálticos, esta fue nuestra favorita. Partiendo por lo bien conservada que está la arquitectura medieval sin trabajos posteriores, las numerosas calles que adornan su Old Town y las iglesias ortodoxas que plagan la ciudad.
A pesar de no ser cristiano, el hecho de haber entrado a una iglesia ortodoxa fue toda una experiencia, desde sólo ver sus imágenes sagradas en un plano, hasta escuchar los coros de los creyentes. La vibra que se percibe a este lado del mundo y en este tipo de catolicismo, es diferente.
Lo que en un momento fue una ciudad amurallada y baja, lo continua siendo. Ahora en vez de barracas y catapultas hay restaurantes y bici-taxis. Sin embargo, como los vikingos aún se sigue tomando cerveza de barril en jarras y costillas de cerdo por kilo.
Concluimos esta visita a Tallinn tomando un Ferry camino a Helsinki para conocer los países de Escandinavia, y me voy feliz de haber conocido estos 3 países casi hermanos, abusados en el tiempo por potencias cercanas pero valientes por haberse sublevado cada vez que se les ha arrancado su libertad.