El río Pisuerga nace en una enorme cavidad subterránea de la Montaña Palentina
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
No todos los ríos tienen la suerte de nacer en una catedral. El Pisuerga, sí. Porque a eso se parece exactamente la enorme sala subterránea que el río deja atrás justo antes de salir a la luz cegadora de la Montaña Palentina para emprender un largo y detenido viaje de 282 kilómetros hasta las llanuras cerealistas próximas a la localidad vallisoletana de Simancas, donde acabará por entregarse al curso del Duero. La Cueva del Cobre, así se llama el laberinto de túneles por los que circulan las aguas más frías del Pisuerga, constituye, además, uno de los rincones más sugestivos de todo el norte de la provincia de Palencia.
Cueva del Cobre. Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Hasta ese rincón mágico, hasta ese enorme ojo de cíclope abierto en mitad de las paredes rocosas de las faldas del Valdecebollas por el que brota uno de los ríos más significativos de Castilla y León, alcanza a llegar una senda señalizada que tiene su comienzo muy cerca de la localidad de Santa María de Redondo, la primera de las poblaciones que conocerá el río en su largo discurrir. La caminata, que acomete un desnivel de cerca de 400 metros, brinda, además, la posibilidad de disfrutar y conocer algunos de los perfiles naturales y paisajísticos más significativos de la Montaña Palentina y, en concreto, del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, en cuyo territorio se halla enclavada.
Santa María de Redondo se localiza al final de llamado Valle de Redondos, en un circo natural en el que algunas de las montañas más bellas del norte palentino hacen frontera con el territorio cántabro de Campoo. Arriba quedan los perfiles inconfundibles de Peña Labra (2.029 m.), Tres Mares (2.171 m.) y Cuchillón (2.222 m.). Abajo, este pequeño pueblo al que la modernidad no ha restado ni un ápice de su auténtico sabor montañés: varias de sus casas de piedra aún mantienen sobre los dinteles viejos escudos antañones que hablan de antiguos linajes, de empeños y recompensas, de un carácter noble y de una sangre tan azul que incluso alcanza a la actual casa principesca de Mónaco. En estas calles nacieron, a finales del siglo XVIII, los tatarabuelos del fallecido príncipe Rainiero, Gregorio de Mier y Terán y María de Celis y Dosal.
Cueva del Cobre. Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El paseo
Al aparcamiento donde da inicio el ascenso hasta la cueva se localiza saliendo de Santa María hacia el fondo montañoso. Poco después, un puente sobre un arroyo da paso hasta el aparcamiento donde dejar el vehículo. Al otro lado del valle destacan dos gigantescas moles de piedra caliza despuntando sobre las laderas herbosas de la montaña como dos torres redondeadas por la erosión. Son las características Peñas del Moro, a cuyos pies aún se rastrean los restos pedregosos de lo que, entre la historia y la leyenda, fuera el monasterio de Santa María de Viarce, cuya talla se venera en la iglesia de la localidad.
El paseo se inicia dejando a un costado las laderas renegridas que hablan del pasado minero que marcó la historia reciente de este y otros valles vecinos. Enseguida se pasa un primer puente sobre el Pisuerga para continuar con él por el costado izquierdo. Algo más arriba un paso canadiense pone límite a los derroteros del ganado vacuno que pasta con libertad en las campas montanas. El siguiente kilómetro y medio, hasta alcanzar un nuevo pontón de madera, discurre con un Pisuerga cada vez más encajonado en el fondo del valle.
Cueva del Cobre. Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Tras volver a la orilla derecha del río la ascensión prosigue por la pista forestal mientras se deja a la derecha un camino que da entrada a un prado. Ochocientos metros después de cruzar el Pisuerga por última vez se alcanza el arroyo Peñalba, que también se cruza. Por un valle cada vez más estrecho, en el que destaca la frondosa vegetación que forra las laderas de la otra orilla del río, se alcanza una próxima bifurcación en la que toca desviarse por el ramal izquierdo para acometer los primeros repechos importantes. Es también el momento de internarse en el denso robledal que tapiza las laderas del somonte. Además de la sombra, que ayuda a recomponer el paso, es la contemplación de los añejos roblones que pueblan la fronda la que de verdad estimula a salvar con alegría los repechos del camino.
Después de uno de estos repechos, en el interior de un bosquete aparece el desvío hacia la derecha que aparta de la pista forestal para conducir el ascenso por una trocha en la que se aprecian las labores de desbroce. Y se agradece tanto porque suaviza el ascenso como por la posibilidad que brinda de caminar junto a las densas manchas de acebo que prosperan entre los robles. La trocha alcanza el nivel de la cueva unos 2,3 km después, al enlazar con la senda que, hacia la derecha, faldea por la montaña hasta encarar la negra entrada de Cueva del Cobre. La opción más apetecible para el regreso es, al llegar a este entronque, continuar faldeando hasta las praderas de Collalcobre, al final de la cuales aparece la pista forestal que, tras varios zig-zags devuelve al fondo del valle y a la compañía del Pisuerga.
Un cartel junto a la entrada avisa a los más puristas de que la cueva es, en realidad, más que la fuente de un río la salida de un embudo, el embudo que recoge las aguas de los arroyos que nacen en las alturas y que vienen a colarse al interior de la tierra en el sumidero de Sel de la Fuente para aparecer, unos 2 km después, por el interior de la cueva. Sea como fuere, ningún río puede presumir de semejante catedral para un bautizo.
Cueva del Cobre. Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
EN MARCHA. A Santa María de Redondo puede llegarse desde Cervera de Pisuerga por la CL-627 en dirección a Potes. Tras pasar San Salvador de Cantamuda aparece el desvío que conduce a Tremaya, San Juan y Santa María de Redondo.
EL PASEO. Entre la ida y la vuelta se recorren unos 13 kilómetros que pueden hacerse en unas tres horas. Desde el aparcamiento hasta la entrada de la cueva se salvan unos 400 metros. Este tramo puede realizarse en unas dos horas. Tiene algún repecho acusado pero la excursión podría hacerse con niños. Es un paseo de montaña que, en cualquiera de los casos, requiere un equipo básico, agua, comida y buen calzado. Sólo la cavidad inicial de la cueva es visitable, el interior requiere equipo y conocimientos espeleológicos.
Croquis del paseo a cueva del cobre. Montaña Palentina.
INFORMACIÓN. Casa del Parque, tel. 979 87 06 88.