Como ya os narré en mi anterior post, el verano ha dado para mucho y por eso, quiero compartir todas mis historias con vosotros. Esta vez os cuento mi experiencia en El Parador de Cádiz Hotel Atlántico, donde no solo descansamos, sino que también degustamos unos platos riquísimos.
Ubicado en pleno centro de la ciudad, justo al lado el mar, El Parador de Cádiz Hotel Atlántico se caracteriza por ser uno de los edificios más modernos de la urbe. Sus piscinas con vistas al océano, su completo spa y su cuidadoso restaurante hacen de este hotel el lugar perfecto para hospedarse si visitáis la Tacita de Plata.
En mi caso acudí acompañada de toda la familia, nueve personas en concreto y fue una gozada. La idea la tuvo mi hermana, ya que queríamos hacer algo especial por el cumpleaños de mi madre y decidimos darnos un caprichito.
Más concretamente escogimos la opción de disfrutar de la experiencia GastroSpa. Es decir, relajarnos en el spa, disfrutar de las piscinas y luego darnos el homenaje con una buena cena. Aunque la comida no iba incluida, como era un día especial también decidimos comer en el hotel, en el bar de la piscina.
El spa estaba formado por una amplia piscina con diferentes temáticas: asientos con burbujas, chorritos que salen del suelo, etc. (realmente no sé exactamente el nombre de las cosas, pero seguro que os hacéis a la idea, ¡jajaja!). También poseía sauna, el baño turco, las duchas de agua fría y caliente. En definitiva, un completo circuito.
Lo cierto es que nosotros fuimos a una hora apta para menores, ya que íbamos con mi sobrino y sinceramente, fue la mejor hora. Estuvimos completamente solos, a nuestras anchas y nos lo pasamos genial.
Después de la hora de spa, llegaba el momento de disfrutar de las piscinas y fijaos que familia tengo, que rápidamente fueron a probar estas colchonetas. Luego tocó el turno a las otras piscinas, pues había cuatro en total. En una de ellas también había chorros a presión y asientos con burbujas como en el spa.
Después llegaba el momento de ir a comer, aunque esta parte no entraba dentro de la experiencia, no nos importaba. Los platos que ofrecían en el bar de la piscina eran muy corrientes, nada que ver con lo que comeríamos a la noche en el restaurante. Me llamó la atención que tuvieran Picos de Don Pelayo, me llevé una gran sorpresa.
Para comer optamos por picotear un poco de todo: paella, ensaladilla rusa, serranito, ensalada de ventresca y para el más pequeño de la casa el menú infantil de arroz a la cubana. En este sentido, el menú infantil fue mi pobre y en el caso de la paella, no era su mejor día. Aunque eso sí, el servicio fue muy agradable.
Después tocó un poco de siesta en las tumbonas de la piscina, nos relajamos, jugamos y disfrutamos de las vistas. A las ocho decidimos que era hora de ducharse y bajar al restaurante. Justo cuando salíamos de los baños, estaba anocheciendo y pudimos contemplar como el sol se escondía en el mar. Un atardecer precioso desde esa altura.
La cena era en el restaurante de abajo y era el mismo menú que ofrecía para el resto de huéspedes. En mi opinión, es lo mejor que han podido hacer. Me explico. Muchas veces, en este tipo de experiencias, suelen poner un menú inferior a quien acude solo a cenar. En este caso, El Parador de Cádiz Hotel Atlántico ofrece la misma comida a todos sus clientes, sin distinción.
En un primer momento nos dieron a elegir el pan. Yo opté por uno de centeno, de estos negros, que parecen panes de hace mil años, ¡jajaja! La mayoría optó por el pan blanco de toda la vida. Debo admitir que nos tocó un camarero muy amable, que estuvo atento en todo momento con nosotros y encima estuvo muy pendiente de mi sobrino. ¡Chapeau por ese profesional! Desde aquí nuestra enhorabuena.
Antes de pedir, nos dieron un entrante de salmón ahumado con queso crema, mientras pensábamos los platos. Al final, como éramos tantos, cada uno pidió una cosa distinta. El menú estaba formado por un primero, un segundo y los postres, que eran de buffet. Lo único que no entraban en la experiencia eran las bebidas.
Entre los primeros escogimos: ensalada de hojas tiernas, aguacate pintado y manzana verde; ajo blanco malagueño con tataki de atún, cítricos y ciruelas pasas; y el más solicitado, que fue el pulpo asado con crema de revolconas y huevo de corral.
En los segundos optamos por: corvina de la lonja de Conil, alboronia y salsa de almendras; lomo de ternera, terrina de panceta y queso; y por último, cordero asado con patatas encebolladas en su jugo.
En los postres, ganaron los helados. Después de esta comilona, la única que se atrevió a ir al buffet fui yo a por uno bocados de hojaldre y nata. En definitiva, todo estaba delicioso, el trato fue increíble y os recomiendo, si tenéis la oportunidad de visitar Cádiz, que hagáis esta experiencia GastroSpa en El Parador de Cádiz Hotel Atlántico.
Comida
Servicio
Presentación
Emplazamiento
Promedio
.