Este verano repetimos (por tercera vez) la experiencia de viajar por carretera desde Berlín a Asturias. Después de pasar las primeras noches en Amberes, pusimos rumbo a uno de mis países favoritos: Francia. Más concretamente, a la región del Valle del Loira donde nos esperaba un alojamiento con mucho encanto en pleno campo y a unos minutos de uno de los pueblos más bonitos que haya visitado: Azay-le-Rideau.
Nos alojamos en el hotel Auberge PomPoire donde cada habitación era una cabaña independiente en la que predominaba lo natural y el buen gusto. La nuestra tenía una amplia cristalera que daba a una terraza con un jardín lleno de flores. Nos recibieron con galletas caseras y recién hechas, una conquista inmediata. Aunque lo que nos dejó sin palabras, fue el menú degustación que cenamos en su restaurante de estrella Michelin. También estaba situado en una cabaña de aparente sencillez al entrar, hasta que de pronto aparecimos en un restaurante espectacular. Suele ser un hotel muy concurrido, por lo que te recomiendo reservar tanto la habitación como la mesa con bastante antelación. ¡Reserva tu experienca única en el Auberge PomPoire!
Al día siguiente, disfrutamos de un desayuno casero y nos pusimos rumbo al centro. Tengo una absoluta debilidad por ese encanto tan típico de los pueblos franceses. Y os confieso que por el momento, Azay-le-Rideau es mi favorito. Su calle peatonal Rue Gambetta está llena de tiendas con encanto en las que puedes encontrar souvenirs únicos: galletas, jabones, decoración o artesanía. Y por suerte, todas estaban abiertas en domingo. Me encantó la tienda de galletas: La Biscuiterie dAzay le Rideau (25 Rue Gambetta) y la floristería Autrement dit (4 Rue Gambetta). Sin olvidar la panadería del pueblo: Au Paradis Gourmand (25 Rue Nationale). Como ya os dije alguna vez, nunca me voy de un pueblo francés sin hacer una buena cata de éclairs.
Pero sin duda, la joya de Azay-le-Rideau es su castillo renacentista rodeado de agua y con un parque de ocho hectáreas que permite verlo desde perspectivas únicas. Dicen que el castillo de Azay-le-Rideau es una de las obras maestras del renacentismo temprano y el símbolo del renacimiento ideal. Me lo creo, es absolutamente perfecto. ¡Pronto saldrá la siguiente!
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