Si por algo es conocida mundialmente La Provenza es por sus vinos. De las mejores experiencias de las vacaciones, de las cuales ya os hice un resumen, ha sido saborear el famoso rosé que elaboran en esta región de Francia y que bien fresquito entra de fábula. Desde hace unos años me he vuelto una aficionada al enoturismo y al margen de participar en catas, también me gusta conocer el proceso de elaboración y visitar las bodegas. De hecho, ese era una de los objetivos del viaje.
Así que pusimos rumbo al Domaine Du Grand Castelet, una propiedad rodeada de viñedos y campos de trigo donde nos esperaban Cristina y Nico, dos españoles que un día decidieron dejar Madrid y empezar una nueva vida en el sur de Francia. Personalmente, me hacía muchísima ilusión conocerles en persona, sobretodo a Cristina, a la que empecé a seguir a través de su blog hace un par de años y que ahora acaba de hacer realidad un proyecto personal bajo el nombre Un Bon Moment. Si os gusta la decoración provenzal, no dejéis de visitarla y de daros una vuelta por su bonita e-shop llenta de tesoros vintage.
Imágenes: ToC ToC Vintage
Pasamos una tarde súper agradable, y eso que ese día el calor apretaba lo suyo. Al llegar y después de la emoción del encuentro, nos sentamos a la sombra a tomar agua fresca con sirope de menta, y a ponernos al día de nuestras vidas. Casualidad o no, tanto Cristina como yo acabamos de estrenarnos con la maternidad, así que Alonso (su hijo) y Gala centraron parte de la conversación. Nico tuvo una tarde bastante atareada, entre otras cosas, tuvo que atender a un transportista que venía a recoger un cargamento de botellas de vino que se iban hacia Madrid. En concreto se llevó una edición especial que sólo se distribuye en el Mercado de San Miguel y que se llama Le Pisotón. Cuando acabó el trabajo, Nico nos llevó a recorrer los viñedos y nos hizo una clase magistral sobre el vino de lo más edificante. Estudió enología y se nota que le apasiona. Heredó esas tierras de su familia (su madre es de origen francés) y a pesar de lo dura que es la vida en el campo, confía en recuperar el esplendor que tuvieron en su día.
Además, también pudimos ver en primicia la casita que han reformado y que van a alquilar a partir de este verano. Crsitina la ha decorado con muy buen gusto, incluso ha restaurado algunos de los muebles que personalmente encuentra y compra a brocantes de la zona. Y como no podía ser de otra forma, acabamos la velada brindando con una copa de vino de Le Grand Castelet. No sólo nos llevamos unas cuantas botellas para casa, también el recuerdo de haber vivido una auténtica aventura provenzal.
P.D. Cris, no te enfades, ya sé que no querías salir en la foto con la mochila portabebés colgando…