Tres días en Berlín

De antemano os digo que tres días para una ciudad tan interesante como Berlín, son pocos días, pero eran de los que disponíamos así que procuramos aprovecharlos al máximo. Eso sí… estoy segura que, más tarde o más temprano, repetiremos la visita porque nos ha fascinado todo lo que hemos visto, y se nos han quedado algunas cosas en el tintero por las que merece la pena volver. Esta es la crónica de lo que dieron de sí esos tres maravillosos días



Día 1

Comenzamos la visita a esta ciudad en la Plaza de París, donde se encuentra uno de sus monumentos más emblemáticos, la Puerta de Brandemburgo (Brandenburger Tor). Se construyó en 1789 copiando los propíleos de la Acrópolis de Atenas, y está coronada por una cuádriga de bronce que transporta a la diosa Victoria.

En esta misma plaza se encuentra el famoso Hotel Adlon, construido en 1907, ha contado con ilustres visitantes a lo largo de su historia, como Charlie Chaplin, Greta Garbo, Einstein, Mandela, el Dalai Lama, Michael Jackson y muchos otros. Ha servido también de escenario para el rodaje de varias películas.

Junto a él está el edificio de la Academia de las Artes (Akademie der Künste) al que se puede acceder sin problemas y que atravesaremos por su interior para llegar a nuestro próximo objetivo: el Monumento al Holocausto (Holocaust Mahnmal). 

Inaugurado el 10 de mayo de 2005, y construido casi encima del bunquer en el que se suicidó Hitler, se compone de 2.711 estelas de granito todas diferentes. Diseñado por el arquitecto Peter Eisenman es sin duda una obra conmovedora, caminar entre los bloques por los estrechos corredores … impresiona.

Siguiendo la visita, a pocos metros nos encontramos (en el cruce de Wilhelmstrasse y Leipzigerstrasse) con un lugar cargado de simbolismo, la Plaza del levantamiento popular de 1953 (Platz des Volksaufstandes von 1953) lugar donde se produjo la sublevación obrera contra el gobierno de la RDA,  que fue violentamente reprimida por la policía y el grupo de fuerzas soviéticas en Alemania. El imponente edificio, que es ahora el Ministerio de Hacienda, fue la sede de la Luftwaffe dirigida por Hermann Göring. Es el mayor edificio nazi que sobrevivió a la II Guerra Mundial, y por su tamaño sigue siendo hoy en día uno de los más grandes edificios de oficinas de Europa.

Posee un espectacular mural de baldosas de porcelana diseñado por el pintor Max Ligner, que refleja la propaganda del estado ideal de felicidad y realización del comunismo. Como contrapunto a este mural, justo enfrente encontramos una imagen de cristal incrustada en el suelo, se trata del “Memorial a los acontecimientos del 17 de junio de 1953”, de Wolfgang Rüppel. Una fotografía aumentada y muy pixelada de los huelguistas marchando ese día.

Continuando por Wilhemstrasse nos encontramos poco después con un gran tramo del muro original, de unos 200 metros. A sus espaldas, sobre lo que fue la antigua sede de la Gestapo, y que hoy es un moderno centro de documentación llamado “La Topografía del Terror” diseñado por la arquitecta Ursula Wilms, se alberga una sobrecogedora exposición sobre el horror nazi.

Se llamaban “Checkpoint” los pasos fronterizos abiertos en el muro, entre el sector americano y el soviético. El más famoso fue el “Checkpoint Charlie”, exclusivo para funcionarios y militares, en Friedrichstrasse. Escenario constante de las tensiones de la guerra fría. El doble retrato de un soldado soviético y otro yanki, y una reproducción de la caseta de control, marcan hoy el punto exacto donde estaba la frontera en medio de la calzada.

La Gendarmenmarkt es en mi opinión la plaza más bonita de Berlín. Debe su nombre al regimiento de gendarmes que entre 1736 y 1782 tuvo aquí un cuartel, un cuerpo de guardia, y los establos. A ambos lados de la plaza hay dos iglesias de trazas catedralicias: el Dom Francés construido en 1705 y el Dom Alemán o Iglesia Nueva, de 1708.

En 1774, el rey Federico II, el Grande, mandó construir entre ambas iglesias un teatro de conciertos, obra de Schinkel. El Konzerthaus Berlín programa habitualmente conciertos de música clásica y ballet.

En el centro de la plaza se sitúa el Monumento al poeta Schiller



Seguimos nuestro camino hasta desembocar en la Plaza Bebel (Bebelplatz, antes llamada Opernplatz) tristemente famosa por ser el escenario de la Quema de libros del 10 de mayo 1933Un sencillo memorial, obra del artista Micha Ullman, recuerda el hecho en el centro de la plaza: a través de un cristal incrustado en el pavimento se ven las estanterías vacías de una Biblioteca Hundida. Los libros que faltan simbolizan los que fueron quemados. Muy cerca hay una placa también en el suelo, con la inscripción de una frase del poeta alemán Heinrich Heine, que dice algo así: “Eso sólo fue un preludio, ahí en donde se queman libros, se terminan quemando también personas”

La plaza está rodeada de imponentes edificios: el de la Ópera Estatal, la Catedral católica de Santa Eduvigis y la Universidad Humboldt, entre otros.

Entramos después en el edificio del Nuevo Cuerpo de Guardia, de estilo neoclásico y portal dórico, guarda en su austero interior y bajo una luz cenital, la conmovedora escultura de una Piedad de la artista Kathe Kollwitz, “Madre con hijo muerto”. El edificio se construyó para la guardia de palacio en 1814. Ha sido lugar de homenaje a las victimas de la primera guerra mundial, más tarde a las víctimas del nazismo, y en la actualidad es un monumento recordatorio a las “víctimas de guerra y dictadura”.

De camino a la Alexanderplatz, en medio del gran espacio llamado Forum de Marx y Engels, nos detenemos brevemente para visitar la Iglesia de Santa María, una de las más antiguas de Berlín. De estilo gótico y construida principalmente de ladrillo, fue fundada en 1260 y renovada en el siglo XIV. Sufrió importantes daños durante la Segunda Guerra Mundial.

Al otro lado está la Fuente de Neptuno que Berlín regaló al Káiser en 1888 para el patio del palacio real. El Ayuntamiento Rojo, llamado así por el ladrillo con el que fue construido en 1869. Y cerrando el foro, junto a Alexanderplatz, la Torre de la Televisión, con sus 365 metros de altura. La bola de la cúspide gira a razón de dos vueltas por hora, está recubierta por 140 segmentos de acero pulido en el que los reflejos del sol forman una cruz luminosa.

La lluvia hace acto de presencia y nos obliga a terminar nuestro paseo antes de lo previsto cuando llegamos a Alexanderplatz. Las últimas fotos del día nos las hacemos junto al Reloj de la hora mundial, kilómetro cero de las citas berlinesas. Fue en esta plaza donde , el 4 de noviembre de 1989, tuvo lugar la gran manifestación que dio al traste con el gobierno de la RDA, propiciando que cinco días después se abriese el Muro de Berlín.



Día 2

La mañana de nuestro segundo día en Berlín decidimos emplearla visitando dos de sus museos más emblemáticos. En pleno centro urbano, en la isla del río Spree, estaban las dos aldeas medievales que originaron Berlín. Hoy es conocida como la Isla de los Museos, por su impresionante patrimonio. Al norte de la isla está el extraordinario conjunto de cinco museos a los que debe su nombre: el más antiguo, El Museo Viejo (Altes Museum), se construyó en 1830; el Museo Nuevo (Neues Museum) data de 1855; a su lado está la Galería Nacional Antigua (Alte National Galerie) de 1876. Detrás está el más grande, el Museo de Pérgamo (Pergamon Museum) terminado de construir en 1930, y al borde norte de la isla, el Bode Museum, construido en 1904.

Conscientes de que nuestro tiempo es limitado y visitarlos todos sería inviable, nos decidimos por comprar las entradas para el Museo de Pérgamo y el Museo Nuevo. Las adquirimos sin problemas en la taquilla situada frente al Museo Nuevo (18€), eso sí, nosotros llegamos puntuales a las 10 de la mañana que es cuando abren y apenas hay visitantes, dos horas más tarde las colas ya eran importantes, así que merece la pena ir temprano.

Empezamos nuestra visita por el Museo de Pérgamoen él no sólo se exponen esculturas, sino edificios enteros procedentes de las excavaciones de arqueólogos alemanes en Asia, durante el siglo XIX. Debe su nombre al Altar de Pérgamo que lamentablemente no pudimos ver debido a las obras que se están realizando en buena parte del museo, y que no concluirán hasta posiblemente el 2023 ( la excusa perfecta para repetir visita a Berlín ). Sí pudimos admirar la grandiosa Portada del Mercado de Mileto ( del siglo II d.C.), la maravillosa Puerta de Isthar (550 a.C.), La Avenida Procesional con el friso de los leones y el Toro de Adad (siglo VI a.C.)

Y también pudimos contemplar las magnífica colecciones de Asia Menor y Arte Islámico. Algunos ejemplos que nos dejaron maravillados: la estatua colosal del dios hitita de las tormentas Hadad. Los leones de Sam’al. Parte de la monumental fachada del palacio de Mshatta. Bellos mihrab (lugares de oración) como el de la mezquita de Meydan (Kashán,  Irán de 1226). Interesantes relieves asirios. La sala de las alfombras y, por supuesto, la sala de Aleppo, una joya siria de principios del siglo XVII, cuyo revestimiento de madera policromada de las paredes es impresionante.

Click to view slideshow. Concluida la visita al museo Pérgamo, nos dirigimos ahora a disfrutar del Museo Nuevo, pero antes de satisfacer el espíritu vamos a satisfacer el cuerpo porque se acerca la hora de comer y el hambre ya nos ronda. Decidimos hacer la parada para repostar en la propia cafetería del museo, Allegretto Cafè, muy recomendable por cierto, los camareros encantadores y ¡el apfelstrudel riquísimo!



El Museo Nuevo se construyó entre 1843 y 1855, y aunque fue gravemente dañado durante la Segunda Guerra Mundial, ha sido reconstruido y abrió de nuevo sus puertas en el 2009.

La exhibición incluye salas sobre el Antiguo Egipto, Prehistoria e Historia Antigua, así como una interesante colección de papiros. Un museo muy interesante que disfrutamos un montón. Sin duda la joya del museo es el busto de la reina Nefertiti, conocida como La Mona Lisa de Amarna (esposa del faraón Akenatón) datado en el 1340 a.C. cuyos colores son los originales. Una pieza maravillosa que ocupa una sala circular, y en la que está terminantemente prohibido hacer fotos.

Busto de la reina Nefertiti. Nuevo reino, XVIII Dinastía, Amarna, Egipto, año 1340 a.C. Fotografía de la propia web del museo

Otras piezas destacadas y que llamaron nuestra atención fueron la llamada “Cabeza verde” ; el Sombrero de oro ceremonial, un objeto de finales de la edad del bronce, de hace casi 3000 años; La estatua cubo de Senenmut y Neferura, o el esqueleto de un alce europeo de finales de la edad del hielo entre otras.

Click to view slideshow. Tras la visita a los museos nos dirigimos hacia la imponente Catedral de Berlín, terminada en 1905 según unos antiguos planos inspirados en San Pedro de Roma.

Después de la guerra fue reconstruida en 1975, y se le añadió la cúpula de linterna con 270 escalones, que puede visitarse. Las vistas de la ciudad desde allí son magníficas.

En 1996 fue reinaugurada como iglesia y sala de conciertos en los que el órgano de Sauer, con 113 registros, es la estrella indiscutible.



Y finalizamos aquí nuestro segundo y estupendo día en Berlín.

Día 3

La mañana del tercer día acudimos temprano al edificio del Reichstag, porque es necesario reservar la visita a su cúpula con antelación, o bien por internet o bien acercándose al kiosko de taquillas como hicimos nosotros. Reservamos para el último pase, el de las 21:45. Comenzado a construir en 1871, cuando Berlín fue proclamada capital del imperio alemán, no se terminó hasta 1894. Tiene planta casi cuadrada con torres en las cuatro esquinas. La inscripción Dem Deutschem Volke, “Al pueblo alemán” se puso en 1915. En 1933 fue incendiado. Los nazis acusaron del incendio a los comunistas, y aquella noche fueron ejecutados 10.000 izquierdistas. Después de la guerra, el Muro tapiaba su fachada trasera y quedó abandonado. En 1993 se encargó su reconstrucción a Norman Foster.



Regresamos al entorno de la Plaza de París, y de la mano de nuestro guía Javier de Sandemans, bajamos a la estación de metro para tomar el tren de cercanías que nos llevará a Potsdam. Tras unos 40 minutos de viaje y unas cuantas paradas, nos bajamos en la de Vannsee y allí tomamos el autobús 316 hasta el Puente Glienicker, llamado “Puente de los espías”.

Después de un agradable paseo por el Nuevo Jardín diseñado por Joseph Lenné en 1830, llegamos al Palacio Cecilienhof.

En el Palacio de Cecilienhof (construido en 1917 como residencia veraniega de los Hohenzollern) Truman, Churchill y Stalin firmaron en 1945 el Tratado de Potsdam, en el que se fijaron las fronteras de Alemania y los sectores de ocupación por los aliados.

Tomamos un autobús que en unos 15 minutos nos lleva al centro de Potsdam. Una vez allí disfrutamos de la visita al Barrio Holandés, uno de los más turísticos de la ciudad. También vimos la Puerta de Nauener, una de las tres que se conservan en la ciudad. Construida en 1755, es el primer ejemplo de la influencia del estilo neogótico inglés en Europa Continental.

Nos dirigimos después a la calle peatonal más emblemática, Brandenburguer Strasse, para comer algo. Antes hacemos una breve parada al principio de la misma para visitar la Iglesia Católica de San Pedro y San Pablo.

Y siguiendo el consejo de “allí donde fueres, haz lo que vieres”, Manuel y yo que somos los más intrépidos del grupo, nos tomamos sendos Currywurst en un puesto callejero como manda el manual del buen guiri



Al final de la calle está La Puerta de Brandeburgo “Brandenburger Tor”, con sus dos lados diferentes, construida en 1770

Nos encaminamos hacia el Palacio de Sanssouci, a la entrada del gran parque nos encontramos la preciosa Iglesia neorománica de La Paz y nos detenemos un momento para visitarla.

Federico II el Grande, cuatro años después de subir al trono, mandó aterrazar un monte desértico, plantarlo de vides y construir en el escalón superior un palacio, cuyo nombre Sin Preocupaciones, Sanssouci, expresaba sus deseos de retiro. Su arquitecto, Knobelsdorff, hizo un brillante ejercicio de estilo rococó.

De regreso a la parada del autobús vemos también el Molino Histórico de Sanssouci. Para regresar a Berlín subimos al autobús 695 hasta la estación de Hauptbahnhof, y allí tomamos el tren RE1 de las 16:55 dirección Ostbahnhof para visitar la East Side Gallery.



Junto al Puente de Oberbaum, se conserva el tramo más largo del Muro de Berlín, de 1,3 km de longitud.



En 1990 fue dividido en parcelas que se asignaron a 118 artistas de 21 países para que las pintaran. Quizás el más famoso de los graffitis sea el “Beso fraterno” (Bruderkuss) que se dan en los labios Brezhnev y Honecker, obra del pintor moscovita Dimitri Vrúbel.



En 1992 fue declarado monumento y se le dio el nombre de East Side Gallery, pero ningún ministerio se sintió responsable de su mantenimiento. Con el tráfico, la intemperie y los gamberros, la obra se deterioró hasta que uno de los artistas, el pintor iraní Kani Alawi, autor de un panel titulado Ocurrió en Noviembre”, consiguió una financiación de 150.000 € y restauró 43 paneles.

En 2009, las pinturas fueron restauradas con motivo de vigésimo aniversario de la caída del muro.

Click to view slideshow. Poco a poco va oscureciendo y se acerca la hora concertada para visitar el Reichstag y su impresionante cúpula. Después de pasar un exhaustivo control, semejante al de un riguroso aeropuerto, comenzamos por fin la visita gratuita ayudados de una estupenda audioguía. La cúpula es transparente y, en su centro, una vela solar forrada de espejos en forma de embudo, aporta luz natural y aire durante el día y, por la noche, refleja hacia afuera la iluminación interna.

Una doble rampa de subida y bajada lleva a lo alto de la bóveda, desde donde pudimos contemplar unas espléndidas vistas nocturnas de la ciudad, así como el lugar de trabajo de los parlamentarios.

Concluimos así nuestro viaje a esta fascinante ciudad encantados con todo lo que hemos visto, y con la promesa de regresar para ver lo que se nos ha quedado en el tintero por falta de tiempo

En el apartado de las recomendaciones quiero mencionar el estupendo hotel donde estuvimos alojados, Mercure Hotel & Residenz Berlin Checkpoint Charlie , localización perfecta, muy céntrico. Las habitaciones amplias y cómodas, personal super amable, espléndido desayuno, excelente relación calidad/precio. Sin duda repetiremos en nuestra siguiente visita a Berlín

Y esta entrada está dedicada, por supuesto, a mis compañer@s de aventura: Mª Carmen, Manuel, Marina y Rosa, porque viajar con ellos siempre es una fiesta. Y también a Raúl, al que conocimos en Potsdam y que ya forma parte de ese grupo de amig@s que se cruzan en tu camino por azar y enriquecen aún más cada viaje



Fuente: este post proviene de Marieta, pásame la receta, donde puedes consultar el contenido original.
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