Pero su fin no es sólo divertir a los paisas y visitantes sino también aportar a diferentes causas sociales y en un futuro sacar a flote el proyecto del museo del transporte.
Así, han sido diecisiete años de color, alegría, historia y conocimiento, en los que los grupos familiares y de amigos se reúnen en sus barrios o en los diversos puntos de la ciudad para apreciar aquellos preciados carros que sus dueños (nacionales y extranjeros) cuidan como tesoros y acicalan durante todo el año con el fin de tenerlos en el mejor estado para enseñárselos al mundo.
Pronto les contaré algo más de la Feria de las Flores, por ahora los dejo con las imágenes de este particular espectáculo.