Simbología de los tatuajes de brujas
Las brujas y la creencia en su existencia siempre han sido algo habitual a lo largo de la historia, estando presentes en diversas épocas de muchas formas en culturas y religiones de todo el mundo, incluyendo tanto sociedades primitivas como otras altamente avanzadas. Las mujeres acusadas de brujería eran en general odiadas y temidas por la población. Históricamente, la etiqueta de brujería se ha aplicado a las prácticas que se creen que influyen negativamente en la mente, el cuerpo o la propiedad de los demás, o determinadas prácticas mágicas que socavan el orden social y religioso de la comunidad.
Históricamente, el concepto predominante de brujería en el mundo occidental deriva de las leyes del antiguo testamento contra estas prácticas, donde la brujería estaba generalmente considerada como maligna y asociada a menudo con el culto o la adoración al diablo. Durante la edad media eran comunes los juicios por brujería promovidos por la iglesia donde eran comunes las torturas, especialmente en Europa y en la América colonial, antes de cesar en gran medida durante la era de la Ilustración.
Probablemente la característica más obvia de una bruja es la habilidad de lanzar un “hechizo”, término usado para designar los medios empleados para llevar a cabo una acción mágica. Un hechizo puede consistir en un conjunto de palabras, una fórmula o verso, una acción ritual o cualquier combinación de éstas. Los hechizos tradicionalmente se lanzaban utilizando diversos métodos, como la inscripción de runas o signos en un objeto para conferirle poderes mágicos, la asociación de la persona con una imagen de cera o arcilla para afectarla mágicamente, por la recitación de encantamientos, la realización de rituales físicos o por el empleo de hierbas mágicas, amuletos o pociones. Según la creencia estos hechizos podían causar una gran variedad de efectos negativos entre las personas o comunidades hacia las que iban dirigidos, como enfermedades tanto para las personas como para el ganado, mala suerte, muerte repentina, impotencia sexual o destrucción de los cultivos.
Uno de los ejemplos más conocidos de procesos judiciales contra personas acusadas de estas prácticas fueron los juicios de brujas de Salem, una serie de audiencias y procesamientos de personas acusadas de brujería en el Massachusetts colonial entre febrero de 1692 y mayo de 1693. Los juicios dieron lugar a la ejecución de veinte personas por ahorcamiento, catorce de ellas mujeres, mientras otras cinco murieron en prisión.
Doce otras mujeres habían sido ejecutadas previamente en Massachusetts y Connecticut durante el siglo XVII. A pesar de ser conocidos generalmente como los juicios de las brujas de Salem, las audiencias preliminares en 1692 fueron conducidas en varias ciudades: Ciudad de Salem (ahora Danvers), Ipswich, y Andover. Los juicios más infames fueron llevados a cabo por el Tribunal de Oyer y Terminer en 1692 en la ciudad de Salem.
El episodio es uno de los casos más notorios de histeria en masa ocurridos en la América colonial. Se ha utilizado en la retórica política y en la literatura popular como una cuidadosa advertencia sobre los peligros del aislamiento, el extremismo religioso, las falsas acusaciones y los fallos en el debido proceso judicial. No fue un episodio único, sino un ejemplo colonial americano de un fenómeno mucho más amplio de otros muchos juicios de brujas que tuvieron lugar también en Europa durante el mismo periodo.
Características de los tatuajes de brujas
Los tatuajes de brujas son muy populares entre el sexo femenino, pueden realizarse en cualquier tamaño, color o forma y pueden combinarse con otros elementos propios del folclore y la magia como los gatos negros, las escobas, las calabazas, los calderos, los búhos, los fantasmas o la luna llena.
.