¿Qué haces que no lloras? ¿Cómo es que sigues en pie sin un novio? Deberías darte aire, se te va a pasar el arroz.
Hoy he visto una película que casi hace que me arranque los ojos (y lo que no son los ojos). La típica de sobremesa. Era la historia de una chica que…
Tenia el novio perfecto, todo lo que quieren las chicas: guapo, listo y simpático. Pero se fue (ooooh, qué pena). Ella pasó tres meses (TRES MESES, ojo), recuperándose del desamor (comiendo helado, que no lo digo yo, lo dice ella), hasta que decidió que no podía seguir sola. Porque… ¿en qué cabeza cabe que una mujer esté soltera más de tres meses? Total, la chica empieza a tener citas con muy diversos sujetos. Pero claro, ninguno es como su amado desertor (el guapo, listo y simpático). Y la pobre (oooooh, qué pena), tiene que refugiarse en el trabajo para no pensar en lo amargada que está por no tener un hombre al lado. Y sigue probando, quedando con más machos, esperando encontrar a su gemelier del corazón.
Y ya no os puedo contar más porque me he quedado dormida, que ayer fui muy rebelde y llegué muy muy muy tarde a casa.
(Claro, tuve que beber hasta caer rendida para poder soportar mi cruel realidad de mujer soltera)
Tres meses recuperándose. Esas tres palabras han retumbado en mi cabeza hasta que me he dormido. Tres meses y buscas el recambio. Tres meses y ya tienes que estar bien y tener citas a la americana. Tres meses. Definitivamente, yo hago algo mal cuando decido olvidarme de alguien. No debo manejar bien los tiempos. Tal vez haya nacido con alguna clase de deficiencia que me impide ser como esas protagonistas de películas… tendré que mirármelo, ¿no? En fin. Qué cansancio. Pero bueno, ese tema daría para otro post. La cuestión de hoy es distinta. La cuestión de hoy es la basura que nos rodea. Las películas, las revistas, las canciones, las actitudes, la sociedad en general. Y las tarrinas de helado.
A ver. Yo es que hay algo que no me explico: ¿cómo es que nos animan a ser independientes, trabajadoras y liberales, pero nos siguen mirando raro si… LO SOMOS? ¿Seguimos siendo un cero a la izquierda sin un tío al lado? ¿Por qué nos hacen creer lo contrario cuando la verdad es que tod@s siguen pensando así? ¿Cuánta hipocresía somos capaces de generar y aguantar? Bastante, mucha, MUCHÍSIMA. Y lo más inquietante de todo, ya no es que nos sigan metiendo con calzador la idea de que solas apestamos, sino que el concepto, la esencia del amor que nos inculcan, es sencillamente, horrible. Se sigue fomentando la dependencia, la sumisión, la falta de personalidad y la falta de autoestima. Nos siguen demostrando que las que más claro hablamos, menos probabilidades tenemos de que un hombre quiera escucharnos. Nos siguen contando que una mujer sola, sólo pude hallar consuelo en una tarrina de helado. Nos siguen animando a que nos queramos mucho, pero en realidad no quieren que lo hagamos. Porque claro… si nadie te quiere, de poco sirve que te quieras tú, ¿verdad? Y nos siguen enseñando que los guapos con los guapos y los feos con feos, y los flacos con los flacos y los gordos con los gordos. Y nos siguen enseñando que el amor verdadero se olvida en tres meses, pero ¡ojo! El amor is everywhere, el amor is everything. Cómo me río. Es que me parto.
¿Qué sabrá esta gente del amor?
El amor no es dar razones por las que quieres a alguien, no es decir “era guapo, listo y simpático”. El amor no es pasar página en un tiempo acordado contigo misma y tratar de sacar con sacacorchos cada uno de tus sentimientos. Amar es quedarte en blanco cuando te preguntan por qué le querías. Y que te vengan mil flashes de todos y cada uno de vuestros momentos. Amar es saber que no era tan guapo, ni tan listo, ni tan simpático, pero tenía algo que todavía hace que le quieras sacar de tu memoria y preguntarle cómo hizo para llegar tan adentro de tus entrañas. Amar es preguntarte cómo narices se te sigue asomando la lágrima cuando piensas en cuánto llegaste a quererle. Y poder convertir lo que fue pena en alegría. En alegría. En esa clase de alegría que se siente al respirar todo el amor que viviste, que tuviste el lujo de vivir.
Amar es no poder explicar con palabras lo que alguien significa para ti. Amar no es cuantificar, ni medir, ni comprar. Amar no es callar lo que piensas ni cambiar tu forma de vestir o de ser para gustar más. Amar no es lo que vemos en esas películas, no es ese amor barato que se olvida y no cala, ni ese que sólo sonríe si está en compañía. Amar no es lo que leemos en todos esos torpes consejos de editoriales sobre cómo conquistar a un hombre, amar es comprender que sobre el amor no hay consejos que valgan. Amar no es escribir una poesía y colgarla en Instagram de cara a la galería, amar es un acto extraordinario, amar es madrugar para llevarte a trabajar o acompañarte al médico, o despertarte con un beso. Eso sí es amar.
Amar no es aguantar ser un florero, ni una cosa en general. Amar no es tratar a tu media naranja como un a un complemento más de tu outfit. Y esto va más para chicas que para chicos, ojo. Que me da la triste impresión de que más de una tiene pareja como podría tener un bolso de marca. Que desde que Carrie tuvo a Mr. Big, todas quieren tener un “Mister Algo” (que lleven cuidado, que como les aparezca un Mister Proper, la hemos
Así que si cuando te preguntan por qué quieres a tu pareja y no te tiembla el corazón tratando de buscar las palabras adecuadas, y sólo te vienen a la cabeza sus cualidades más superficiales, tal vez lo que sientas no sea amor. Y puede que esa chica soltera a la que miras con pena, resulte ser mil veces más feliz que tú. Pero sólo tal vez. Ya sabéis que las solteras estamos amargadas y comemos helado.
No sé. Supongo que me apena ver todo el montón de contradicciones, todas las tonterías y todos los mareos a los que nos vemos sometidos cuando no debería ser así. El amor no es estudiar una carrera, ni cocinar una receta, ni sacarse el carnet de conducir. El amor es algo interno, algo innato, algo que llevamos tan metido en nuestro cuerpo que no debería costar tanto. Debería ser como respirar, como comer, como beber. Porque el amor es simple. Se siente o no se siente. Puede con todo. Lo mueve todo. Lo cambia todo.
Y no tener a nadie con quien compartir tu corazón no te hace más infeliz. Recuerda que compartir siempre fue dividir y no multiplicar. Mira todo lo positivo. Aprovecha los momentos en los que puedes dedicar todo ese amor íntegramente a ti mism@. Y cuando venga ese alguien que te haga enmudecer, esa persona que no sepas definir sin que te brillen los ojos, cuídala. Cuídala sin dejar de cuidarte tú. Cuídala sin perder tu esencia, ni tus costumbres, ni tus pasiones. Cuídala. Mímala. Quiérela. Sé que lo harás. Porque a estas alturas, tú sabes bien (como yo lo sé), que el amor de verdad no se olvida en tres meses.
Y mientras llega, ya sabes: tarrinas de helado.
M.
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