Si vienes, te espero.

Hoy es domingo. Son las 23:26 y me acabo de comer una mandarina. Sé que esa información es innecesaria, pero no sé muy bien cómo empezar el post, así que lo voy a dejar así. Hoy ha sido San Valentín. He visto Ghost. He llorado con el final, como era de esperar. Me he comido un paquete entero de palomitas de mantequilla. Luego una tostada de Nocilla. He vuelto a llorar al ver en el telediario las mejores declaraciones de amor (bueno, no he llorado, la verdad). Y ahora estoy aquí, en el sofá, con la cabeza echando humo. Humo, sí. Porque he estado finiquitando la última revisión del libro y he decidido que no vamos a rizar el rizo con la portada, porque me enamora tal y como está. Así que podríamos decir que…

HABEMUS LIBRO.

Os avisaré cuando esté a la venta y os aseguro que de algún modo, como sea, brindaremos juntos.



Los últimos meses han sido frenéticos. Demasiado, diría. Los días corriendo. Los domingos en casa. Los Martinis para soportar el estrés. Los dolores de cabeza (y de barriga). Los lloros y las sonrisas al desmenuzar tantas y tantas veces este corazón de fondant. Las canciones que me han acompañado en este viaje emocional hacia el centro de mi alma. Las noches sin salir. Los madrugones para exprimir las horas. La ilusión a mil por hora. Y las personas. Las nuevas, las viejas, las olvidadas. Todo ha rodado, todo ha girado, todo ha cambiado. Y la gente dice que este es mi año. Lo dan por hecho. Y yo lo sé también, pero no porque crea que voy a triunfar ni mucho menos, sino porque este esfuerzo y estas ganas han podido con todo el cansancio. Han hecho de mí alguien mejor en algunos aspectos (aunque peor en otros). Pero lo más importante, es que he aprendido de todo, he sentido, he pensado, he sublimado, como diría la persona que mejor teje tintas.

Los últimos meses lo han movido todo de sitio. He cambiado mis paseos de casa al trabajo y del trabajo a casa, por estar pendiente de los horarios del metro. He cambiado mi pelo largo y negro por una melena corta y más clara. Será que ya no quiero cosas oscuras. Será que ahora me gustan más los colores cálidos. Será que este cálido invierno me está cambiando por dentro.

POSTINV


Hay algo que me gustaría contar. Durante los meses que estuve escribiendo contenido para los relatos del libro, no quise leer ningún otro libro, no quería que nada me influyera, ni coger ideas de nada inconscientemente, ni querer parecerme a nadie. Así que ahora estoy leyendo sin descanso, mordiendo páginas, comiendo historias, alimentándome de sueños convertidos en capítulos. De los primeros libros que compré, fue el de ella. Ella, Myreia, escribe desde su buhardilla desde hace años. Y ahora, con su Mientras yo te espero ha conseguido, al menos a mí, cambiarme algo por dentro. “Mientras yo te espero”, te hace pensar. Te hace creer que alguien más en este planeta siente el amor de la misma forma que tú. Y te reconcilia contigo misma. Y te devuelve la fe perdida. Su protagonista cree en un amor que aún no ha llegado. Lo idealiza, lo piensa, le da forma en su cabeza. Imagina que está por el mundo, en algún lugar, con su vida, con sus cosas. Imagina que todo paso que da, que todo acto que realiza, tiene un significado, que todo le va llevando lentamente hacia él. Porque sabe que existe, que sí, que está por ahí. Y que llegará el día en que se encuentren. Porque el destino así lo quiere.

¿Quién cree en algo que no está? ¿Quién imagina cómo será ese amor que está por llegar?

No sé tú, pero yo ya no lo hacía. Con los años te acostumbras a amargarte la existencia, a poner tiritas antes de que salgan las heridas, a estar a la defensiva. Con los años dejas de creer en todo lo platónico, en todo lo poco probable. Y…  o acabas conformándote con el primero que te guiña un ojo, o acabas siendo la soltera de oro forever and ever. Y miras las películas con recelo. Y frunces el ceño. Y piensas en cuántos gatos adoptarás para acompañar tu soledad. ¡Y que viva la negatividad! Porque todas lo sabemos: el mundo está perdido, y para qué gastar las fuerzas en algo que va a salir mal. Y se te llena la boca de comentarios impropios de lo que eras tú hace algún tiempo. Impropios de una señorita en edad de merecer, válgame dios.

Mis comentarios más habituales en los últimos meses han sido:

El mercado está fatal.

Más vale sola que mal acompañada.

Que me quede como estoy.

Son todos unos incapaces emocionales.

Mira, allá va otro gilipollas que nunca jamás se comprometerá.

Anda, ¿que eres gay? Qué pena…
(Entre otros que no pienso publicar)

Y había olvidado lo que significa realmente el amor para mí. Y había olvidado, entre tanta capa de cebolla y tanta piel amurallada, que en realidad sigo siendo una torpe y tonta romántica. Una blanda. Un merengue encerrado en una coraza que ya empieza a cuartearse.

POSTLU


Mientras yo te espero. Qué bonito es creer que en cualquier parte, en el país vecino, en el piso de arriba, en el bar de la esquina o en el kiosko del barrio, está el amor de tu vida. Qué bonito creer que si algo ha salido mal es porque viene algo mejor. Que si un chico ha salido rana, es simplemente porque no era él. Y punto. Qué bonita forma de pensar. Qué bonito es creer en el amor. Pero creer de verdad y no de boquilla. Porque no nos engañemos, ya no creemos ni en nuestra sombra. Pensamos mal por defecto, nos quitamos el puñal de la espalda antes de que nos no claven. Generamos mal rollo con nuestra propia desconfianza. Y no debería ser así. ¿Por qué estamos tan amargad@s? ¿Por qué cuando alguien nos decepciona no podemos pensar que es porque no es nuestra persona y sí perder la fe en todo el mundo? 

Y no sé, pero yo me he propuesto dejar de ser tan cenizo. Cuando me tope con un capullo, prometo no decir que todos son capullos. Cuando algo me salga mal, no pensaré que me voy a quedar para vestir santos. Lo juro, lo firmo ante notario.



Y tú, seas quien seas, que sepas que te espero. Que si estás al otro lado del mundo, ya puedes ir viniendo. Si pasas por delante de mi, hazme alguna señal. Seguramente iré leyendo o escuchando música, con lo que no me enteraré. Así que, no sé, da un par de palmadas, o ráscate la cabeza. Lo tomaré como un indicio. Y te diré “hola, qué tal”. Si no eres tú, me pondré roja, volveré a darle voz a la música o a encender el Kindle y seguiré. Seguiré esperándote.

Que sepas que aunque a veces parezca huraña, tengo más de dulce que de amarga. Que me encantan las comedias románticas, aunque las critique (no se lo cuentes a nadie, pero la verdad es que no me importaría protagonizar una). Que sepas que aunque a veces esté enfadada con el mundo, no es a malas, es sólo que espero mucho de él, y a veces me decepciona. Y me hace replantearme cosas. Y me quita la sonrisa. Pero la suelo recuperar pronto, ¿sabes? Me río con gilipolleces, con chistes absurdos, con memes ridículos. Y también con las cosas patéticas que me pasan. Cuando vengas te contaré unas cuantas.

Que sepas que puedo pasarme horas empanada, te lo digo ya para que no te pille por sorpresa. Que me cuesta coger el sueño. Que mi punto débil es el cuello (por el dolor, digo). Que me encantan las velas y el incienso. Que cuando estoy sola en casa enciendo la tele para sentirme acompañada. Que nunca mantengo vivas las plantas. Y ¿sabes qué?  No creo que haya nada mejor que preparar una maleta. Que si vienes nos vamos de viaje. Pero tienes que venir, claro.

Cuando vengas te leeré algunas de las frases que hicieron nido en mi corazón y que consiguieron que volviera a creer. Puede que te parezcan cursis. O puede que no. Sea como sea, sé que entenderás mis rallazos, mis chorradas, mi pasión por las letras, mis momentos raros, mis canciones lentas. Si quieres te cuento por qué empecé a escribir tanto. Si quieres te cuento cómo quiero que empiece mi próxima historia.

postlun4


Porque ahora sé que si me dices que vienes, yo te espero.

M.



Si queréis votar mi blog en los premios 20blogs, podéis hacerlo aquí: VOTA

Recordad que hay que registrarse primero, pero no cuesta nada.

Dar estrellitas no puntúa (importante).

También podéis comentar si lo deseáis, lo que os parece el blog.

Fijaros que ponga “voto enviado”, plis.
GRACIAS.

<3 <3 <3

Archivado en: Cosas que contar(os), Relatos Tagged: Amor, La Buhardilla de Sam, lectura, libros, Mientras yo te espero, Myreia S. Vaquero, romanticismo, San Valentín
Fuente: este post proviene de La chica de los jueves, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Día 16. El mundo, de Jimmy Fontana, sonaba esta mañana en San Isidro desde el balcón de alguien, en el edificio que queda a la izquierda de mi casa. Sentada en el sillón de mimbre pintado de blanco, c ...

Día cinco. Durante estos días de confinamiento me he dado cuenta de varias cosas. Algunas son bastante absurdas, otras tantas tienen relativa importancia y, las que dejaré para el final, creo que marc ...

No. No siempre es fácil. El amor no siempre te hace reír. En ocasiones, no fluye la comunicación, el drama llama a la puerta por un mal gesto o por una palabra desafortunada, la verdad se esconde por ...

Antes. A veces, solo a veces, me reía de tu música. Eso que escuchas parecen cánticos de catequesis para niños. Me duermo. Parece que estemos en misa. Venga va. Quítalo. Y tú, durante unos instantes, ...

Recomendamos