Hoy era nuestro primer día completo en Sevilla y no se me borraba la sonrisa de la cara porque Sevilla me encanta, y poder despertar con la persona que quieres a tu lado en el lugar donde quieres estar es un privilegio.
Era un día soleado y alegre (como siempre en Sevilla) y salimos con mucha energía para recorrer la ciudad, ver sus monumentos y perdernos por las calles. Bajamos a desayunar a un barecito cercano donde servían cafés y tostadas, pero ya tuvimos otro encontronazo ¿por qué, qué hago yo mal? (prometo que yo siempre me levanto de muy buen humor! y lo digo sin sarcasmo).
Desayuno: nos sentamos en una mesa alta con unos taburetes que había en la terraza; la única que estaba limpia, y el camarero que había cercano a nosotros se dedicaba a limpiar el resto de mesas. Bueno, lo dejamos limpiar tranquilamente hasta que se metió al bar sin atendernos (no había nadie más en todo el bar). Seguimos esperando pensando "tendrá algo muy importante que hacer"... y entonces llegó una chica y se sentó en otra mesa. El camarero salió tranquilamente a atenderla y volvió a entrar al bar. Y yo que no me puedo callar me cabreé de nuevo (de verdad que no me gusta cabrearme!) y entré a preguntar por qué no me atendían. El camarero de la barra sin dejarme terminar de hablar empezó a gritarme: YA VAAA, YA VAAA... ¿y por qué no cogí y me fui de ese bar? pues ni p*** idea. Supongo que tendría mucha hambre.
Somos de la era de Google Maps y sabemos lo dependientes que somos del GPS, por eso quisimos hacernos los valientes y ver si éramos capaces de llegar a la Avenida de la Constitución sin mirar el mapa, recorriendo las callecitas de nuestro barrio, que todas eran iguales y monísimas. Bueno, nos alojamos en el centro y a pesar de todo, tuvimos que pedir ayuda a Google Maps. Pasamos por delante del hotel donde me alojé hace 15 años y no pude resistirme a entrar. Un elegante hotel 4* con un patio precioso en pleno centro de la ciudad. Quién pudiera volver a ese hotel...
Y llegamos al Ayuntamiento, un edificio enorme de estilo renacentista plateresco que no recordaba lo hermoso que era. Paseamos por Plaza Nueva y llegamos a la Catedral; hay que pagar para entrar pero tenía una zona abierta al público. >> Qué ver y qué hacer en Sevilla
Ayuntamiento de Sevilla
El solecito, la plaza y sus jardines, la gente y la grandeza de la Catedral de Sevilla (la más grande de España), los carruajes con sus pobres caballos... no paro de repetir que Sevilla me encanta y no hay en el mundo una ciudad que se acerque a ella.
Archivo General de Indias
Antes de visitar detenidamente la catedral, queríamos conocer el Archivo General de Indias, que es una pieza súper importante en la historia de España y además gratuito (hay que aprovecharlo). Y qué cosas: todavía no había entrado a verlo! . Aquí se almacena toda la documentación referente a las colonias españolas. Páginas con siglos de historia, textos del mismísimo Cristobal Colón, dibujos, mapas... suena interesante ¿verdad?
Interior del Archivo General de Indias
Para los amantes de la historia me parece un lugar fascinante que descubrir. La pena es que los documentos originales más antiguos (que es lo que más llama la atención) no están visibles al público, excepto en algunas exposiciones puntuales. La visita es más bien simbólica, cargada historia y tampoco lleva mucho tiempo. Nosotros, por ejemplo, vimos réplicas del Tratado de Tordesillas y de las Capitulaciones de Santa Fé. Parece increíble que esos dos papeles (la foto pequeñita de arriba a la derecha) hayan significado tanto en el transcurso de la historia.
En resumen: las Capitulaciones de Santa Fé es el documento que escribieron los Reyes Católicos en el que acordaban las expediciones de ultramar con Cristobal Colón y se repartían los beneficios que consiguieran en los territorios conquistados. En el Tratado de Tordesillas, los Reyes Católicos y Juan II de Portugal establecían un reparto del Océano Atlántico y el Nuevo Mundo para evitar entrar en conflictos. Este es el tratado que explica por qué las islas atlánticas y brasil fueron portuguesas y el resto fue territorio español.
La Catedral tuvo que esperar... era la hora de la caña y ya que estamos, hora de tapear. Nos esperaban varios días por Sevilla así que había tiempo de probar muchos bares, y nuestra primera recomendación por una sevillana fue la Taberna de Álvaro Peregil, con su extensa carta de vinos para probar: vino de manzanilla, vino de naranja... nosotros pedimos cañas :).
Y no una cañita sino un cañote. Situado en el barrio de Santa Cruz, en ese enredo de callecitas llenas de bares y terrazas; no podía estar mejor situado. Pedimos unas cuantas tapas donde no podía faltar un pincho de tortilla de hierbabuena, carne con patatas y un montaito de pringá; nos salió por 10 € por cabeza ¡tiradísimo! . Luego el café nos lo tomamos en otro barecito por cambiar y después... nuestra ansiada Giralda! .
Algunas tapas de la Taberna Peregil
>> La Giralda y la Catedral de Sevilla <<