© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Hay monumentos que, lejos de pasadas glorias y desinflados de sus originales dimensiones, lucen más como esqueletos descarnados de ballena: huesos roídos que han quedado varados en una playa para que el paseante rellene con su imaginación el envoltorio que se llevó el tiempo y devuelva, a aquel monstruo, un aspecto que ya no volverá a tener jamás.
Es lo que les pasa a las ruinas de Santa María de Carracedo, otrora un poderoso monasterio cuya influencia, económica sobre todo, se desparramaba por un amplio territorio de las provincias de León, Salamanca y Zamora hasta que el remolino de las Desamortizaciones del siglo XIX lo borraron, literalmente, del mapa. Piedra a piedra, igual que se había ido levantando durante siglos, se vino abajo en unas pocas décadas gracias a la habilidad, sobre todo, de quienes vieron en el negocio de la compraventa de piedras lo que ahora viene llamándose un lucrativo “nicho de mercado”.
Restos medievales del claustro reglar del monasterio de Santa María de Carracedo. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Es así cómo, entre otras cosas, parte de las escaleras del monasterio acabaron en el casino de Villafranca o la fuente del claustro regular en el parque de la Alameda de Villafranca. Desde este jardín, trazado según los gustos románticos del siglo XIX, “la Chata”, como se conoce a esta fuente de origen monacal, escucha cada año las declamaciones del Festival de la Poesía que tienen lugar allí con la misma atención que en su día prestaba atención al cántico de los monjes.
Por suerte, una afortunada restauración llevada a cabo a finales del siglo pasado, inclinada sobre todo a consolidar los restos del esqueleto monástico, permite ahora un paseo de evocaciones entre claustros y estancias medievales.
Iglesia de Santa María de Carracedo vista a través de uno de los arcos del claustro reglar. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Un poco de historia
Los orígenes de estas vetustas ruinas hay que situarlos en tiempos del rey Bermudo II, allá por 990, cuando el monarca, con el fin de procurar un lugar para vivir a los monjes que huían de las razias de Almanzor, les cedió en Carracedo una finca para su disfrute y uso. Así, nació en el lugar un primitivo monasterio, llamado de San Salvador, del que hoy no queda vestigio alguno.
Andando el tiempo, en 1138, la infanta doña Sancha, hermana del rey Alfonso VII, acomete la restauración de éste y lo cede a los monjes de Santa María de Valverde, un monasterio situado en la cercana localidad de Corullón. Y ahora sí, al mando del abad Florencio la fundación renace con tal fuerza que no tarda en crecer y multiplicarse apadrinando numerosas filiales en otros puntos de León, Galicia, Zamora y Asturias.
Sala capitular del Santa María de Carracedo. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
En el año 1203 tiene lugar la adscripción de la comunidad monacal, hasta entonces benedictina, a la orden del Císter, cambiado su advocación por la de Santa María y participando desde entonces, y hasta su posterior declive en el siglo XIV, en el poderoso desarrollo de esta orden en España. Gracias a ella logra el decisivo apoyo de algunos reyes y el consecuente aumento de las donaciones que automáticamente se generaban entre los nobles.
Por rematar el rápido cuento de lo que pasó, vale saber que tras el desmoronamiento del Císter, víctima de su propia poderosa influencia -relajamiento moral, corrupción económica, cesión de riquezas a cambio de protección…-, el monasterio se adhiere en 1505 a la Congregación de Castilla, de cuya mano vuelve a levantar el vuelo subiendo muchas posiciones en la tabla de influencias económicas, sociales, culturales y políticas.
Y como siempre sucede, el aumento de riquezas, poder e influencias se ve reflejado en las incesantes reformas que se acometen en el monasterio creando nuevas estancias que acojan a una comunidad en continuo crecimiento, levantando más grandes y modernos claustros, y hasta ampliando el mismísimo templo, echando al traste lo pasado de moda para levantar otro más acorde a la estética predominante. Luego llegó la Desamortización y sus consabidas consecuencias.
El resultado de tanto quita y pon es lo que se muestra hoy en la muy recomendable visita al monasterio de Santa María de Carracedo.
Tímpano en la puerta de acceso a la llamada “cocina de la reina” del monasterio de Santa María de Carracedo. Se cree que está representada la “dormción de la Virgen”, cuya alma es recibida por un dios Padre coronado como rey. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto
La visita
Esta comienza, casi de una manera imperceptible, al bajarse del coche, en el mismo aparcamiento del conjunto, dado que mientras se siguen las flechas que guían hacia la entrada lo que se hace, en realidad, es bordear el llamado Tercer Patio, hoy una enorme explanada en torno a la que se abrían las estancias de los novicios y la primitiva sala de los monjes.
Una vez alcanzada la actual recepción, el recorrido de la visita penetra en el claustro reglar, reconstruido en el siglo XVI, desde cuya zona central “La Chata” -en realidad, un niño sentado sobre dos jarros que echan agua-, observaba impertérrita el trasiego de los monjes. La fuente formaba parte de un complejo sistema hidráulico que, tras captar las aguas en las proximidades del monasterio, conseguía distribuirla en su interior mediante tuberías de piedra y cerámica para su uso en la fuente, la cocina y el lavatorio.
Desde este claustro una escalera lleva hasta tres de las estancias medievales que causan mayor impacto en la visita. Datan del siglo XIII y son conocidas como “las estancias de la reina” o “el palacio real” a pesar de que nunca cumplió ninguna de estas funciones. La primera de ellas es una sala cuadrangular con un gran óculo asomando al Tercer Patio. Pudo ser el oratorio del abad. Desde ella dos puertas comunican una con una antecámara y la otra, sobre la que luce un tímpano en relieve, con la llamada “Cocina de la Reina”. Lo cierto es que no se conocen muy bien sus primitivas funciones dentro del monasterio aunque se cree que pudo tener distintos usos a lo largo de los siglos. Es una estancia de aspecto noble, espaciosa y cuidada ornamentación en sus fachadas exteriores que, aprovechando la gran chimenea ubicada en uno de sus ángulos, pudo ser la estancia principal del abad, “calefactorium”, “escriptorium” o una lujosa sala de trabajo, muy bien iluminada y de ambiente más que confortable.
Sala capitular del Santa María de Carracedo. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
De vuelta al piso de abajo y continuando por esta panda quedan el locutorio, un pasaje de salida a la huerta y la sala capitular. Esta última, dada su función, tras el templo es el espacio más importante de cualquier monasterio. En el suelo de uno de los muros podemos ver cómo las conducciones de agua atravesaban la estancia comunicando la fuente del claustro con el acueducto exterior.
Desde aquí el paseo se dirige hacia la iglesia -que se ve solo en horario de culto-, rodea el claustro por la panda opuesta y culebrea por entre los restos del claustro de la hospedería, destinado a alojar a visitantes de paso y enfermos, del que apenas queda el arranque de muros y restos de suelo enchinarrado, posiblemente del siglo XVI o XVII.
Corredor de madera con vistas a las huertas y un viejo palomar del monasterio de Santa María de Carracedo. El Bierzo. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El remate a la visita se realiza recorriendo las exposiciones que ilustran sobre el desarrollo de los monasterios cistercienses en Castilla y León, ubicadas en el refectorio de los monjes, la zona de cocina y el almacén. En el piso superior, que da acceso a las estancias abaciales de invierno, una maqueta ayuda a recomponer con mayor precisión el envoltorio de este mastodonte monacal. Junto a ella, el amplio corredor de suelos de madera que antaño servía a los monjes para solazarse con la contemplación de sus huertas y su añejo palomar -todo paz, silencio y afanes- les brindaría ahora, a la vista del incesante tráfico que discurre por la A-6, no pocas reflexiones en torno al alocado ir y venir de nuestras modernas vidas.Santa María de Carracedo
Tel. 987 54 69 69. Horario: Invierno, martes-domingo, 10-14 y 16-18 horas. Verano, martes-domingo, 10-14 y 17-20 horas.
Información actualizada en julio de 2014
Mapa de situación
Y tú: ¿has realizado ya la visita? ¿qué es lo que más te llamó la ateción?
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