Y pregunté: “¿Sembrar el cordón umbilical?”. Ella contestó: “Sí, siempre que nace uno de ustedes, sembramos el cordón umbilical debajo de un cocotero. Envuelvo el cordón en un pedazo de tela de algodón y le digo a tu papá que traiga el cocotero. Él va por el cocotero, cava un hueco y lo siembra junto con el cordón umbilical”.
[...] Como yo necesitaba saber rápido, fui adonde mi abuelo. Él me dijo: “Cuando se siembra el
cordón bajo un árbol, así como crece el árbol, alto y recto, así será el hombre o la mujer sanandresano. No crecerá enfermizo, sino alto y fuerte, y en la vida será temeroso de Dios, fructífero y bondadoso, de espíritu amante con los vecinos y con todo el mundo”. Por eso todo isleño, tanto de San Andrés como de Providencia, siembra el cordón umbilical bajo un cocotero, un árbol de limón, un árbol de pera u otro árbol frutal.
“El cordón umbilical y el árbol de la vida”
(Fragmento de Nacimiento, vida y muerte de un sanandresano
de Lolia Pomare Myles y Marcia Dittmann).
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