Nos decidimos a madrugar para aprovechar bien el día. Tanto mi hermano como Daniel aprovecharon la buena situación de la cabaña en lo alto de la ladera para ver el amanecer entre las montañas; pero ni Diego ni yo llegamos a tanto y nos quedamos descansando hasta el último minuto.
Dejamos Geilo atrás y nos dirigimos a Rjukan por la Rv40, que está a unas dos horas de viaje; y por el camino atravesamos una carretera de montaña muy bonita llena de curvas, ríos, lagos y abetos, el paisaje predominante en el centro de Noruega.
Rjukan
Antes de entrar en Rjukan por la Rv37 ya puede contemplarse el imponente perfil del Gaustatoppen, la montaña más alta al sur de Noruega con 1883 metros de altura. Si hace buen día desde la cumbre puede contemplarse una sexta parte de Noruega, aunque nosotros no fuimos de los afortunados porque estaba bastante nublado.
Gaustatoppen
Para subir a la cumbre hay que seguir las indicaciones al Gaustatoppen, desviándonos a la izquierda antes de llegar a Rjukan y cruzando un paso a nivel y un puente estrecho. Desde ahí comienza el ascenso del puerto de montaña hasta el aparcamiento de la estación de Gaustabanen. En este punto hay dos opciones: subir a la cumbre a pie por una ruta señalizada o coger un tren que sube por el interior de la montaña.
Nosotros nos dividimos en dos grupos, los que estaban en forma subieron a pie por la montaña, mientras que Diego y yo elegimos el tren. El sendero parte directamente del aparcamiento de la estación y está bien señalizado con marcas rojas sobre las piedras, es un camino de ascenso de unos 700 metros y se tarda aproximadamente una hora y media en recorrer.
La segunda opción es usar el Gaustabanen (http://www.gaustabanen.no/en), una antigua instalación militar que nos sube hasta una plataforma muy cerca de la cumbre. Primero nos subimos a un tren que nos adentraba en línea recta en la montaña, y después cambiamos a un funicular que ascendía por un túnel hasta la parte alta. Tardamos unos 15 minutos en hacer la subida y Diego no soltó mi brazo en todo el trayecto observándolo todo como un poco asustado, eso si, en cuanto llegamos enseguida quería volver a subir.
Una vez en la plataforma hay que subir un tramo de escalones grandes de piedra hasta la antena de la cumbre, pero como recompensa (sobre todo para los que suben a pie) hay un refugio que sirve unos buenos gofres calentitos y café nada más llegar arriba.
Krossobanen
Si seguimos por la carretera principal y pasamos el centro de Rjukan nos encontraremos que una de las últimas edificaciones del pueblo es la estación de Krossobanen (http://www.krossobanen.no/en), un funicular que nos sube unos 900 metros de altura en aproximadamente 5 minutos.
Arriba nos encontramos de nuevo en el extremo sur del parque nacional de Hardangervidda, y desde la estación parten un montón de rutas de senderismo para recorrerlo. Entre los noruego es muy popular en invierno para practicar esquí de fondo. Al lado de la estación del funicular nos encontramos una cafetería mirador donde sirven comidas, que al estar situada en la ladera opuesta del Gaustatoppen tiene unas vistas impresionantes de la montaña.
Sabotørstien
Desde Rjukan podemos recorrer también la ruta de los saboteadores, Sabotørstien, que traza el camino que durante la segunda guerra mundial unos héroes noruegos recorrieron para destruir las instalaciones en las que los nazis estaban fabricando la bomba atómica. Las hazañas de éstos héroes se narran en la película Los héroes de Telemark, de 1965 protagonizada por Kirk Douglas.
La iglesia de madera de Heddal
Después de comer nos dirigimos a Heddal, donde se encuentra una de las iglesias de madera medievales más grandes que se conservan. La iglesia de Heddal data del s.XIII y es una stavkyrkje, nombre con el que se conoce a las iglesias tradicionales de madera de Noruega, que aunque son cristianas, están llenas de símbolos paganos como dragones y trolls. http://www.heddalstavkyrkje.no/lang/es
Recorrimos el camino del cementerio que rodea la iglesia, desde el que se consigue una buena foto, y nos entretuvimos un buen rato visitándola por dentro y por fuera. La verdad es que merece la pena la visita.
A las 5 nos pusimos de nuevo en marcha y cogimos la E-134 y la E-18 hacia Oslo. Después de un par de horas de viaje llegamos agotados a nuestro destino, por lo que cenamos en el apartamento y nos fuimos pronto a descansar para pasar nuestro último día visitando Oslo.
.