Roma era un destino obligado, donde pasamos casi 3 días con una ola de calor que llegaba a los 38° grados de máxima, poniendo a prueba la hidratación y el estado físico para recorrer la ciudad.
Llegada y contexto social:
En un principio pudimos notar que lo urbano común convive de forma casi natural con la cantidad de ruinas que alberga la ciudad. Cada 5 cuadras existe algún arco, muro o recuerdo de sus memorias del pasado que evocan que en ese mismo suelo se libraron guerras, marchas y decisiones que marcarían hasta hoy la forma en la que percibimos el mundo.
Algunos distritos de la ciudad parecen más olvidados que otros, ya sea por su menor peso histórico e ingreso percibido por habitante. Cabe mencionar, que en Roma hay una cantidad de inmigrantes muy grande, tanto legales como ilegales. Los últimos, son generalmente los más problemáticos ya que un porcentaje de ellos termina dedicándose a robar o alguna actividad delictual dentro de la ciudad. No recomendamos las estaciones de buses ni de trenes pasadas las 23:00 hrs por temas de seguridad.
Por otro lado, la presencia de militares en las calles es algo menor en comparación a París, pero cada ciertos lugares se pueden encontrar algunos camiones y grupos de 4 a 6 soldados armados con fusiles de alto calibre.
Lo recomendado de Roma:
Nuestros pasos nos dirigieron al Coliseo, al Monumento Victor Emmanuel II (si hay una muestra de poder e ímpetu es esta obra), El Vaticano, La Basílica de San Pedro, El Castillo de San Angelo. Cada destino con una historia y un propósito distinto tejen lo que finalmente termina siendo una ciudad con bastantes turistas, minimarkets de indios amables, calles largas y ruinas romanas en cada lugar.
No pudimos conocer numerosas ruinas marcadas en los mapas por temas de tiempo, pero suponemos que tienen el mismo valor histórico de todo lo que pudimos ver.
¡La comida es algo que no podemos dejar de recomendar y mencionar! Las pastas, pizzas, calzonis tienen un precio conveniente y es posible encontrarlos en muchos lugares de la ciudad ya sea para llegar o servir en los locales. Los precios están sujetos al peso de lo que uno vaya a comer y varía según el tipo de comida.
Conclusiones:
– Una ciudad tan grande como Roma siempre va llamar la atención y merece más de un solo viaje.
– De todas las ciudades en las que hemos estado en Europa es una de las que sentimos un mayor clima de inseguridad pero a la vez la primera donde pudimos apreciar la vida en familia como se suele dar en América Latina.
– Aprovechen otoño para visitar la ciudad, en verano el calor es insoportable.
Gracias por leer!, hasta la próxima entrada: Budapest, Hungría.