Sinopsis: El Café de Fontiña se ha convertido en el alma de una villa. Allí, las horas parecen eternizarse. Las tazas están siempre a rebosar, las estanterías plagadas de libros y en la barra lucen siempre unas flores vivas y frescas.
Tras dos décadas, la anciana dueña, Olivia Ochoa, no encuentra motivos suficientes para levantarse y seguir manteniendo la esencia de su Café. Las horas pasadas, como almas perdidas, regresan a su presente y le anuncian que su final no tardará demasiado.
Pero todavía no.
Porque Dorotea llamará a su puerta, como lo hizo Laura, como lo hacen los fantasmas. Y el tic-tac de la escritora deberá seguir sonando, porque sus horas no están resueltas a terminarse.
Reseña: Apenas hace un mes de mi viaje a Marafariña y tenia ganas de volver a visitar el mundo creado por Miriam Beizana. Porque, recordemos que en su anterior novela ya se mencionaba la creación de "Todas las horas mueren" por lo que entrar al café que regenta Olivia es un poco como volver al hogar que uno creía olvidado.
Voy a empezar por lo "negativo" que encontré a la novela. Y es que.... ¡Me hacía un lio!
Está narrada principalmente por sus dos protagonistas, Olivia y Dorotea y vamos a ir descubriendo su historia a través de diversos saltos en el tiempo que resultan algo caóticos en su lectura. Insisto en que esto es una apreciación personal, y en realidad es algo que queda solventado a medida que avanza la historia y empiezas a "encajar" las piezas.
Ya puedo dejar a un lado lo negativo para centrarme en lo positivo, que es... todo lo demás! Estamos ante una novela corta (apenas 200 páginas) llena de mujeres fuertes a pesar de lo malo que les ha tocado vivir y sobre todo, de sentimientos.
"Si la felicidad no es humana, entonces, ¿Qué es?"
Cuando Dorotea llama a la puerta de Olivia no es capaz de imaginar que se salvarán la una a la otra. Porque si algo nos queda claro en la lectura de esta novela es que las dos protagonistas se encuentran en un mal momento de la vida. La más joven en plena huida, y la mayor cansada de pelear contra la vida.
Me gusta imaginar esta novela como una pequeña obra de teatro. Sobre un escenario, el foco ilumina cada "escena", interpretada por distintas actrices según el salto temporal en el que estemos. Como tal, asistes muda y expectante hasta que cae el telón y conectas todos los puntos del mapa que ha trazado la autora.
Sin duda, "Todas las horas mueren" deja un regusto triste y cargado de melancolia al que no siempre nos apetece acceder en nuestras lecturas. Hay momentos para cada lectura, y entrar en el mundo de Miriam merece dedicarle un cierto ritual y leerla con cierto estado de ánimo, pues no se trata de una lectura ligera a la que recurrir a ratos aleatorios. Personalmente la leí en un par de tardes y no me dio la sensación de que fuera corta, si no que tenía la medida justa.
Hay otros personajes en la historia, pero personalmente me parecen más que figurantes: Clarisa por ejemplo, apenas habla en toda la novela hasta que hace una triste declaración, y Manuel, que actúa como apoyo de Olivia desde que llega a Fontiña no tiene más que un par de párrafos. Tal vez, siguiente el juego de la autora en su universo, sean personajes que encontraremos más adelante. Tal vez cuando Olga retome el texto de su madre...? Tendremos que esperar a "Marafariña - Segunda parte".