Tres cosas tenía esta novela que me hacían presagiar una buena lectura: la autora, Care Santos, que me hizo disfrutar de su novela Habitaciones cerradas. El título, Deseo de chocolate, que apetece degustar como una onza de puro chocolate negro, y su argumento: Tres historias en distintas épocas, ambientadas en Barcelona y con un eje central: el amor y, por supuesto, el chocolate.
Una chocolatera de porcelana blanca, con una grieta en su pico, acompaña a los protagonistas de estas tres historias, y a medida que retrocedemos en el tiempo, conoceremos también el origen de la pieza, así como el vínculo del chocolate con la ciudad de Barcelona.
La primera historia es la que menos me ha gustado de las tres. Nos ofrece un triángulo amoroso, titulado Guindilla, Jenjibre y Lavanda, entre Sara, que está casada con Max pero mantiene una relación con Oriol, el mejor amigo de su marido. Los tres se conocieron en un curso sobre chocolate y aunque el deseo se manifestó intensamente entre Sara y Oriol, con los años ella cedió al amor que sentía Max y terminaron casándose.
Pasas la historia pensando que Sara es una mala persona por estar engañando a un hombre como Max, pero es que Oriol es igual que ella y avanzas las páginas pensando, ¿en serio estoy leyendo este culebrón? yo esperaba una novela más bien histórica. Pero bueno, a medida que avanza la historia (y que conoces a través de flashbacks la historia de los tres) va mejorando y pasamos a la segunda: Cacao, azúcar y canela.
Aurora es sirvienta de la familia Turull. Su madre falleció al dar a luz, pero como acababa de nacer la tan deseada hija de la familia, Cándida, la señora de la casa decidió acoger también a Aurora. Con el paso del tiempo. Aurora pasa a ser la sirvienta y confidente de Cándida, hasta el día en que ella se fuga con un cantante de ópera, y ella tiene que rehacer su vida lejos del hogar donde creció.
La tercera y última historia se titula Pimienta, Clavo y Achicoria y nos traslada a la Barcelona del siglo XVIII. Mariana era la esposa de un chocolatero muy importante, inventor de una máquina para hacer chocolate. Los británicos y los franceses quieren adquirir ese ingenio, pero hay un problema: Férnandez, el chocolatero, falleció, y Mariana oculta este hecho ya que las mujeres no pueden ser chocolateras, y le arrebatarían la máquina o se vería obligada a casarse con alguien del gremio.
En resumen:
Una novela entretenida, tal vez no es la mejor que he leído de la autora (reconozco que la primera parte no era lo que esperaba de la novela) pero está muy bien escrita y documentada en su vertiente histórica, por lo que sin duda, disfrutarás de ella. Recuerda hacerte con un poco de chocolate para saborearla mejor.