Salir de la cama ese día fue durísimo, entre el viaje de locos, la recorrida a las apuradas y el partido de la NBA el día anterior nos había dejado de cama. El tren salía 6.10AM así que a las 5.15 arriba. Revisamos el recorrido hasta la South Station y no eran muchas cuadras así que decidimos ir caminando. El frío que hacía a esa hora no se lo imaginan.
Llegamos a la estación y pasamos por el querido Dunkin Donuts que estaba cerrado!!! Por suerte cerquita había un Starbucks, mientras Eli compraba café yo revisaba los carteles para ver de que plataforma salía el tren. Ya con la info y cafeína necesarias, salimos hacia el anden.
En el andén había un montón de guardas ordenando a la gente, siguiendo las instrucciones llegamos a nuestro vagón. Hermoso, asientos cómodos, wifi y por sobre todas las cosas: calentito. Además contaba con buen lugar sobre los asientos para dejar pertenencias lo cual hace aún más cómodo el viaje.
Nos ubicamos en dos asientos y a los pocos minutos pasó el guarda a controlar los boletos. Más allá de la típica perforadora, los guardas de Amtrak tienen un lector para los e-tickets.
Mi cara de sueño y mi cara de
Del viaje no recuerdo mucho, no se si me dormí o me quedé hipnotizada por la cantidad de nieve que caía. Solo recuerdo las estaciones de las ciudades más chicas, todo nevado, cómo sacado de una película.
Haga click para ver el pase de diapositivas. Ya llegando a Nueva York la tormenta pegaba lindo y no se veía mucho más que nieve y viento. Les dejo un video que filmamos en el tren de la nieve cayendo, la verdad nos encantó.
Luego de 4 horas llegamos a Penn Station en Nueva York, la verdad que no es una linda estación, es bastante fea. Hacía unos días había buscado un local de Krispy Kreme, unas donas increíbles que me había recomendado un amigo que vivió en Orlando un tiempo. El local quedaba en algún rincón de esta gigante terminal, decidimos intentar encontrarlo. Luego de un par de vueltas y unas cuantas consultas llegamos al local! Nos compramos dos donnuts y salimos contentos.
Afuera estaba terrible, la nevada de la noche en Nueva York había sido realmente fuerte y casi no circulaban autos por temas de seguridad. Encima estaba lloviznando razón suficiente para ir hasta al hotel a tomar un café en el entrepiso, disfrutar de las donnuts y decidir los planes para el resto del día.
El día estaba horrible, pero habíamos logrado escapar de la tormenta de nieve y después de todo ¡¿Quién nos quita lo viajado?!