RE-VISUALIZANDO ALASKA



Nací en la Isla del Príncipe de Gales, Alaska. Seis meses más tarde, morí.

Contraje meningitis espinal cuando alcancé los seis meses. Tuve una fiebre muy alta y, finalmente, mi cuerpo dejó de funcionar. Vivíamos en un campamento maderero llamado Coffman Cove, únicamente accesible por hidroavión o barco. Otro niño contrajo el mal en el aeropuerto de Seattle. No sobrevivió. Yo morí mientras me transportaban de emergencia en avión a Ketchikan, Alaska.

El copiloto me tomó en sus brazos y me resucitó.

Cuando la gente escucha que viví en Alaska se pregunta cómo es que sobreviví al hielo y al frío. No todo es hielo y nieve en Alaska: Alaska, es enorme. El sureste no recibe tanta nieve como la gente piensa; en realidad es un bosque templado lluvioso. Ketchikan recibe un promedio de 137 pulgadas de precipitaciones al año, más de 11 pies.

Esa cantidad de lluvia hace que la Isla del príncipe de Gales sea uno de los lugares más hermosos en los que he estado. El paisaje y la fauna son increíbles. Los únicos grandes mamíferos son el oso negro y el ciervo Sitka de cola negra. La ardilla voladora del Príncipe de Gales, no se encuentra en ninguna parte del mundo.

Crecí en este salvaje entorno y me moví mucho desde pequeño. Terminé asistiendo a trece escuelas, viví en cinco estados y no sé en cuantas casas. Lamentablemente no llego a visualizar ningún lugar de los que he vivido. No puedo decir nada acerca de mis escuelas, habitaciones, maestros o amigos. Creo que debido a la fiebre alta asociada con meningitis espinal, cuando cierro mis ojos no puedo visualizar. Leí en alguna parte que menos del 1% de la población no puede visualizar. Es difícil de explicar cómo esto afecta a mi vida. Pero uno de los mayores problemas con los que trato es el recuerdo de las caras de las personas y el recuerdo de los lugares en los que he estado. Mis recuerdos no son imágenes en mi mente. No puedo ver lo que mi madre, cónyuge o hijo parecen cuando cierro los ojos. La forma en la que combato mis problemas de visualización es etiquetar todo en mi mente. Uso palabras para describir lo que todo parece y la etiqueto en mi mente. Esto no es una solución perfecta, pero sí ayuda.

Debido a mi cerebro de palabra-orientada, siempre he estado fascinado con la adquisición del lenguaje. Cuando yo era joven leí sobre niños salvajes, niños aislados del contacto humano. Aquellos tienen poca o ninguna experiencia en el cuidado humano, comportamiento, o bien, del lenguaje humano. Desde ese día me he preguntado, ¿Qué pasaría si no se tuviera un idioma? ¿Se puede siquiera pensar? Piensa en algo que esté hablando en tu cabeza. ¿Cómo hacerlo sin el lenguaje? ¿Podrían ser sólo imágenes? ¿Qué pasaría con un cerebro como el mío, vacío de imágenes y nunca tener palabras que utilizar?

Dejé la isla y regresé durante mi infancia, alejándome para siempre en 1993 con pocas cosas guardadas en mi mente para recordar el lugar. Pero mi padre vivió en la isla durante la mayor parte de su vida. Era básicamente un ermitaño. Llegó cuanto tenía 18 y se jubiló a los 50. Falleció hace unos años atrás y nos dejó a mi hermano y a mí, algunas cabañas y tierras. Ahora las alquilamos. Volví a la isla cuando él murió para atar los cabos sueltos. Tomé toneladas de fotos. Ahora mi colección de fotos es mi memoria visual para no tener que confiar de más en mis etiquetas. William Cunningham

Columbia, Mo - EE UU

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