Reseña: Olympia es la cuarta hija de la familia Binewski. Sus padres, Al y Lil, buscan la perfección de las mutaciones de sus hijos para poder, hablando en plata, traer nuevas estrellas que aporten beneficios al espectáculo itinerante de su circo. Aunque eso suponga que haya hijos que no hayan sobrevivido más allá de unos meses de embarazo. Que los padres guarden y veneren los frascos de formol con los fetos de los que podrían haber sido sus hermanos, como un recordatorio de lo que podría haber sido, es uno de tantos ejemplos del extraño amor, y en diversas ocasiones, perjudicial y tóxico, que rodea a esta familia.
El presente de la historia nos muestra a Oly viviendo una vida aparentemente normal, con un apartamento y un trabajo en la radio. Pronto descubriremos que su cometido es en realidad espiar a su hija, Miranda, que no llegó a conocer a su madre pero a la cual no dejó de vigilar y proteger pese a la distancia y el anonimato. Para comprender mejor qué ocurrió con Oly, y cómo llegó a esta situación, la novela nos transportará del pasado al presente del personaje conociendo así la historia de la familia Binewski, así como la parte que realmente me resultó más interesante: la del circo ambulante. Tengo que admitir que la parte del “presente” se me hizo ligeramente repetitiva, y en ocasiones estaba deseando volver atrás para seguir con la historia (aunque acabé odiando a prácticamente toda la familia, especialmente a las siamesas y a Artie).
No estamos ante una historia amable, y en ciertos momentos puede resultar a llegar algo desagradable debido a los temas que aborda. El servilismo de Oly, tratando de ser amada por Artie raya el querer tirar el libro por la ventana en más de una ocasión, aunque aún con sus defectos es una lectura entretenida y que nos muestra, sin dudas, que ninguna familia es perfecta.
En resumen: Una historia retorcida, que nos muestra las peores versiones de los seres humanos y el intento de redención que ofrece la protagonista hacia todos ellos. Puntuación: 375/5.