El tiempo es un recurso valiosísimo que no podemos permitirnos el lujo de malgastar. Cualquier persona que desee tener éxito debe gestionar su tiempo de forma inteligente, sea cual sea la tarea en la que lo emplee. Sólo así se logra avanzar y ser eficiente. Para conseguirlo, algunos de los siguientes principios te serán muy útiles
Determina qué es urgente y qué es importante
Si no tenemos claro qué tareas son urgentes y cuales son importantes, nuestro trabajo estará sumido, permanentemente, en un caos organizativo. Es necesario dar prioridad a las tareas que han de estar finalizadas en un momento determinado, y a su vez, no dejar de lado aquellas otras que son necesarias para alcanzar los objetivos a medio y largo plazo. Sólo si gestionamos de forma correcta lo urgente y lo importante, fluiremos de manera natural hacia las metas establecidas.
Céntrate en una única tarea al mismo tiempo
La dispersión es enemigo mortal de la eficiencia. Pretender avanzar en varias tareas a la vez impedirá que nos concentremos adecuadamente.
Elimina distracciones
Consultar el correo con frecuencia, atender llamadas o interrumpir las tareas por temas menores tiene un alto coste en la productividad al final de la jornada. Las distracciones hay que eliminarlas por completo.
Márcate objetivos a cumplir en determinado plazo
Una meta sin fecha de realización termina por ser un objetivo que nunca se alcanza. Sea cual sea el punto al que deseas llegar, hay que asignarle una fecha y tenerla en mente en todo momento. Ese plazo debe ser realista, pero también lo suficientemente "incómodo" como para no permitir la relajación. Sólo si nos obligamos a dar lo mejor de nosotros mismos lograremos optimizar el tiempo como recurso, y esto exige establecer objetivos y plazos que requieran por nuestra parte, cierto nivel de esfuerzo.
Utiliza un software de control de tiempo
Utilizar un software de control de tiempo puede ser una de las decisiones más acertadas para quien trata de maximizar su productividad. Se trata de una herramienta diseñada específicamente para controlar todos y cada uno de los puntos anteriormente expuestos, con lo que, de algún modo, elimina el factor "humano" que en muchos casos nos impide mantener el nivel deseable de autodisciplina.