Creo en el valor de la tradición aunque desde hace años no hago otra cosa que transgredirla. Creo en los rituales y en el significado de las acciones repetidas simbólicamente que los consolida. Creo en la familia: la que tenemos porque nacimos con ella, la que elegimos para compartir la vida, la que creamos cuando decidimos tener un hijo.
Desde que tengo memoria recuerdo las manos de mi madre preparando la navidad. Sus tradiciones son tan desmesuradas como pródigas. Y preparar la navidad era armar juntas el árbol -verde y brillante, obviamente- el 8 de diciembre, organizar la cena casera hasta los más mínimos detalles, pensar en los regalos para todos sin excepción fuera cual fuera la edad, realizar las compras con tiempo y de forma ordenada, reunir a los seres queridos con una mesa puesta con esmero y darles lo mejor de ella.
Claro, quienes conocen a esta desmesurada estarán mirando las fotografías que acompañan estas palabras con un desconcierto justificado. Dudando si estoy sufriendo una crisis de la mediana edad y, en honor a las pasadas navidades en familia, me decidí a preparar pan dulce casero. Les resuelvo el enigma rápidamente. No: no me abdujeron seres de otro planeta y me insertaron un chip misterioso que despertó mi amor por la cocina. Lamento decepcionarlos. Lamento decepcionarte amor, sigo sin cocinar. Mis desmesuras siguen siendo otras. El pan dulce que ilustra mi relato (en realidad son seis pan dulces, para ser exacta) lo hizo Delia, mi madre, durante la tarde de este domingo previo a navidad. Con una fluidez increíble para prepararlo en la cocina de mi casa que, honestamente, no es la más cómoda para expresar las habilidades de una cocinera. Mientras tanto, entre harina y levadura, yo troquelaba y pegaba estrellas para decorar la navidad con guirnaldas de papel reciclado.
Preparé también las tarjetas festivas para regalarle a mi familia durante la cena del 24 de diciembre y decoré porta-velas para iluminar la noche-vieja de Playa Grande. Todo pensando en ellos, los más chicos de nuestra familia: Camilo y Paulina. Incluso este árbol de navidad "hecho a mano" que mi hijo no consideró para nada navideño. Detalles para que en el futuro próximo -más próximo de lo que imagino seguramente- cuando piensen en la navidad, tengan los mismos recuerdos felices que yo tengo. Y se acuerden del pan dulce de la abuela, claro.
Rompiendo con todo los esquemas, incluyo en este relato la receta del pan dulce de Delia, para que pienses qué tan inspirada para cocinar te encuentra la semana de la nochebuena.
Receta fácil de pan de navidad
Confieso que soy una simple observadora, por lo tanto, voy a intentar registrar con la mayor fidelidad posible, cada uno de los pasos que siguió mi madre para preparar seis pan dulces de medio kilo cada uno. Primero que nada, los ingredientes:
6 huevos
150 grms de manteca
1 kilo de harina
4 cucharaditas de agua de azahar
60 grms de levadura de cerveza
1 taza de leche tibia
1 copita de cognac
1 cucharada de esencia de vainilla
300grms de azúcar
2 cucharadas de miel
1/2 kg de pasas
1/2 kg de fruta abrillantada
1/2 kg de nueces
Este pan de navidad tiene únicamente dos secretos: saborizar las pasas de uva con cognac por un par de horas. Y suavizar la mezcla con miel para incrementar el sabor dulce, mejorar el color y la textura.
Procedimiento: paso a paso
La preparación de este pan dulce es la tradicional. Voy a intentar sintetizarla en diez pasos y hacerlo de la forma más clara que me sea posible. Disculparán el despropósito de pasos, no se olviden que quien escribe tiene nociones muy básicas de cocina.
1- Tamizar la harina con el azúcar y una pizca de sal y formar una corona, colocando dentro la manteca y los huevos.
2- Batir hasta lograr una consistencia cremosa.
3- Agregar la levadura disuelta en leche tibia. Incorporando los otros elementos líquidos en este momento: cognac, agua de azahar y vainilla.
4- Se debe batir la preparación hasta incorporar toda la mezcla y si es necesario añadir un poco de leche tibia para mejorar la consistencia.
5- Con la masa preparada se forma un bollo que debe cubrirse con una tela de algodón para que repose hasta que adquiere el doble de su tamaño.
6- Estirar la masa, dejándola abierta para incorporar la manteca y un poco de harina. Muy poca harina.
7- Colocar la fruta y amasar con cuidado para incorporarla.
8- Cortar los bollos (en este caso seis) y colocarlos en los moldes enmantecados. Nuevamente deben dejar que la masa aumente al doble de su tamaño.
9- Pintar con huevo y hacer un corte en forma de cruz.
10- Cocinar al horno con calor moderado, aproximadamente 2 horas.
¡Resultado final! Brillante y casero. Muy de Delia. En palabras de ella: "un bandidito", que es el adjetivo con el que califica a todas las recetas que hace "a ojo".
Tengo 24 horas más de preparativos... algo más se me ocurrirá o con algo más podrán inspirarme contándome sus propias tradiciones navideñas. ¡Feliz comienzo de semana!