Querido mundo,
Desde hace un mes, nuestro coche se ha convertido en un pequeño barco que navega por tierras italianas. Y nosotros, en un par de marineros con mucha hambre de aires mediterráneos.
Surcamos en silencio, sin prisas, buscando rincones que seduzcan a la cámara. No nos lo ha confesado pero, parece ser que se siente atraída por el color oro de las espigas y su hipnótico vaivén.
Recogemos las velas y por unos momentos navegamos a la deriva.
Allá, en el horizonte, oteamos mares infinitos de suaves olas verdes. Cada cresta está salpicada por pueblos, cada cual más pintoresco, y sus valles huelen a una mezcla de uva, olivos y vida slow.
A veces nos da por pensar cuál sería la mejor manera de expresar la felicidad con palabras.
Mientras el sol se pone a lo lejos, llegamos a la conclusión de que no las hay. La felicidad no tiene definición en sí misma. La felicidad es un sentimiento de bienestar prolongado, un estado de completa paz interior aquí y ahora.
Mediterráneamente tuyos,
Viajeros Reverdes