De todos es conocido que hay películas que te marcan de por vida, algunas te traumatizan, y otras, consiguen hacerte pensar, razonar y en cierta manera evolucionar, vaya, que actúan como una buena bofetada a tiempo.
Cuando a mediados de los 80 se hizo público que el galán de Hollywood Rock Hudson había muerto de una enfermedad llamada SIDA empezaron a correr ríos de tinta, la mayoría con el dedo acusador a la comunidad LGTB (con los homosexuales en la cabeza). La bomba estaba echada y el blanco apuntado. A comienzos de los 90 el dedo acusador se encogió, cuando jugador de básquet, heterosexual, Earvin “Magic” Johnson anunció que tenía el virus.
Por esas fechas, y con la pandemia del SIDA en boca de todos, se empezó a trabajar en la película que hoy os queremos comentar, llegó a las carteleras en 1993 de la mano de Jonathan Demme, y se titula: “Philadelphia”.
“Philadelphia” empieza presentándonos a Andrew Beckett (a quien da vida Tom Hanks), un joven abogado de un gran bufete de la ciudad de la libertad, de los padres de la Patria americana, Philadelphia. Andrew es un trabajador incansable que convive con un secreto de su salud, tiene VIH.
Un día, después de ganarse la confianza de los socios fundadores, a Andrew le es asignado un gran caso para un cliente importante del bufete. Con todo, esa misma noche, uno de los socios le pregunta por un moratón que tiene en la frente, a lo que Andrew le contesta que se dio un golpe.
La siguiente semana es de trabajo duro preparando el pleito en medio de un empeoramiento de su salud, con todo, logra dejar la demanda sobre su mesa con una copia en el ordenador. Unos días más tarde, Andrew tiene que ir al hospital y durante su estancia allí, recibe la llamada de que la demanda ha desaparecido y tienen que entregarla ya. Por suerte, aparece una copia archivada donde no tocaba.
Días más tarde, Andrew es reunido ante los socios fundadores que, fulminantemente le despiden por “incompetente”.
Como imagina que su incompetencia es solo una excusa, Andrew busca un abogado para ir contra su bufete encontrándolo en Joe Miller (a quien da vida Denzel Washington) un hombre con muchos prejuicios hacia los homosexuales (tiene una mentalidad bastante homofoba) y que tiene mucho miedo hacia el SIDA. De entrada y pese a creerse a Andrew, Joe rechaza representarle en su caso.
Después de hablarlo con su mujer y de encontrarse a un demacrado Andrew en la biblioteca donde ve como es discriminado públicamente, Joe decide ayudarle y toma todo el peso de su caso contra su ex empresa.
Durante el juicio, largo y duro, Joe y Andrew deben enfrentarse a constantes ataques y a intentos de demostración de la incompetencia de Andrew, pero poco a poco, la homofobia y el SIDA se van haciendo más presentes, tan presentes como fuerte se va haciendo la amistad entre Joe y Andrew, y más se debilita la salud de Andrew.
Joe y Andrew en las interminables sesiones del juicio
Y como es evidente, y pese a que estamos ante todo un clásico, hasta aquí lo que os podemos contar del argumento de “Philadelphia”.
Una de las cosas que más nos ha sorprendido de “Philadelphia” es su sobrio montaje, sustentado en vez de en la vida privada de su protagonista, en el juicio que este emprende contra la empresa que le ha despedido. Esta situación le transfiere a “Philadelphia” la posibilidad de contar y transmitir la vida normal de sus dos protagonistas, Andrew con su familia y su novio (interpretado por Antonio Banderas) y Joe con su esposa y su hija recién nacida, e incidiendo en los problemas de rechazo, por su sexualidad y su enfermedad, que sufre Andrew en su día a día.
En su lado negativo nos encontramos que, “Philadelphia” tiene un avance irregular en su trama lastrado quizá, por su imposibilidad de mostrar el paso del tiempo de forma creíble ya que, únicamente tenemos el deterioro físico de Andrew como referencia y al final, da la sensación de caer en la precipitación. También falla un poco, en la profundidad del drama que viven Andrew y su familia, quizá por el puritanismo yanqui, pero se hubiese agradecido algo más de drama.
Interpretativamente, “Philadelphia” supuso un antes y un después para tres de sus intérpretes, para Antonio Banderas, quien interpreta a Miguel (el novio de Andrew) supuso una entrada por la puerta grande a Hollywood, para Denzel Washington, su papel de Joe Miller le permitió, además de construir un gran personaje (el que más evoluciona durante toda la película), llegar a la cima del firmamento de Hollywood donde su papel aún se recuerda a día de hoy. Con todo, el cambio más grande lo supuso para Tom Hanks, un hombre que, hasta que dio vida, magistralmente a Andrew, era famoso por hacer comedias y desde entonces, se ha encumbrado en grandes producciones.
Sin lugar a dudas, y pese a que los agujeros que tiene, “Philadelphia” es una gran película, con grandes interpretaciones que trata un tema nada fácil, haciéndolo realmente bien. Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “Philadelphia” es de un 8 sobre 10.
Título original: “Philadelphia” – USA – 1993
Dirigida por: Jonathan Demme
Duración: 119 minutos
Género: Drama, LGBTI