© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Entre la iglesia de San Pablo y el palacio de Pimentel se abre la calle Cadenas de San Gregorio, a la que se asoman las distintas sedes que conforman en la actualidad este museo: el colegio de San Gregorio, el palacio de Villena, la Casa del Sol y la iglesia de San Benito el Viejo.
Fachada del Colegio de San Gregorio. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
El colegio de San Gregorio fue una importante fundación impulsada directamente por el obispo fray Alonso de Burgos en el año 1487, notable personaje de su tiempo cuya proximidad con los Reyes Católicos -llegó a ser confesor de Isabel la Católica-, le facilitó el desarrollo de muchos de sus proyectos. Éste, en concreto, que en 1500 fue puesto bajo patronato real, pasaba por la constitución de un colegio que, además de completar la oferta formativa universitaria de la ciudad, sirviera como centro de estudios dominicos y foro teológico en el que se vivieron apasionantes debates.
Un debate para la Historia: la controversia de Valladolid
Una discusión de gran relevancia histórica, conocida como Controversia de Valladolid, tuvo lugar en el colegio de San Gregorio en 1551. El tema de discusión perseguía saber si era justo o no el trato que los conquistadores daban a los indios en los nuevos territorios de la Corona. Los debatientes fueron, en defensa de un trato más humano para las comunidades indígenas, fray Bartolomé de las Casas, y en defensa de la empresa militar a cualquier precio, el doctor Ginés de Sepúlveda. Fray Bartolomé de la Casas escribió una buena parte de su Historia de las Indias entre las paredes de esta institución.
El origen arquitectónico del colegio está en la capilla del Cristo que fray Alonso de Burgos mandó construir para sí en el lado derecho del crucero de la iglesia de San Pablo, pero que posteriormente ideó para que fuera compartida como capilla ?y germen- del colegio que tenía intención de fundar y cuyas dependencias comenzaron a extenderse en torno a las del convento dominico. La capilla fue realizada entre 1484 y 1490 por el maestro Juan Guas, con la colaboración de Juan de Talavera en un bello estilo hispanoflamenco. Durante la invasión francesa se perdió el retablo de la capilla y el sepulcro del prelado, obra de Felipe Vigarny, quedando concentrada la mayor parte de la labor escultórica en la tribuna del coro y órgano. En la actualidad alberga diversas piezas pertenecientes al museo, como el retablo del convento de La Mejorada, de Olmedo, realizado en su mayor parte por Alonso Berruguete en 1523. La sacristía de la capilla fue realizada por Simón de Colonia en 1499.
A ambos lados del retablo están situadas las figuras orantes de los duques de Lerma, realizadas por Pompeyo Leoni y Juan de Arfe en bronce fino dorado al fuego. El todopoderoso Duque, valido de Felipe III, no dudó en encargar a Leoni una obra que emulara la solemnidad y riqueza de las estatuas que el escultor había realizado para la familia real en El Escorial. No en vano el Duque tenía proyectado convertir la capilla mayor de la iglesia de San Pablo ?y la iglesia entera, a la que colmó con sus escudos- en su particular mausoleo. Asombra la ejecución del trabajo de los vestidos. En la capilla también puede verse el sepulcro del obispo Diego de Avellaneda, realizado por Felipe Vigarny en 1536 para el monasterio de La Espeja (Soria), y parte de la sillería que perteneció al convento de San Francisco de Valladolid.
Detalle. Fachada del Colegio de San Gregorio. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
Del resto del colegio sobresalen por meritos propios la espectacular fachada exterior, el claustro y su escalera. No hay datos ciertos sobre la autoría de la hermosa fachada del colegio, si bien se cree que fue trazada entre 1495 y 1499 y que, muy probablemente, sus autores pudieron ser Simón de Colonia o Gil de Siloé. Ha sido descrita como un gran tapiz de recargada decoración y una elevada intención simbólica cuyas alegorías no son del todo comprensibles en algunos casos. Para disfrutarla como se merece es necesario tomar algo de perspectiva, situándose en el centro de la plaza que se abre ante la puerta. Así se aprecian mejor las dos partes en que se divide la fachada. En la inferior, la puerta aparece enmarcada por un dintel repleto de flores de lis, correspondiente al blasón de fray Alonso de Burgos y sobre él un tímpano en el que se ve al propio obispo arrodillado ante san Gregorio, bajo cuya advocación está el colegio, todo ello enmarcado por un trabajado arco carpanel. La zona superior tiene una lectura simbólica estructurada en torno al gran árbol que emerge de un estanque como alegoría del Árbol de la Ciencia brotando de la Fuente de la Vida. Sobre sus ramas el gran escudo de los Reyes Católicos hace patente la protección otorgada por la monarquía. Diseminados por la fachada pueden verse también figuras humanas representando hombres peludos, salvajes ?junto al a puerta-, guerreros y, más arriba, maceros junto al escudo real.
Tampoco se sabe mucho acerca de la autoría del claustro aunque, de nuevo, se apunta hacia Simón de Colonia, Juan Guas o Bartolomé de Solórzano. La bella escalera que comunica sus dos pisos aglutina los tres estilos arquitectónicos que convivían en ese momento: el gótico, en la balaustrada y parte baja de los muros, el almohadillado renacentista de las paredes y la techumbre mudéjar.
El gigantesco caserón situado del otro lado de la calle es el palacio de Villena, levantado en el siglo XVI como vivienda de los Velasco, familia entroncada con los Condestables de Castilla. Su traza corresponde al arquitecto Francisco de Salamanca y en él destaca el amplio patio, característico de los palacios vallisoletanos, y la escalera. En el exterior, frente a una de las esquinas del edificio que da a la calle Cadenas de San Gregorio se encuentra el conjunto titulado Lo profundo es el aire, formado por una encina y una pieza metálica, realizado por Chillida con motivo del homenaje de Valladolid a Jorge Guillén que tuvo lugar en noviembre de 1982.
Piezas de la Sala Manierista del Museo Nacional de Escultura expuestas en el Palacio de Villena. Valladolid. Castilla y León. España 2006 © Javier Prieto Gallego
Al final de la calle, y formando parte también del conjunto de edificios pertenecientes al museo, se sitúa el palacio de los condes de Gondomar, conocido como La Casa del Sol en alusión al astro que corona la heráldica de la fachada. Fue propiedad, en un principio, de Diego Sarmiento de Acuña, hábil político al servicio del rey Felipe III. Tras la adquisición del palacio, que transformó a su gusto para que tuviera el empaque que él pretendía, asumió el patronazgo de la iglesia colindante, San Benito el Viejo, que quedó integrada en el conjunto palaciego casi como una especie de capilla privada. Desde el exterior lo más visible es el gran escudo de los condes de Gondomar esculpido en la cabecera del templo. Desde el año 2012 acoge fondos del antiguo Museo Nacional de Reproducciones Artísticas.
Casa del Sol. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
El Museo Nacional de Escultura
En función de las remodelaciones y adquisiciones que se han llevado a cabo durante los últimos años, las distintas colecciones del museo se han venido acomodando a los espacios disponibles en estos tres edificios. Los orígenes del museo se remontan a la colección que comenzó a formarse tras los decretos de desamortización del siglo XIX con piezas recogidas de las iglesias y conventos de la ciudad. Engrandecida con el paso de los años, la colección estuvo ubicada en la Real Academia de Bellas Artes y en el colegio de Santa Cruz hasta que, al pasar al colegio de San Gregorio, en el año 1933, alcanzó la denominación de Museo Nacional de Escultura Policromada. En el año 2008 esta denominación fue cambiada por la de Museo Nacional Colegio de San Gregorio y en la actualidad es conocido como Museo Nacional de Escultura.
El núcleo principal de las obras que atesora corresponde a un magnífico conjunto de escultura religiosa española de los siglos XIII al XVIII, fundamentalmente realizada en madera. En él se recogen algunas de las obras maestras que salieron de los talleres vallisoletanos del Renacimiento y el Barroco, especialmente representados por las figuras de Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gregorio Fernández. En el recorrido por los diferentes espacios destacan por su envergadura y la capacidad de despertar emoción obras como el Entierro de Cristo, de Juan de Juni, o el Cristo yacente y La Piedad, de Gregorio Fernández. Sin embargo, el interés de la visita va mucho allá de este periodo y estos artistas, ofreciendo la impagable contemplación de conjuntos como el del retablo mayor y sillería del coro de San Benito el Real, Calvarios, Vírgenes y un sin fin de obras de autores como Felipe Vigarny, Diego de Siloé, Pedro de Mena, Pedro de Sierra, Alonso Cano o Juan Alonso Villabrille.
Unos visitantes contemplan una obra de Juan de Juni en una de las salas del Museo Nacional de Escultura que durante su reforma estuvieron instaladas en el Palacio de Villena. Valladolid. Castilla y León. España 2006 © Javier Prieto Gallego
Tres colecciones de excepción
01 Toros y toreros. La tauromaquia está presente en el museo a través de una singular colección de pequeñas figuras de madera probablemente encargadas por el monarca Carlos IV. Estas veintisiete figuras se agrupan en diferentes escenas relacionadas con los festejos taurinos que tenían lugar a finales del siglo XVIII. 02 Belén napolitano. La tradición belenística napolitana, que alcanza su momento cumbre en el siglo XVIII, ofrece un bellísimo ejemplo el museo a través de un Nacimiento compuesto por 620 figuras reunidas a lo largo de los años por la familia García de Castro. La verosimilitud de las escenas, ambientación y virtuosismo que componen este conjunto de pequeñas piezas es digna de todo el asombro y atención. 03 Los pasos del museo. En un espacio aparte, en la zona posterior de la Casa del Sol y San Benito el Viejo, el museo custodia y exhibe durante todo el año un grupo importante de los pasos procesionales que desfilan durante la Semana Santa vallisoletana. Con muchas de sus figuras realizadas por los grandes imagineros castellanos del siglo XVII, especialmente Gregorio Fernández, ofrecen una oportunidad inmejorable para una contemplación detallada.
Datos prácticos
Cadenas de San Gregorio / Tel. 983 25 03 75/ museoescultura.mcu.es / HORARIO: martes a sabado, de 10 a 14 h. y de 16 a 19.30 h., domingos y festivos: de 10 a 14 h /