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un paseo por la ciudad paso a paso
© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
La querencia de los reyes por esta iglesia y su entorno arranca desde el mismo momento de la fundación del convento dominico de San Pablo, en 1276, impulsado por doña Violante, esposa de Alfonso X. Poco tiempo después otra reina, María de Molina, también favorece la realización de mejoras en él mientras que la fundación va adquiriendo prestigio y espacio. Con el paso del tiempo, el templo será escogido en numerosas ocasiones para las celebraciones religiosas y reuniones de Cortes. También con el paso del tiempo, especialmente con la llegada del siglo XIX, el convento desaparecerá por completo, incluido su hermoso claustro, dejando espacio para construir sobre sus terrenos diferentes edificios. Por fortuna, sí ha sobrevivido la iglesia, uno de los ejemplos más hermosos del último periodo del gótico español.
Fue en el siglo XV cuando se pensó en sustituir el anterior templo del convento, con techos de madera, por el actual, pagado en lo fundamental por el cardenal Torquemada. A su muerte asume el mecenazgo el obispo de Palencia, fray Alonso de Burgos quien, además de claustro, impulsa ?y paga- la realización de la fachada, el elemento más significativo del templo. Su construcción da comienzo en 1497 y a esa fase corresponde íntegramente la mitad inferior de este auténtico retablo al aire libre pensado para ensalzar la genealogía de la orden dominica, realizado por el arquitecto y escultor del foco burgalés Simón de Colonia en el llamado estilo hispanoflamenco. El propio fray Alonso de Burgos es quien, en el lado izquierdo, aparece arrodillado en la escena que sobre la puerta representa la Glorificación de la Virgen.
Visita guiada en el ascensor que recorría la fachada de la iglesia de San Pablo durante su restauración. Valladolid. Castilla y León. España, 2008 © Javier Prieto Gallego
La decoración de la fachada incluye un gran número de personajes y santos relacionados con la orden, muchos de ellos sostenidos sobre pilastras avanzadas y bajo doseles labrados, entre los que se incluyen santos dominicos de reconocimiento universal, como san Pedro de Verona, santo Domingo de Guzmán, santo Tomás de Aquino o san Vicente Ferrer ?en grande, a ambos lado de la puerta y bajo el amplio arco conopial-. Ya por encima del arco, queda la figura centrada de Dios Padre, flanqueada por san Pablo ?a su derecha- y san Pedro. Tras ellos, arropados por arcos conopiales, los Cuatro Evangelistas aparecen afanados en sus respectivos escritorios. Esta primera mitad finaliza con el gran rosetón central al que flanquean sendos escudos señoriales sostenidos por ángeles. Sobre este punto se asentaba el actual frontón de la fachada hasta que el duque de Lerma apareció en escena y, a comienzos del siglo XVII, se convirtió en el nuevo mecenas de la orden y del convento. Por su voluntad y con sus dineros ordenó la prolongación de la fachada mediante el trazado de una retícula formada por tres cuerpos y cinco calles para cuya decoración se echó mano de esculturas de diferentes procedencias, entre ellas algunas del desaparecido claustro gótico. No se olvidó el ambicioso duque de colocar sus escudos en los más alto, ni tampoco de desmontar los que había situado fray Alonso de Burgos en la mitad ya construida, para sustituirlos por los suyos. Una vez culminada la elevación de la fachada volvió a colocarse el frontón que remataba la obra original, en cuyo centro fray Alonso ya había situado un gran escudo de los Reyes Católicos y que, por lo que se ve, el todopoderoso duque no se atrevió a tocar. Suya es también la colección de escudos que sostienen los leones aupados sobre las pilastras que acotan el atrio de la iglesia. Conviene aquí recordar que estas columnas ante las puertas de las iglesias, a menudo enlazadas con cadenas, delimitaban el derecho de asilo al que podía acogerse un perseguido de la justicia si, por circunstancias, el templo estaba cerrado.
Portada Interior de la iglesia de San Pablo que daba acceso a la capilla de San Gregorio. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El interior del templo tiene planta de cruz latina, con una larga nave de cinco tramos, y un amplio crucero de brazos cortos que contrasta con la profundidad del ábside, al que se asoman dos capillas. Entre las reformas llevadas a cabo por el Duque, del que también se descubren escudos suyos aquí, destaca el conjunto de tribuna y enterramiento que se dispuso en la capilla mayor y el coro alto sobre tres tramos erigido a los pies de la nave.
Piezas arquitectónicas destacables del interior del templo son la sacristía, realizada a mediados del siglo XVI por iniciativa del cardenal Loaysa, o las portadas interiores que se localizan a ambos lados del crucero, realizadas por el taller de Simón de Colonia, muy relacionadas en su estilo con la fachada exterior. Ambas fueron encargadas por fray Alonso de Burgos. La que daba acceso a su propia capilla funeraria, y que hoy aparece tapiada, muestra la Imposición de la casulla a san Ildefonso ante fray Alonso arrodillado.
Tanto la invasión francesa como el desarrollo de las desamortizaciones del siglo XIX hicieron mella en los bienes muebles que adornaban el interior hasta el punto de ser hoy casi inexistentes. Aún así, el templo conserva algunas tallas de Gregorio Fernández, como el Cristo Yacente de la capilla absidal derecha o la imagen de santo Domingo de Guzmán.
Cristo de Gregorio Fernández. Interior de la iglesia de San Pablo. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Pza. de San Pablo, s/n
Se visita en horario de culto.
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