La semana pasada estuve en el Museo de la trufa de Navarra (www.museodelatrufa.com)
Primero nos explicaron cómo se forman las trufas y pudimos tocar varias trufas frescas que guardaban en una caja.
En el Museo hay varios paneles explicativos aunque siempre es más interesante cuando te lo explican.
Después nos pusieron un vídeo en el que un trufero enseñaba cómo encontraba las trufas con unos perros adiestrados. Y a continuación nos hicieron una demostración en vivo con un perro.
A la trufa se le llama el diamante negro de la cocina por la gran cantidad de aromas que aporta.
Y lo mejor de la visita fue la degustación de trufa fresca.
Primero trufa rallada sobre pan con aceite:
Después varios patés trufados y fuet trufado.
Y por último huevos fritos con trufa laminada por encima: un auténtico manjar.
Y todo con un buen vino que no recuerdo porque estaba muy concentrada en la trufa.
Nos explicaron que ésta es trufa de verano y que la de invierno tiene mucha mayor calidad. Su mejor época es enero y febrero. Se pueden hacer pedidos y te los mandan a casa. Aunque es caro, cunde mucho. Pero hay que tomarla en menos de siete días. Así que yo me pondré de acuerdo con varios amigos para pedir una.
Al contrario que en otros alimentos, cuanto más grande más calidad.
Sólo se da en algunas regiones de España, al sur de Francia y en Italia.
La que venden en botes de cristal no tienen prácticamente sabor porque lo han perdido en el proceso de pasteurización. En el Museo también tienen tienda donde venden muchos productos trufados y otros alimentos de la zona.
Hasta visitar el Museo no sabía nada sobre la trufa. A partir de ahora sólo compraré trufa fresca aunque sea cada dos años.