Cuatro viajeras deciden unir el ritmo de sus pasos sobre la misma senda. Ellas tienen en común la pasión por comunicar, aunque esta vez optan por escuchar lo que el Camino de Santiago susurra recién entrada la primavera.
Comencemos por el principio, con las protagonistas de nuestros dos días sobre el Camino de Santiago:
Lucía con el «especial apellido» Baballa hecho a su imagen y perseverancia. Respira la calma de quien disfruta de los detalles, y en el Camino existen muchos para quién como ella sabe observar.
Caminar con Mónica produce inevitablemente elevadas dosis de positividad. Muy recomendable si tienes en mente una locura que poner en marcha, nada es imposible, sólo ponte a ello. Parte de su encantadora locura personal se encuentra en Madresfera.
Rebeca o cómo irradiar energía en todo lo que hace, A Trendy Life es fiel reflejo de ello. Pero cuidado, si vas a realizar el Camino de Santiago con ella, cruzarás Santiago antes que el botafumeiro descanse sobre el santo suelo y al llegar a Finisterra: ¡Existe mar para seguir nadando!
Y conmigo, ya somos cuatro. Fiel a este blog me prometí formar este equipo para conocer el Camino a través de ellas.
Con estos mimbres uno ya se puede lanzar al Camino con más gloria que pena, dejarse llevar sin más exigencias que el oportuno parón de tertulia para descansar las piernas donde poco a poco descubrimos músculos que creíamos no tener.
También fueron protagonistas desde muy cerca, Inma y Teresa. No pudieron caminar con nosotros, pero permitieron que esta sencilla experiencia saliera adelante gracias a las empresas para las que trabajan, ambas muy vinculadas al Camino de Santiago.
A través de Inma conocimos a Marqués de Vizhoja, porque no todo es caminar sin un buen caldo que anime la jornada. Todo un lujo contar además con Carlos, escuchar sus relatos sin perder la sonrisa, y aprender de una de las catas más amenas de mi vida. Y han sido ya unas cuantas? No en el mismo día.
Con Teresa tuvimos nuestros pies a buen recaudo, vital si nos movemos andando. Pasito a pasito nuestras Chiruca pasaron a ser parte de nuestros cuerpos.
Creo que pasado un tiempo y asentadas las sensaciones, de nuevo y como siempre, necesitas volver a revivirlo. No ando muy lejos por lo que intuyo del resto de mis tres compañeras viajeras. 48 horas pasan demasiado deprisa, aún así son suficientes para que el gusanillo transite por tu ánimo.
Primero nos situamos en Vilalba en pleno Camino del Norte. «Encarcelados» en la Torre de su Parador pudimos disfrutar del término «Enxebre» aplicado a la cocina. Como no podía ser de otro modo, Laura nos regaló con su visita, y como un buen Rey Mago nos dejó cumplidos regalos sobre la mesilla de cada habitación. Todo un detalle para animar la jornada del día siguiente.
No tardó en amanecer, y en seguida llegó un reposado desayuno que agradecieron nuestros estómagos con alegría. Estábamos listos para marchar hacia Baamonde. La ermita de San Alberte nos esperaba impasible al paso de los siglos. No conozco sitio mejor para tomar un primer contacto con el Camino.
Desde allí, hasta la comida con la familia de Biterra muy cerquita de Friol, fue para nosotras un breve instante, entretenidas en mil conversaciones donde el tiempo ya no importaba. Nos hicimos casi una veintena de kilómetros sin apenas respirar, o sí, inspirando aire puro a bocanadas. Y aún quedaban energías, las que reteníamos por naturaleza propia más la ajena que Rebeca irradiaba, para seguir unas horas más hasta el impresionante Monasterio de Sobrado.
Para descansar del día nos esperaban Elena y Miguel en su Pazo Santa María. Otra bonita historia de esfuerzo emprendedor que regala el Camino. Como siempre que voy allí, la sonrisa de Elena nos aguardaba de nuevo, esta vez con sorpresa: cómo hacer una empanada gallega de bacalao con pasas de la mano de José Carlos. Juventud y talento no están reñidos en ninguno de los rincones del pazo, y eso que data de principios del siglo XVIII. Cenar al calor de una lareira no tiene precio, sobre todo si un sinfín de delicias reposan sobre el mantel para relajar el apetito ganado a golpe de muchísimos pasos.
Por la mañana aún nos despertamos con ganas suficientes para disfrutar de un fantástico desayuno. Nos apetecía seguir andando, así que cambiamos los planes siempre conforme a ese espíritu de aventura e improvisación que tanto nos motiva del Camino.
Nos fuimos a buscar la salida del Camino de Santiago por Melide. Teníamos el mono de andar, difícil de desprender cuando te sientes muy a gusto y el paisaje te regala continuamente con nuevos rincones para recordar. Pocos kilómetros por la mañana, pues era ya domingo y el regreso a Madrid se tornaba largo. Así que como última parada elegimos un animado almuerzo en la lareira de Carmen con la compañía de Inma.
Dos días en el Camino te ayudan a percibir parte de su esencia. El final de esta experiencia no es Arzúa, ni siquiera Santiago de Compostela en las próximas que llegarán de seguro. Realmente no existe un final para un viajero empedernido que camina con el objetivo de disfrutar del instante. El Camino te sitúa, te desnuda con la única compañía de una ligera mochila lista para empezar a llenarse de amigos, recuerdos y «hasta prontos».
Buen Camino, Lucía, Mónica y Rebeca, seguro que vuestra mochila ahora pesa un poquito más que el pasado viernes, pero a la vez os sentís más ligeras.
Photography by WomanToSantiago
Detrás de todo esta experiencia siempre hay un equipo de personas trabajando para hacerlo posible. Gracias Marqués de Vizhoja y Chiruca por vuestra inestimable ayuda. Sin vosotros esta experiencia nunca hubiera tenido lugar.
De nuevo nos encontramos en el Camino a Elena y Miguel. Su Pazo Santa María es ya nuestra casa. Muchas gracias chicos por vuestro incondicional apoyo. ¡Volveremos para probar vuestro suculento desayuno!
Otros agradecimientos por orden de aparición,
como en las películas, y un lujo haber podido contar con ellos:
A Susana y Opel, por cedernos un coche capaz de adaptarse a las exigencias del Camino.
A Pepe y Eva de Casa Cascolo, que nos hicieron entrar en calor con su mejor Cocido Maragato. Esto sí que es empezar con buen pie.
A Laura y Julio, cercanos y fieles al Camino, conducen los Paradores de Santiago y Vilalba con ejemplaridad.
A Marcos y Beatriz de Viajes El Camino, por estar siempre, siempre, pendientes de nosotros. Muy buena historia la suya sobre «volver a empezar», reinventarse. ¡Ánimo chicos!
A Javier, Nerea y familia, por habilitarnos su hogar, Biterra, como improvisado taller de cata.
A Pilar de Mujeres Viajeras y Ediciones Casiopea; un buen libro y sus mejores deseos siempre en la mochila.
A Carmen de Casa das Corredoiras, la lareira de su encantador albergue nos sirvió de perfecto colofón final al viaje.
A María del blog Escarabajos, Bichos y Mariposas; al final no pudo venir pero estuvo muy cercana en todo momento. ¡Ánimo María!
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