Siempre lloro en Burgos, no hay rincón de esta provincia que no me haga emocionar, el arte se respira y llega como el aire hasta el corazón sobrecogiéndolo ante la belleza que se concentra en su espacio vital. Piedras que laten, siempre he dicho que hay piedras que laten y Burgos es el centro de todo espíritu inquieto como el mío. Se escucha en los rincones del gótico, de los claustros, de los templos, de los monasterios.. órdenes de monjes que empuñaban espadas, caballeros de hombres y Dios… Y para rematar el recorrido tremendo que nos lleva hasta el éxtasis tenemos Santa María la Real de Las Huelgas.
Los reyes, siempre los antiguos reyes querían sitios para seguir viviendo tras la muerte y nada mejor que rodearse de arte para que siempre estuviesen reverenciados por generaciones posteriores y sus nombres no se olvidara en un rincón de las bibliotecas. Alfonso VIII y su señora Leonor Plantagenet tuvieron la idea en 1180 y siete años más tarde se escribe la carta de dotación (a modo de escritura moderna) que le daba a la orden del Cister la observación y cuidado de la misma.
Naturalmente queda claro que el lugar servirá de panteón real cuando el monarca falleciese y su descendencia. Para darle renombre y honor creó otros monasterios menores y dejó Las Huelgas como abadía y casa madre de la orden. Este deseo le creó más de un problema pues donde muchos mandan pocos obedecen.
La visita al sitio impresiona porque aún permanece vivo el rigor de la orden, las normas de la sociedad monásticas y los cuadros conservan ese especial efecto de mirar a todos los que entran por sus puertas. La iglesia de Las Huelgas tienen una planta en forma de cruz, tres naves separadas por unos soportes octogonales que presentan capiteles sin tallar y que parecen metidos en los muros (un efecto impresionante) y que separan los espacios, Las naves están dedicadas una a Santa Catalina y otra a San Juan.
Lo que es la parte principal de la cabecera es una capilla que tiene forma poligonal terminando el tramo recto que tenemos que recorrer para llegar a ella. El coro de los capellanes da profundidad visual al conjunto. Cuatro capillas (dos a cada lado) dan el sello principal de la influencia de Aquitania a todo el conjunto.
Después de avanzar por el templo, de perder la vista en sus techos, en sus columnas que no tienen fin, pasamos al claustro llamado de San Fernando abierto a un patio interior con arcos apuntados y unos capiteles trazados como si fuesen labores de crochets. Desgraciadamente solo se conservan tres orientados al norte junto a la capilla de Belén. Los demás quedaron perdidos en las obras realizadas en el s.XVII. Se conservan fragmentos de yeserías, de tradición hispano- musulmana, temas vegetales.
La Sala Capitular es una de las mejores construcciones del monasterio y se comunica con el claustro de San Fernando por tres espacios; los laterales tienen arco apuntado y de medio punto que adorna el central. Cubiertas de nueve tramos con bóvedas de ojivas, los soportes están constituidos por un núcleo central cilíndrico al que se adosan ocho pequeñas columnas, cuyos capiteles, como los de los arcos de la entrada se quedaron sin tallar.
**Las sepulturas y algo de su historia particular:
Sepulcro de Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VII y Leonor de Plantagenet, muerto en 1217 a la edad de 13 años, tras haber sufrido una intervención en el cráneo. Se cuenta que le cayó encima una gran teja que le ocasionó una herida mortal. Se encuentra en la nave del Evangelio (nave norte).
Sepulcro de don Fernando de la Cerda hijo de Alfonso X el Sabio, heredero al trono pero murió antes que su padre el rey. Es en piedra policromada, con ornamentación de símbolos heráldicos. Se encontró intacto y sin saquear y pudieron extraerse las mejores piezas de vestidos medievales que se custodian en la actualidad en el Museo de Telas Medievales, ubicado en la antigua cilla o almacén del monasterio.
Sepulcro de una infanta Leonor. Es pequeño y muy bien cincelado, de fines del siglo XII, románico.
Sepulcros de los reyes fundadores, en la nave central, de piedra con ornamentación heráldica con los castillos del rey y los 3 leones de la reina. Sus tapas son a doble vertiente. Se apoyan sobre pedestal custodiado por cuatro leones.
Sepulcro de doña Constanza, hija de los reyes fundadores y segunda abadesa del monasterio.
Sepulcro de don Sancho, hijo de Fernando III el Santo, que fue arzobispo de Toledo.
Sepulcros unidos de doña Berenguela (hija de Fernando III el Santo), con suntuosa decoración y de doña Blanca de Portugal con decoración heráldica en entrelazados mudéjares.
Sepultura lisa de Ana de Austria, fallecida en 1629, hija bastarda de don Juan de Austria y nieta de Carlos I de España, que fue abadesa de este monasterio. Anteriormente estuvo en el convento de Madrigal de las Altas Torres, donde protagonizó un hecho insólito junto al famoso pastelero de Madrigal, inmortalizado por el escritor español José Zorrilla en su obra “Traidor, inconfeso y mártir”.
**Horario
De Martes a Sábado: de 10 a 13h y de 15:45 a 17:30h.
Domingos: De 10:30 a 14:00 horas.
Lunes cerrado.
DAMADENEGRO 21/1/2009
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