Aunque nominalmente es una de las democracias más desarrolladas del sudeste asíatico, Malasia todavía carece de muchas de las libertades existentes en las sociedades occidentales. La censura es practicada de manera general, enfocada contra
voces opositoras al gobierno y contra cualquier manifestación cultural considerada no islámica.
La homosexualidad es castigada con penas que van desde 20 años de prisión por manifestarla en público con un beso a la pena de muerte por mantener relaciones sexuales no heterosexuales.