Alemania y el mundo entero celebran este año el cien aniversario de la fundación de la escuela de la Bauhaus. Aunque sólo existió durante catorce años, de 1919 a 1933, su herencia va más allá de su implementaciones en el diseño, pues la institución está presente en la forma en que vivimos, enseñamos y aprendemos.
La corta historia de la Bauhaus fue muy intensa por razones políticas, dado que pasó por la mano de tres etapas diferenciadas con tres directores: su fundador Walter Gropius, Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe; y por tres sedes: Weimar, Dessau y Berlín. La escuela animó a que artistas, arquitectos y diseñadores se unieran al utópico proyecto de diseñar un mundo nuevo a través de la arquitectura y el diseño. Mujer con máscara en silla de Marcel Breuer, c.1926. Foto: Erich Consemüller. Bauhaus-Archiv Berlin / Dr. Stephan Consemüller Su objetivo era muy claro: olvidar todo lo aprendido anteriormente y reformular el significado del diseño de forma integral, rechazando cualquier convencionalismo y distinción clasista. La escuela quería acercar el arte a la vida cotidiana y a las mayorías. Este principio pasaba por introducir una enseñanza de las artes y el diseño enfocada a la práctica e impregnarla de una estética basada unos principios básicos de geometría y colores primarios.
Póster de la exhibición de la Bauhaus en Weimar, 1923. (Schmidt/Apic/Getty Images) Una educación basada en la experimentación
Uno de los aspectos que más destacan de la enseñanza de la Bauhaus y que aún hoy en día se sigue replicando fue su lógica práctica y experimental. El currículum educativo, ideado por Gropius en 1922, ubicaba la práctica “bau” (construcción) en el centro y todo el proyecto estaba enfocado a la experimentación con diferentes materiales, con la naturaleza, la geometría y las artes escénicas.
Este sistema aparcaba las jerarquías en su estructura organizativa entre artista y trabajador, entre estudiantes y profesores. Bajo el principio de comunidad, la escuela quería enaltecer el sentido humano de sus estudiantes, sacando lo mejor de ellos en las clases.
Exterior de la Bauhaus en Dessau, edificio diseñado por Walter Gropius, 1926. (General Photographic Agency/Getty Images). Diagrama del currículum educativo de la Bauhaus, Walter Gropius, 1922. Con un primer año de estudios preliminares, en el que los estudiantes experimentaban con los conceptos básicos de color, geometría, formas y materiales, los alumnos tenían dos años más por delante para especializarse en alguna de las técnicas o en el trabajo de algunos materiales según sus habilidades. Estos aprendizajes eran combinados con clases magistrales y talleres, en los que los alumnos se convertían en aprendices de la práctica.
Algunos profesores destacados fueron Paul Klee y Wassily Kandinsky, en los talleres de teoría del color y la forma, y Oskar Schlemmer, encargado de enseñar artes escénicas, disciplina clave en la Bauhaus. Más adelante, en los siguientes años, varios estudiantes pasaron a ser profesores: fue el caso de Marcel Breuer, quien encabezó el taller de carpintería, Herbert Bayer, el de impresión y publicidad y Hinnerk Scheper, el de pintura mural.
Walter Gropius corrigiendo ejercicios junto a un estudiante. (Jerry Cooke/Corbis via Getty Images).
La estética Bauhaus: funcionalista para volver a lo esencial
“La forma sigue la función” (Form follows function) fue el principio fundamental de la escuela y puso los cimientos de todo el diseño de la Bauhaus. Los diseños de esta escuela querían romper moldes, marcar el paso del presente y del futuro por su visión y su experimentación con materiales como el plástico, el celuloide, el aluminio o los cromados.
La propuesta estética de la Bauhaus apelaba a los colores primarios (rojo, azul y amarillo) y al respeto de las formas básicas (triángulo, círculo y cuadrado) para construir un lenguaje plástico moderno - por su perfil abstracto y geométrico - a la vez que poético, por su retorno a lo básico y a lo esencial.
Marcel Breuer, Mesa tubular de acero. Set B 9 B9-9 c.1927, Bauhaus-Archiv Berlin. Foto: Gunter Lepkowski. Paul Klee, Posta n.4, exposición de la Bauhaus en Weimar, 1923 (The Sublime Side), 1923. Bauhaus-Archiv Berlin. Disfraces de Oskar Schlemmer en una representación de ballet en el teatro Metropolitano de Berlín. Fotografía: Fotografía: Ernst Schneider, 1926 (Apic/Getty Images). Estos principios fueron integrados en cada una de las disciplinas y cobraron vida en las teorías y representaciones de las artes escénicas de la Bauhaus. El teatro tomó una dimensión superior y se desarrollaron varias teorías de la mano de Gropius y Schlemmer, en las que el teatro se convierte en una actividad de culto y el cuerpo adopta formas geométricas como instrumento de expresión determinando el grado de mecanicidad y racionalidad.
Grandes nombres y obras de la Bauhaus
Varios de los diseños y arquetipos que realizaron estudiantes y profesores durante los años de la Bauhaus se han convertido en iconos y han sido replicados tanto en mobiliario como en aparatos electrodomésticos, entre los que destacan los diseños de Marcel Breuer y las silla Batten y Wassily; el juego de construcción de Alma Siedhoff-Buscher y Kleines Schiffbauspie, la silla de cocina de Erich Dieckmann o los muñecos de madera de Schrammen. Otros grandes grandes nombres que pasaron por la escuela o se convirtieron y abanderaron el movimiento fueron Wassily Kandinsky, Paul Klee, Lilly Reich, Ludwig Mies Van der Rohe, Josef Albers, Marianne Brandt, Lászlo Moholy-Nagy y Anni Albers.