Diecisiete años después, el misterio sigue sin resolverse. Las autoridades militares que se hicieron cargo de la investigación han terminado por abandonarla sin haber logrado establecer el material con el que se construyó la mano y los paneles, ni determinar la función tecnológica o militar de los objetos. Con la mano y los paneles olvidados en un almacén, el proyecto de investigación se transfiere a la Universidad de Chicago con el apoyo de la NSA. La dirección del proyecto de investigación se encarga a una prestigiosa científica: se trata de Rose Franklin, la niña de la bicicleta que había caído sobre la mano.
Una segunda pieza del desconocido artefacto aparece con posterioridad en Turquía. La búsqueda de las piezas restantes pronto se extiende por otras partes del territorio estadounidense y del mundo. La tarea del equipo de Rose Franklin consiste en desenterrarlas con discreción, organizar el traslado en secreto desde el lugar donde estén y estudiarlas en unas instalaciones subterráneas. Sin embargo, cuando las piezas del enorme artefacto parecen estar por fin completas, surgen nuevas preguntas y acontecimientos que trastornan tanto la vida de los protagonistas como el equilibrio geopolítico del planeta en Los gigantes dormidos