LO QUE OCULTA UNA MENTIRA

El Principito de Antoine de Saint-Exupéry termina siendo un baúl de "recuerdos" cuando uno llega al final. ¿Cómo no añorarlo? ¿Cómo no verlo en cada momento cuando las circunstancias te asemejan a su historia? Es así pues que te sigue a donde vayas, siempre y cuando tengas la gentileza de darle la mano, porque a veces es muy curioso y se va por ahí... como un unicornio azul.

El problema de ser adulto es que perdemos la capacidad de ver, no con los ojos, desde luego, ver con el corazón, porque lo esencial es invisible a los ojos. Me quedo con la misma pregunta que formula: "Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno, pueda encontrar la suya".

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Quisiera empezar como todos los cuentos con las tradicionales palabras: Había una vez... pero en esta oportunidad quiero llevarlos conmigo al pasado. A un pasado que no sabemos a quién le pertenece, pero está ahí, con su entrada abierta para los que quieran iniciar el recorrido. Subamos entonces, dejemos que la celadora nos abra la puerta y nos muestre el pasado.

Era un día de mañana cuando lo confuso se paró frente a ella: su traje perfecto, colores luminosos, fragancia varonil; ante sus ojos era una divinidad, no se le veía palabra suelta, su caminar erguido, distinguido, atraía todas las miradas, las palabras de las mismas murmuraban "Que perfecto es", “¡Quiero conocerte!”. Se aproximó a contemplarlo mejor. Poco a poco se acercó a su brillo, a su aroma, pretendiendo abrazar su hermosura. Con la vista un tanto empañada distinguió que llevaba consigo un letrero al revés, donde decía: "LA VERDAD SIEMPRE OCULTA UNA MENTIRA" Siguió caminando y ella le dijo “He visto tu perfección, he sentido tu aroma, cuanta luz sobre ti, las ordenadas palabras de tu boca, quiero conocerte, quiero saber más”. La miró fijamente, más nunca abrió su boca, ella vio su silencio, ese silencio que nos invita a ponerle palabras, sedujo sus sentidos, dejó que sus pensamientos le contestaran. Concibió en su mente el mejor de los diálogos, los viajes más deseables, se le presentaron las maravillas del universo, eran vuelos interminables; cada vez estaba más cerca, paso a paso conocería quien es...

"Nuestra mente nos lleva a una infinidad de caminos, ¿Hay prudencia?, ¿Usamos un buen discernimiento?"




Mientras volaba su imaginación, sus pasos la llevaban hacia abajo, escalón tras escalón entraba a la prisión de su confusión, era un laberinto con una neblina tan densa que no se concebía mañana alguna. De oscuridad a oscuridad, un sinnúmero de escenarios se le presentaron listos a que se abriera el telón.

Después de un tiempo, ella perdió su brillo, se marchito su alegría, sus fuerzas estaban al límite, sus ojos perdieron la mirada, de su boca brotaban sonidos sin melodía, uno a uno arrancaba sus cabellos, preciosos hilos de oro ausentes de razonamiento, los tejía esperando terminar un traje perfecto, como el que tenía quien la hizo entrar...

"La intención va escondida, no se ve, solo se percibe cuando es tarde, el ojo del que discierne el engaño se libra del engaño y descubre al engañador"... ¿A dónde iba?, donde está su esperanza?, llevaba una lámpara, ¿Porque no la usó?, vamos no dejes que se apague su luz, solo queda una tenue y frágil claridad; ella caía poco a poco, estaba llegando a su final, solo un soplido, ¡Solo un soplido por favor!, salió un suave aliento de ella, avivó su lámpara, la esperanza la abrazó con fuerza mientras le decía: mira con la luz de tu lámpara, ella a lo lejos, débil, abrió los ojos, mirando... Estaba ahí... quien llevaba el traje perfecto, con aroma varonil junto a ella, con postura erguida, contemplando fijamente el proceso de su desenlace, guardando una discreta y macabra sonrisa de victoria. Ella se asustó, se aferró a la esperanza y se dejó alumbrar, ¡Solo pedía ver! Caída, débil, miro de abajo hacia arriba, he ahí el letrero que decía: "UNA MENTIRA SIEMPRE OCULTA LA VERDAD".