Cuando empezaron a permitirse los primeros paseos, me aventuré a buscar –sin mucho éxito– sendas campestres que explorar sin salir de Zaragoza ciudad. Sé que las hay (la ribera del Ebro a veces se vuelve muy salvaje), pero no me pillan precisamente cerca de casa, así que, en cuanto nos dejaron, no pude evitar lanzarme al excursioneo. Sienta maravillosamente bien pasar el día lejos de la ciudad, olvidarse del reloj y disfrutar de un picnic en buena compañía a las orillas de un riachuelo o de un pantano.
Aunque hay aguna fotografía del pueblecito de Moros, la mayoría están tomadas en los alrededores del embalse de la Tranquera, en Nuévalos (Zaragoza). El agua estaba tan aturquesada que, con un poco de imaginación, casi podías sentirte cerca del mar. No había demasiada gente y tampoco hacía un calor excesivo... de hecho, el cielo estaba tal y como a mí me gusta para hacer fotografías: nublado pero sin llegar a estar cubierto. Prácticamente todo lo que fotografíé lo acariciaba una luz suave espectacular, y no ha sido fácil escoger sólo una docena de fotos favoritas. Como no puede ser de otra forma, en esta pequeña colección campestre no escasean los gatos ni las flores. Mi radar localiza-gatos está más activo que nunca después de varios meses encerrada entre cuatro paredes sin poder avistar ninguno
¿Me acompañas de escapada virtual por los alrededores del embalse de La Tranquera?
No se qué nos deparará el verano este año, pero tengo unas ganas inmensas de seguir explorando los alrededores de mi ciudad. Esta claro que los próximos meses no van a venir cargados de grandes viajes, y aún así, me apetece desconectar, poner el trajín de la rutina en pausa aunque sea una vez a la semana y adentrarme en bosquecillos desiertos y campos de flores. Ojalá el verano no traiga demasiado calor –llevar mascarilla a cuarenta grados en julio solo hace que quiera volver a confinarme– y, en cambio, sí traiga muchísimas excursiones.
¡Feliz fin de semana!