Hay lugares que atrapan, que enamoran, que son únicos. Por muchos motivos. Y que tras descubrirlos, regresas con la ilusión de la primera vez. Si tuviese que describir el Valle de Arán diría que es increíblemente bonito, donde los detalles cuentan y lo hacen diferente. Los pueblos pirenaicos son de cuento. Nada llama la atención porque hay una armonía impresionante entre ellos. Tan pequeños, tan coquetos, tan auténticos. Siempre que estoy allí me acuerdo mucho de mi padre, que tenía tan bien gusto para los cosas especiales. Os cuento mis poderosas razones para vivir la auténtica vida aranesa, esa que tanto me gusta y que siempre tiene una chispa de bonito toque afrancesado:
El entorno: No son sólo las montañas, la cantidad de enormes abetos que te trasladan a Canadá, los lagos y praderas… Es un paisaje con una fuerza arrebatadora y única. Como llegar hasta Montgarri esquiando.
O como es evidente, esquiar en la estación de Baqueira Beret, tan amplia, tan grande y con un personal increíblemente amable, siempre al servicio del esquiador. Merece la fama como la gran estación del país. Muy recomendable la empresa Araneu Ski. Ricardo te consigue el monitor sea para el nivel que sea, desde principiante hasta de freeride (ésto último no es mi caso…). Es un lujo poder estar allí arriba y contemplar hasta el Aneto.
Y para los no aficionados al deporte blanco, hay muchos planes como por ejemplo las rutas GR para andar, como la que parte desde Tredós hasta Artiés, y en la que pasas por unos pueblos ideales. Un lujo. Una maravilla. Yo no olvido ese camino que di con María y Ana la primavera pasada. La ruta de iglesias románicas, las que más me gustan, es preciosa.
Plan para un food lover: Tampoco descubro nada nuevo si sigo que es otra motivo para ir. De mi lista de estos años me quedo con:
Casa Turnay: Es el que más nos gusta para conocer la auténtica vida del valle. Montse, dueña y cocinera, nos contó que su madre fue la precursora de la mítica olla aranesa, plato de siempre para mitigar el frío. Y nos parece que hemos dado con la mejor olla de todas. Los platos son una delicia, el comedor es acogedor ya que no es muy grande y son un encanto. Y la relación calidad – precio es buenísima.
Casa Peru: mítica la tortilla de patatas. Es un espectáculo. “Toda la materia prima es nuestra” nos dijo el dueño, al retirarnos el plato. Está en uno de los pueblos de cuento y que más nos gustan: Babergue. Y en verano tiene una borda de lana que es… La foto es de su web. Es una excusa regresar en verano para poder hacerla…
Esquiró: Está en Baqueira 1.500. Manel es de la Costa Brava y ese sello se refleja en su cocina. Él y su familia llevan este restaurante que hace unos arroces y unos pescados de otro planeta. Es curioso siendo en esa zona. “Muchas de las recetas me las dieron los cocineros de los barcos que salían a faenar en mi tierra”, nos dijo él una noche tras probar un increíble arroz hecho con calma y cariño. En esta temporada están cerrados por un incendio. Manel, nos veremos el año que viene con toda la fuerza humana que tenéis.
Ticolet: 0tro acierto en Baqueira 1.500. Tienen un menú cerrado de 40 euros y la verdad es que merece la pena porque es comida aranesa un poco más elaborada y muy bien presentada. Es un sitio mono para una cena romántica, como la mesa de las ventanas. Que el valle se precia para ello…
Eth Cerer: Está en el pueblo de Unha. Y está genial calidad precio. Sencillo y recomendable.
Casa Irene: Es uno de los grandes en el pueblo de Artíes. El preferido del Rey emérito, nos decían. Es otro nivel de cocina muy cuidada. El servicio es impecable. Allí tenemos un buen recuerdo de una cena con amigos en la que coincidimos con un Ministro…
Casa Rufus: Otro de los auténticos del valle que merece la pena. Y dar antes un paseo por el pueblo: Gessa, o después, para bajar la olla aranesa.
Casa Urtau: En Artíes y Viella. Es un mítico. Ideal para comer en plan pinchos y raciones tras bajar de las pistas. Su barra siempre está a tope.
Eth Bistro: no lo he probado, así que no puedo decir cómo son sus platos, pero el sitio es de fotografía para IG al momento. Está en Viella.
Para soñar en el valle:
Hotel Val de Ruda: Repetimos siempre. Por su ubicación, ya que sales con las botas puestas para las pistas. Porque es la elegancia de lo sencillo. No hace falta más. Porque es tan aranés que hasta ellos llevan el traje típico del valle. Es como un chalet alpino con un sabor único. Y son increíblemente amables. Público fiel no les falta nunca. ¿Lo mejor? El chocolate caliente tras regresar de las pistas, en la entrada. Eso se recuerda durante todo un año, os lo digo yo…
Planes para hacer:
En Viella me gusta mucho la tienda de decoración de Carmen Caubet. Yo creo que las casas más bonitas están decoradas por ella. Merece la pena ir a su tienda estudio.
Muy cerca está la tienda de tesoros deli que me gusta muchísimo porque saben cómo presentar un producto auténtico de la zona con un delicadeza enorme. Os hablo de Eth Galin. Querrás llevarte absolutamente todo si eres una de esas personas detallistas.
También otro plan bonito es ir a la quesería del pueblo de Babergue, el más alto de todos. El sitio es una monada pero no tengo fotos porque cuando fuimos, ya estaba anocheciendo. Es lo que tiene el invierno… El producto es artesanal 100%. Para presumir de ropa de esquiar con un estilo impresionante: Cuylas. En el outlet de esta tienda de Viella me compré el año pasado un chaleco ECOALF que es una maravilla para todo. Copos tiene el mejor material técnico para la vida blanca en pistas. Si lo dice Alfonso… Y Pompeu VI tiene siempre las mejores marcas como Woolrich.
Como el fin de este viaje siempre cuesta, una cápsula de felicidad en el regreso es entrar en Barbastro, en el Somontano aragonés, y visitar la Bodega del Vero. Entrar allí es encontrar magia auténtica e historia con calado que deja huella. Es una tienda de productos de primera pero en la bodega se detiene el tiempo y no hay wifi. A la luz de las velas y de la lumbre de la chimenea podrás probar platos de espectacular materia prima. Es un lugar único. Y merece la pena que Verónica te cuente toda la historia que hay detrás. No puedo estar más agradecida por el trato recibido. El foie a la plancha, con ese pan del pueblo de Naval, es como de otro mundo. Y si además suenan canciones de Edith Piaf, ya no puedes pedir nada más…
Este post que contiene parte de la bonita vida del valle, no toda que es mucha, lo dedico a dos grandes amigas aranesas de corazón: María y Ana. Por ser las mejores anfitrionas de la zona y por hacernos sentir siempre como en casa. Ellas son las sherpas que nos descubrieron el corazón del valle de Arán. Gracias por acompañarme.