Os aclaro el concepto: para mí, los amigos elásticos son aquellos que todos tenemos, y que pueden estar cerca o lejos, verlos mucho o poco, pero sigue siendo como si ayer os hubíerais tomado un café…o un colacao ;-)
Mi relación con Amelia viene de largo, unos 15 años mas o menos, cuando iniciamos andadura de urbanización juntas. Todavía sin mochuelos, empezando a darnos cuenta que las raras somos nosotras (jejeje) y empezando también a conocernos, con personalidades tan distintas y con tanto en común.
Si algo me atraía de ella era su nervio, su entusiasmo, ese ser inquieto que no tiene absolutamente nada que ver con mi “acomodo” vital. De hecho, su hogar se movió como la ficha azul tras la roja en el parchís, pero siempre hemos tenido esa goma elástica que nos ha hecho estar en contacto, saber de nosotras, leernos…
Esa Amelia inquieta, evidentemente, tiene una mente que le acompaña, igual de inquieta, viva, y todo eso procesando día y noche la llevó a plasmar en letras todo lo que pasa por su cabeza, por su vida o por la vida de aquellos que la rodean.
Contra viento y marea aprendió el difícil idioma de publicar una novela cuando no tienes un padrino que lo haga por tí, no has salido en Gran Hermano o no has estado involucrado en algún escándalo mediático o formas parte de una mesa televisiva de debate. No eres nadie (que equivocados estábais), ninguna editorial va a perder el tiempo leyendo lo que escribes.
Cualquiera en su lugar (o yo en mi “acomodo”) hubiéramos tirado la toalla, pero Amelia no, ella no sabe renunciar a un sueño, y comenzó auto-publicando en Amazon. Estar meses entre los más vendidos dió su fruto, y un par de editoriales, por fin, se interesaron por su obra.
Y eso nos lleva a la tarde de ayer, cuando tuve la suerte de compartir con ella la presentación de su novela La Pintora de Estrellas. Creo que yo era de los poquitos en la sala que no conocen el final de la historia, aunque mi excusa no es tal, sino una rabia verde que me tensa: mis neuronas robadas por la quimio no me han permitido, todavía, terminarla. Historia, cultura, amor, intriga y, sobre todo, personajes alabados por activa y por pasiva….escultora de personajes fue mi conclusión cuando alguien dudaba de cómo etiquetar su obra.
Escuchar a los que sí lo han leído apasionarse, preguntar mano a mano, como si fuera parte de ellos, me dió un orgullo de amiga sorprendente, pocas veces lo había sentido antes. Sentir orgullo y no envidia insana debe ser la definición de madurez en una relación.
A la vez, saber que hay veces que sí se puede, que la constancia se premia, que si eres bueno, en algún momento de la vida alguien te lo va a recompensar, me abre un rayito de sol en la tormenta.
A lo largo de los días os dejaré prueba gráfica del encuentro, para que nos veáis la sonrisa de oreja a oreja.
Ahora os dejo un fragmento muy pequeñito que leyó ayer en la presentación y me encantó:
Las mujeres siempre hemos sido un poco pintoras y nos imaginamos un cielo que queremos poner en uno de esos lienzos que tienes por ahí y, pincelada a pincelada, de entrega, de sufrimiento, de trabajo, de ilusión, de renuncia, de alegrías y de amor, sobre todo de amor, de intenso amor; pincelada a pincelada, vamos creándolo un poco cada día. Primero rellenamos el fondo, en azul. Después le añadimos la luna y su reflejo, en plata. Y, entonces, lo llenamos de estrellas, de millones de estrellas blancas, una por cada beso que damos a los que dependen de algún modo de nosotras o a quienes queremos. Y bajo ese hermoso cielo hecho de nuestras pinceladas, los demás pueden refugiarse cuando llega la noche. Y también creo que cada mujer debería poder decidir cómo pintar ese cielo.
Esta vez no os digo eso de “Os leo”….mejor leedla a ella.