Precisamente lo relativo al espectáculo se ha enfatizado exponencialmente en esta entrega final, con varios capítulos que visualmente han impactado como pocos, no solo dentro de la propia ficción, sino también de la televisión en general. En cuanto a la historia, de repente ha dado un empujón con el que se han liquidado multitud de tramas en cuestión de minutos, acelerando el desarrollo y el trasfondo de sus protagonistas para llevarlos por el camino que convenía en este desenlace, aunque sin arriesgar en exceso, y con algunas situaciones menos coherentes y justificadas de lo que cabría esperar.
De este modo, durante cinco de estos seis episodios conclusivos, hemos tenido diversión a raudales en los que ha pasado de todo y en grandes cantidades, pero sin ser lo suficientemente épicos o trabajados en contenido como para trascender por encima de otras series que sí han sabido mantener el nivel durante los mismos o más años. Por suerte el último capítulo ha puesto un poco de sentido común, y a pesar de que se les ha visto el plumero a los guionistas en algunos aspectos, ha resultado ser lo suficientemente cabal y elaborado como para acabar siendo un cierre muy digno, demostrando que menos es más.
Sea como sea, y haya gustado o no este epílogo, es una serie que se tiene que ver sí o sí, ya que es una experiencia para los sentidos, un reto argumental que requiere estudios de genealogía y está llena de muchísimos personajes carismáticos con los que es fácil sentirse identificado. Aún así, todavía queda Poniente para mucho tiempo, ya sea con los diferentes spin offs o películas que se avecinan, o el posible final alternativo que el propio autor de los libros originales dará a la historia en sus últimas dos novelas.
Quién sabe si algún día tendremos nuevas aventuras de Cersei, Tyrion, Jon, Daenerys, Sansa, Arya o Jaime, por suerte siempre podremos quejarnos de cómo nos hubiera gustado que acabara una serie que aún así veremos seguro unas cuantas veces más.
Mi puntuación: 7/10