El castillo de Osaka
Los me siguen por Instagram (y por supuesto algunos más), saben que a primeros de mayo pasé unos días en Japón , que tuvieron a bien patrocinar el viaje y dejarme acompañarles (después de que yo prácticamente me autoinvitara). Son las ventajas de tener unos padres generosos y viajeros, un marido entusiasta, unos hijos cada vez más independientes y unos suegros que se apuntan a un bombardeo con tal de echar una mano. Lástima que mi Hermanísima no se pudo apuntar. Así que lo primero, G R A C I A S a todos!
El Pabellón Dorado, en Kyoto. Hay quien sufrió el síndrome de Stendhal al verlo bajo la lluvia sin esperárselo...
No tengo palabras para describir el viaje; como ya he comentado en otros foros, de Japón me quedo con casi todo, pero si tuviera que elegir una sola cosa, sería su gente.
Son tan amables que da apuro preguntarles. Entrar en una comisaría a preguntar donde puedo cambiar Euros, y que salga un policía que no habla inglés y me acompañe a la otra punta de la estación de trenes (casi 10 minutos andando, oiga), que me haga la gestión perfectamente y además compruebe que no me he dejado el cambio... Preguntar en un supermercado a una señora cualquiera donde puedo encontrar Dashi (copos de atún para hacer sopa de miso) y que la mujer no me entienda, pero se desviva por ayudarme y no se quede tranquila hasta que aparezca una empleada del súper... yo esas cosas, llevadas a ese extremo, solo las he visto en Japón.
Me decía una amiga que en realidad eso pasa en todas partes, que si tú eres amable, la gente lo es contigo, pero lo de Japón es exagerado.
Unos niños almorzando en un parque en Hiroshima.
Parque Memorial de la Paz de Hiroshima. No se puede visitar Japón sin venir aquí.
Además de disfrutar del país, de su gente, de su gastronomía, de sus ciudades, hemos hecho grandes amigos y estoy segura de que la amistad continuará después de Japón, no sabéis qué jartá de reír con esta gente. ¡Japón no hubiera sido lo mismo sin vosotros! (y sin esas caipirinhas nocturnas).
Donde fueres haz lo que vieres, aunque sea el gesto del corazón o en Corea.
El viaje fue inolvidable, tanto que antes de ir ya tenía ganas de volver (a Japón) porque nos lo planteamos más como una toma de contacto que como un sitio que tachar de la lista. Así que en lugar de hacer una guía al uso, como en otros viajes, procedo a contar curiosidades que desconocía antes de venir y que me han sorprendido.
Santuario sintoista Fushimi Inari en Kyoto, donde llevamos a cabo el correspondiente ritual.
En Japón, en general, no se aceptan propinas. Es incluso de mala educación, porque denota superioridad en el que la entrega. Algo que siempre he pensado, por cierto. ¡Y eso que además el servicio es siempre inmejorable!
En Japón
Japoneses bajo la lluvia
Los taxistas llevan guantes y no tienes que abrir la puerta: te la abren ellos desde dentro.
Aunque la religión mayoritaria es el Budismo, Japón tiene su propia religión, el Sintoísmo, donde se adoran los espíritus de la naturaleza. Curiosamente, mucha gente practica ambas religiones a la vez.
Tablillas Ema en el santuario Aoshima-jinga en Miyazaki.
A pesar de que nunca han sido una colonia inglesa, en Japón se conduce por la izquierda. Esto es porque cuando empezaron a construir su red ferroviaria, pidieron ayuda a Francia, EE.UU e Inglaterra. Inglaterra fue quien se terminó adjudicando el proyecto, y puesto que los trenes en Inglaterra se conducen por la izquierda, en Japón también. Una cosa llevó a la otra y cuando aparecieron los coches, ídem.
Hablando de trenes, en el Shinkansen (el famoso tren bala) no hay vagón restaurante. Pasa una chica con un carrito por el pasillo o la gente se lleva su propia comida.
El monte Fuji desde el tren. Tiene un magnetismo especial...
Japón es uno de los países más seguros y con menos tasa de criminalidad del mundo. La sensación de seguridad es de lo más tranquilizante, estés donde estés a la hora que sea. Si pierdes algo, lo más probable es que lo encuentres y te puedes dejar el bolso abierto de par en par, que nadie le va a echar mano. La razón es probablemente que los japoneses son extremadamente respetuosos con el prójimo, pero quizás también tenga que ver con las leyes tan estrictas que hay en materia de violencia.
Yo estuve en Japón :-)
Y hablando de ser respetuosos con el prójimo, esa mascarilla que llevan algunos japoneses por la calle no es para protegerse de los demás, si no todo lo contrario: se la ponen si están enfermos, para evitar contagiar al resto. Desde entonces me da apuro toser en público.
Tokyo by night
Dotonbori, (Osaka), el barrio más loco.
Los baños merecerían una entrada aparte. Y es que Japón es, en todos los sentidos, un país de contrastes. Por una parte hace más de 20 años que en todas las casas tienen baños electrónicos, con todo tipo de funcionalidades: chorro de agua para limpiarte, con ajuste de temperatura y presión, chorro de aire para secar, calefacción, función camuflaje (ruido de cisterna, o de pájaros, porque nadie tiene por qué saber si estás cambiándole el agua al canario o plantando un pino), etc. Los japoneses no conciben sentarse en una taza helada. Sin embargo vas a un baño público y te puedes encontrar un wc hiper moderno, al lado de un agujero en el suelo. Limpísimo y tal, pero agujero al fin y al cabo. Y es que son tan pulcros que les parece la manera más higiénica de evitar el contacto con la taza, y por eso al parecer las mujeres japonesas tienen las rodillas estupendamente. ¡Ahí lo dejo!
Japón, país de contrastes. Pero todo tiene su explicación.
Instrucciones de uso de un wc público cualquiera
Los mismos baños, por fuera.
Y es que son extremadamente pulcros, por eso sorprende no encontrar papeleras por la calle y que sin embargo, las ciudades estén impolutas y los coches brillen como si fueran nuevos (los lavan todas las semanas). Si tienes mocos te tocará guardarte el kleenex en el bolsillo. Además de ser limpios hasta aburrir, tras los atentados con gas sarin en el metro de Tokyo hace unos años, decidieron eliminar las papeleras en todo el país. Así que, salvo que te metas en un baño público, tendrás que guardarte tu basura para tirarla en casa.
Para más inri, lo de la basura en Japón es un poco como en Alemania, pero a lo bestia. Como no andan sobrados de espacio, y menos para vertederos, la basura cuesta dinero. En un momento dado el gobierno decidió empezar a cobrar por las bolsas y, oh sorpresa, el volumen de basura se redujo drásticamente. ¡Con razón se ven pocos perros en la calle! (yo no vi ninguno, pero por lo visto la gente va con la correspondiente bolsa y una botella de agua, para limpiar lo que el bicho ensucie).
El famoso cruce de Shibuya en Tokyo.
La comida: después de años probando comida japonesa en múltiples ciudades del mundo y manejando los palillos con tanta destreza como MacGyver los chicles, una piensa que es una insider de la gastronomía nipona. Pero no, maifrends, no tenemos ni idea. Muchos ya sabíamos que hay vida más allá del sushi, la tempura y la sopa ramen, pero no es que haya vida, es que hay una galaxia. Estoy convencida de que te puedes pasar semanas en Japón probando cada día cosas distintas y no repetir. Entrar en un restaurante y no saber qué es nada en la carta, ni viéndolo en foto (y menos mal que al menos hay fotos!), ni traducido ni sin traducir, ni en el escaparate (muchos restaurantes tienen escaparates con comida de mentira que tiene una pinta buenísima), ¡qué dura la vida del turista aventurero!
Japón, el paraíso del turista gastronómico.
Takoyaki en Osaka. ¡Nunca la comida basura fue tan rica!
En Hiroshima probamos el Okonomiyaki, que está mucho más rico de lo que parece en la foto, y las ostras fritas. Y unas gyozas que estaban de muerte.
Una de las cosas que más nos sorprendió en Japón es lo barato que es comer: un plato a rebosar de sashimi de atún, otros dos platos enormes de algo que ya no recuerdo que era y el sake más caro de la carta, algo menos de 40€. Hombre, si te metes entre pecho y espalda un chuletón de Kobe la factura sube un poco, pero nada escandaloso si estás en un restaurante normal. En general, Japón no nos ha parecido nada caro, y además en las tiendas con el letrero de Tax Free (que son muchas), como extranjero te puedes ahorrar el IVA (un 8%) en compras superiores a 5.000 yenes (unos 40€). Llévate una maleta extra, o mejor, ¡cómpratela allí!
Poniéndonos las botas en Kagoshima
Desayuno japonés el primer día. Únicos occidentales del lugar.
Por supuesto, he hecho muchas más fotos. Y además estuvimos un día en Busán (Corea del Sur), donde la famosa (o no tan famosa) película. Pero eso lo dejo para otra entrada, que así tengo tema y esta se acaba de una vez. Para los que tengan curiosidad, aquí está lo mejor del viaje, con música y todo (hay que apretar sobre la imagen y esperar un poco, tarda un ratín en cargar). También podéis verlo directamente aquí.