Dos entradas en dos semanas, ¡¡que siga el ritmo!!
Como continuación a mi viaje por Japón, la visita a Busan merecía una entrada individual. Más que nada, para no eternizarnos con la entrada anterior.
Sólo fueron unas horas, pero cundieron ampliamente y no nos hubiera importado que fueran unos días.
Después de visitar un templo budista, nos fuimos directamente al mercado de pescado, que para mí fue uno de los (muchos) momentazos del viaje. No sé como sería el de Tokyo (por desgracia nos faltó tiempo), pero el de Busan es indescriptible.
Y luego cruzamos la calle y nos fuimos de compras, arrasamos (literalmente) en las tiendas de cremas (las cremas coreanas por lo visto lo tienen todo, son buenas, bonitas y con precios razonables. A nosotros nos recomendaron Innis Free, Missha y The Face Shop) y compramos chorradas para el móvil a mansalva y hasta coincidimos con una especie de festival budista que creo que conmemoraba el nacimiento de Buda.
Apro
Si alguien me puede explicar por qué llevan esas diademas tan curiosas, le estaré eternamente agradecida.
Como no podía ser de otra manera, aprovechamos para hacer una incursión en la gastronomía coreana, que sin ser la japonesa, también tiene sus delicias. Yo tenía muchas ganas de comer kimchi in situ (si no lo pruebo, reviento) y la experiencia fue inenarrable.
Banquete coreano para 7 personas. Lamento informar de que no pudimos con todo. La foto es una panorámica hecha con el teléfono.
Una vista de cerca. Los palillos, en Corea, son metálicos. Salvo el kimchi y la tortilla de kimchi, no recuerdo el nombre de ni un solo plato.
En Corea la comida llega toda a la vez en platos pequeños. A todo el mundo le sirven un cuenco con arroz y otro cuenco muy caliente en el que pueden mezclar ese mismo arroz con agua y hacerse una especie de sopa. Se come mucha comida fermentada (el kimchi es solo un ejemplo) y muchas cosas pican (ya sabéis para nosotros eso no es problema, si no todo lo contrario). Todo ello lo regamos con Soju, que es la bebida nacional y es como vodka, pero más suave.
Busán mola. Me habría encantado pasar un par de días allí y probar más cosas ricas, pero todo tiene un límite y los viajes sin hijos no se pueden alargar eternamente.
Ahora veo las fotos y me parece que hace siglos que volví, ¿me pasa solo a mí, o es llegar a casa y empezar a pensar en el próximo destino?