Es difícil experimentar el verdadero significado de la palabra infinito, pero es aún más complicado tratar de encontrar ese significado por medio de la luz... James Turrell, un artista que transforma espacios, luces y neón en vida, lo ha venido haciendo, desde la década de los sesenta, con instalaciones que cuestionan nuestra comprensión sobre la percepción y la materialidad de la luz.
"Uso la luz para explorar el significado de la percepción. Hago espacios que proyectan luz y la atrapan. Pero no hago la luz. La luz es un tesoro, una fuente de belleza y maravilla. La propiedad creativa no importa. Es como una sinfonía. ¿Cómo puedes ser el dueño de una sinfonía?" — Turrel para The Guardian, 2015. En ambientes silenciosos, la obra de Turrell se adueña nuestros cinco sentidos y los manipula para guiarlos a través de los sentimientos por medio de efectos ópticos y emocionales de luminosidad. La clave es la extensa investigación que hay detrás de cada instalación. Turrell ha estudido las sensaciones que se generan cuando somos privados de algún sentido y la manera en la que trabaja la desorientación por medio de campos de color visual: "Mi trabajo es sobre el espacio y la luz que habita en él. Se trata de cómo se puede hacer frente a ese espacio y materializarlo. Se trata de tu visión, como el pensamiento sin palabras que proviene de mirar hacia el fuego". El artista busca que los espectadores conecten con una visión reflexiva a la que llama "verte a ti mismo viendo", en la que somos conscientes de nuestros sentidos y del poder de la luz. Una de las instalaciones que más manifiestan esta conexión es "Breathing Light", la cual tiene como objetivo alterar el sentido de percepción de tal manera que el espectador crea que se encuentra en este estado de gravedad cero, sin suelo ni techo. Solamente coexistiendo consigo mismo y el ambiente.
La pieza crea este efecto gracias sus paredes blancas y la arquitectura: los bordes son redondos y aparecen cuanto más caminamos a la luz, la paleta de colores utilizada se limita a los rosáceos y azulados, y la principal característica de esta instalación es que la luz principal está separada de la habitación, lo que genera que nuestros ojos no distingan el fin de esta, creando el efecto de que se vea más estrecha. El artista juega con los espacios al hacer una entrada angular que cada vez se hace más redonda y empinada al caminar. Para "Aten Reign", otra de sus obras, Turrell convirtió el Guggenheim en Nueva York en un espacio de capas de luz y elipses concéntricas. Construyó una torre de anillos espaciados uniformemente que se encogían en tamaño a medida que alcanzaban la parte alta de las paredes y la claraboya del museo, creando un enorme embudo en el atrio central. El efecto de la luz eléctrica mezclándose con la luz natural fluyendo a través del techo le daba al espacio muestras de color que se modifican lentamente, de blanco grisáceo a rosa, magenta, naranja, lila, violeta y amarillo.
La instalación requería toda la atención de sus espectadores, escapando de la distracción, para colocarse directamente en el medio, mirando hacia arriba donde la visión era consumida en su totalidad por el enorme cono, adquiriendo una sensación de tridimensionalidad y movimiento. La obra jugaba con el tiempo, logrando la sensación de que simplemente no pasaba, pero su objetivo principal era crear un diálogo entre su instalación y la arquitectura del museo, obra de Frank Lloyd Wright.
La lista de obras es vasta, pero estos son algunas de las más memorables. El del Cráter Roden –que lleva en desarrollo desde 1979, convirtiéndose en su obra más ambiciosa– se lleva la palma. En este proyecto, Turrell busca alterar los contornos del sitio, localizado en el desierto de Arizona, para cambiar la percepción del horizonte y el cielo, buscando la sintonía de la Tierra con el movimiento estelar. Twilight Epiphany, es otro de sus trabajos más espectaculares: se trata de una obra construida en la Rice University cuyo único motivo es experimentar la belleza de la puesta de sol. Meeting, consiste en una sala común con bancos de madera, que dirigen la mirada hacia una gran ventana rectangular cortada directamente en el techo cuadrado, donde, de nuevo, la luz natural y artificial se mezclan para erradicar limites y conectar al espectador con el universo.
En el vídeo que encuentras sobre estas líneas puedes ver parte del proceso de montaje de Aten Reign, el proyecto de James Turrell para el Museo Guggenheim de Nueva York. Nacido en Pasadena (California), en 1943, el artista se formó gracias a la cartografía cuando tenía 16 años, desarrollando una gran pasión por el espacio. Más tarde, estudió percepción psicológica, además de matemáticas, geología y astronomía. Y no fue hasta 1966, cuando dio el paso hacía el mundo del arte con sus primeros trabajos sobre la proyección de la luz. Un año después mostraría el primer esbozo de su grandeza con la obra "Projection Pieces", en la que por primera vez utilizó proyectores de alta intensidad con el fin de modificar los espacios a través de la luz.
A partir de entonces comenzó a experimentar con las instalaciones lumínicias, modificando el espacio con huecos en las paredes y techos, cambiando ventanas y tratando de integrar el paisaje urbano con el interior con una única finalidad: cambiar la percepción de quienes entraran en su obra.