La maravillosa península de Tröllaskagi se asienta entre los fiordos de Skaga y Eyja. En ningún lugar de Islandia como aquí, las rocosas montañas, los profundos valles y los caudalosos ríos forman un paisaje tan variado como rico en colorido y contrastes.
Esta zona estuvo durante muchos siglos aislada completamente del resto de la isla por carretera, así que la única manera de comunicarse, comerciar y relacionarse era por mar. En la actualidad, aparte de la famosa carretera 1, que es la que circunda la isla, varios túneles unen la zona con poblaciones cercanas de más actividad.
En estos vastos espacios la actividad humana se ha limitado a la pesca y la agricultura, y les puedo asegurar que poco más hay que hacer por estos lares, aparte de conducir y parar a cada momento a hacer fotografías y respirar el más puro aire islandés o beber el agua más cristalina de los glaciares, directamente desde los muchos arroyos que dan vida a la zona.
Recomiendo pararse a un lado de la carretera justo antes de tomar una última curva que nos cierra la vista del paisaje, en lo más alto de la colina para disfrutar del espectáculo que nos brinda la Naturaleza.
Eyvindur de las montañas
Esta preciosa zona del norte de Islandia encajada entre fiordos de una belleza sin igual, parece sacada e una postal turística de la isla, llena del verde de los prados, el azul del mar y el blanco de la nieve perpetua.
Pero quizá sea conocida y recordada por ser uno de los últimos lugares que pisó Eyvindur Jonsson, un afamado héroe-villano que vivió hace casi 300 años por estas latitudes y que fue poéticamente ensalzado por Jóhann Sigurjónsson, que curiosamente era islandés pero tuvo que escribir su obra en danés.
Al parecer este fuera de la ley, Jonsson, pasó 17 años de su vida huyendo por toda Islandia, escondido en parajes casi inaccesibles para no ser capturado, lo que lo convirtió en leyenda. Su único delito fue robar ovejas para alimentar a su familia.
Finalmente fue perdonado y hoy tiene incluso un monumento que lo recuerda, aunque por mucho que he investigado no se exactamente el porqué ni la razón de que la escultura tenga forma de barco.
De cualquier manera vale la pena pararse para disfrutar de un paisaje diametralmente opuesto a la aridez que dejamos atrás y prepararnos para entrar en una de las ciudades más atractivas de Islandia, Akureyri.
La segunda ciudad de Islandia
Durante todo el viaje por esta Isla de Hielo, nos vamos dando cuenta de que los conceptos islandeses y europeos o quizá mundiales de lo que es una ciudad chocan como todo, en la isla, de manera brutal.
Oyes hablar de Akureyri como la segunda ciudad de Islandia y rápidamente imaginas una urbe con edificios modernos, agitada vida callejera, un gran puerto y todo lo que conlleva una gran ciudad. Pero nada más lejos de la realidad.
Con apenas 17.000 habitantes ( la población de una ciudad mediana en España), en otro país apenas sería un pueblo aunque eso si, las apenas diez calles que tiene están preparadísimas para el turismo que llega de paso y últimamente algún que otro barco de cruceros que hace escala durante unas horas.
Cafés, restaurantes modernos, multitud de jardines bien cuidados, grandes tiendas de recuerdos, textiles típicos de la zona y como suma, una gran oferta de festivales veraniegos y uno de los mejores escenarios para la práctica del esquí en invierno, la convierten en la mejor base para explorar esta zona capitaneada por el fiordo de Eyja.
Surgió como colonia en el norte allá por el siglo XV, empezando a desarrollarse gracias a las granjas y a la pesca hasta que alcanzó su estatus actual como ciudad de comercio, turismo y un potente astillero cuyas ganancias han redundado en la creación de una Universidad.
La oferta cultural se completa con varios museos costumbristas, de aviación, galerías de arte y el jardín botánico más septentrional del mundo.
Para ser tan pequeña no está nada mal...
El rascacielos del norte
Quizá lo que más llama nuestra atención desde que empezamos la aproximación a Akureyri sea la espectacular iglesia que se levanta en lo alto de una colina, obra del genial Samúelsson, autor del espectacular templo Hallgrímskirkja de Reikiavik.
Gigantesca desde abajo, como un rascacielos neoyorkino de los años 20, tiene un porte y una elegancia difícilmente superada por otras iglesias contemporáneas. Desgraciadamente estaba cerrada en el momento de nuestra visita, así que nos quedamos sin ver el fastuoso órgano de 3.200 tubos, un barco que cuelga del techo y que forma parte de la tradición de las ofrendas que se hacían para proteger a los seres queridos que surcaban los mares y la vidriera que en su momento decoró la catedral de Coventry en Inglaterra y ahora forma parte de la bella estructura de la iglesia.
En fin, será para la próxima visita....
La cascada de los dioses
Unas de las más hermosas y espectaculares cascadas de Islandia, es sin duda Godafoss, que rompe con la fuerza de sus aguas el extenso campo de lava de Bardarladur. Quizá no sea la más grande de la isla, pero si una de las más impresionantes y hermosas. Se dice que su nombre proviene del momento histórico en que Thorgeir, el máximo legislador, decidió que la isla debía dejar atrás su legado pagano y a sus antiguos dioses para adoptar la religión cristiana. Para dar ejemplo, corrió a su casa y tomó todas las esculturas y estatuas de Thor, Odín y demás familia nórdica. Corrió hacia la cascada y los arrojó a las frías e impetuosas aguas, donde desaparecieron para siempre.
De ahí su apelativo, pero leyendas aparte, este salto de agua de más de 12 metros, no sería nada sin la aportación del agua del río Skjalfandafljót, el cuarto más caudaloso de Islandia.
Es conveniente dejar el coche en los aparcamientos superiores para cruzar el puente y siguiendo la vereda que transcurre paralela al río, ver la cascada desde su parte derecha, ya que las vistas son más amplias e impresionantes.