Yo y mis títulos...si bien intento ser lo más gráfica posible cuando le doy título a un post, éste no podría llamarse de otra forma. Es una síntesis de nuestro "jueves creativo", compartido con el menor de la familia y "exageradamente simple" como corresponde a una desmesurada que se precie de serlo. Antes de que tu imaginación se dispare pensando en púas y moñas (y visualices un guitarrista solo vestido con una pajarita o algo así...) quiero contarte que el propósito de este DIY frugal es mostrarte que no tenés excusa para dejar tus paredes peladas. Ni para descartar sin algo de pudor ecológico esos cuadros que te aburrieron o sencillamente nunca te gustaron. O como en mi caso: llegaron a tus manos de un familiar aburrido de ellos y de la estética country que en algún momento supo abrazar -los noventa...qué recuerdos.
Reciclemos los pensamientos.
No te preocupes, no estoy confundida de blog. No es un post para Intensional. Aunque todavía tengo algo más de 325 días reciclar pensamientos y ensayar reflexiones intensionales, estos pensamientos pertenecen a la familia de las violáceas y también se llaman "trinitarias" o "viola tricolor".
Una lámina floral de pensamientos que decora un cuadrito de 20x30cm con un marco vistoso por sus molduras pero bastante maltratado por el tiempo, las mudanzas y los años de negligencia y olvido en el fondo de una caja.
Si me preguntan en qué momento este ícono de los noventa comenzó a dar vueltas por la casa y terminó en el patio como rampa de autitos, no tengo ni idea. Pero lo cierto es que cuando encontré estas láminas para imprimir y vi ese erizo acuarelado y adorable, ya sabía que los días "hot weels" del cuadrito habían terminado. Primero lo pinté de blanco, como se ve en las fotografías, porque pensaba colgarlo en el dormitorio de Camilo. Pero no...no fue ese su destino. Y ayer, en diez minutos, le di una mano de acrílico negro.
Mientras se secaba el acrílico, imprimí la lámina. Lamentablemente, no encuentro el link del blog del cual la tomé. Si fuera una profesional, debería asegurarme de escribirlo en la descripción del archivo, sin embargo, no lo hice. Porque soy una de las hedonistas pero fundamentalmente porque tiendo a las distracciones administrativas. No es mala voluntad, es carencia de método. Agradezco quien reconozca su trabajo y me lo haga saber porque lo mínimo que puedo hacer es agradecerte por compartir generosamente a mi erizo. Por otra parte, no quisiera dejar aquí la imagen imprimible gratuita sin la propiedad que corresponde. Apenas tenga el dato, modifico el post y vos también podés disfrutar de tu erizo adorable y tener cuadrito nuevo en media hora.
Cuadrito nuevo y reciclado -para mayor satisfacción de quien suscribe- que eventualmente, y después de ocultar dignamente su pasado, terminó en mi dormitorio.
Un reciclado con moña y todo.
Por la tarde, Camilo estaba en uno de "esos" momentos que me recuerdan que tengo un hijo intenso, con el "me aburro" como estribillo y en actitud de gato enjaulado. De pronto se apareció en el living con los deberes que tiene pendientes para las vacaciones de invierno. A pesar de la propuesta pedagógica sexista y la fotocopia blanco y negro cortada con el esmero de un carnicero (soy docente, entiendo, pero...) tiene algunas actividades que podemos compartir en los próximos días. Aunque todavía estoy en proceso de digestión enzimática de "pedile a mamá el plumero y limpien juntos" o "hagan un delantal de papel y cocinen junto a mamá" , la idea pintar pasta seca y hacer un collar con ella era viable para un jueves a la noche con algunas moñas y algo de pintura.
Claro, las moñitas no son la pasta más amigable, ni para ser pintadas ni para armar un collar. Así que una vez que estuvieron secas, decidimos hacer con ellas un cuadro para regalarle a Paulina, la prima más hermosa del mundo mundial. Tanto la idea como el armado son muy sencillos:
1- Pegar las moñitas en un cartón forrado de blanco.
2- Elegir un cartón más grande y forrarlo de un color contrastante.
3- Superponer ambos cartones y obtener un cuadrito DIY para hacer con niños.
Para las amigas de La Desmesurada es conocida la tendencia "power color" existencial de mi Camilo. Así que cuando le pregunté qué color quería usar para la base del cuadro, eligió un papel azul a rayas. Y sí: esta vez le pregunté primero. Obviamente mi opción era un fucsia con lunares blancos o en su defecto, la misma cartulina que usé para reciclar el cuaderno de los grandes proyectos...Pero su eminencia sentenció que si lo hacíamos de esa forma era "demasiado rosado. No resalta". Tomá, para voz, nórdica insulsa. Como me estoy habituando a confiar en su criterio respecto a la colorimetría -yo tengo problemas irresolutos al respecto- la base de nuestro cuadro reciclado es azul con rayas. Y tiene una cinta al tono para que la prima pueda colgarlo en su rincón de juegos.
Le concedo a mi hijo una virtud que no tengo para apreciar el poder del color. Aunque las fotos no son ideales porque fueron tomadas con luz artificial, al azul marino es un color que hace resaltar el rosa de las moñas por él pintadas. Si me preguntan, yo sigo prefiriendo el fondo fucsia con lunares pero en fin...en ocasiones hay que ceder y reconocer que mi criterio ni es le único ni es necesariamente el mejor.
Dos cuadros DIY
El jueves termina con un saldo positivo de dos cuadros reciclados y hechos a mano. Por la noche, mientras buscaba un gorro de lana para afrontar la helada en Playa Grande, encontré el otro cuadro country que recibí de Eloísa. Así que próximamente mi erizo tendrá pareja. No me detengo hasta encontrar un ciervo acuarelado para que acompañe esas púas tiernas. Ahora, si lo tuyo es el arte no representativo, tampoco pienses que tenés la excusa para dejar tus paredes huérfanas de un proyecto artístico DIY, visitá el cuadro reciclado que compartí hace dos viernes en un finde frugal y comprobá que no necesitás dotes de ilustradora para decorar tu casa. Con ser desmesurada te basta.