Fue mientras me afeitaba. La imagen que me devolvía el espejo estaba sonriendo, mientras que yo, acababa de levantarme y no estaba para sonrisas. Pero cuando me habló, fue cuando todo mi mundo racional se vino abajo.
Se limitó a saludarme: “ Hola, Angel. Buenos días “con una voz que, aunque era la mía, me sonaba extrañísima.
Salí del cuarto de baño prometiéndome que no volvería a beber en mi *** vida. Aquel día, me fui a trabajar sin afeitar.
Un amigo mío, psiquiatra, le quitó importancia al asunto y me dijo que ese tipo de “alucinaciones”son más frecuentes de lo que yo creía, que procurase dormir y llevar una vida mas ordenada. Por el brillo de malicia en sus ojos, me di cuenta de que se estaba des***ando de risa.
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Pasaron los días y no volvió a ocurrirme nada raro. El cuarto de baño volvió a ser el santuario de intimidad que había sido siempre y, en consecuencia, me olvidé del asunto.
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Había pasado casi un mes cuando volvió a manifestarse.
Esta vez no me sorprendió tanto. Creo que, en el fondo, ya lo esperaba.
Escuché su voz antes de verle. Estaba de espaldas al espejo, cogiendo el desodorante de uno de los estantes de cristal.
¿Qué pasa? – me dijo - ¿No piensas hacerme caso?.
En esta ocasión le contesté ……….¿Quién eres…..estoy loco?
Sonó una carcajada que reconocí como mía, pero distorsionada, como cuando escuchas tu voz en una grabación.
Noooo, capullo, no estás loco. Yo soy tú. Bueno….una parte de ti. Una parte bien grande. Por desgracia no puedo salir de los espejos. Solo puedo manifestarme cuando hay uno cerca. Y no me tengas más miedo que el necesario. No voy a hacerte nada malo. Solo quiero que hablemos de vez en cuando. Lo único que puede preocuparte es que lo se todo sobre ti. Sé más cosas de ti que tú mismo, porque yo vivo en tu subconsciente, al que tu apenes tienes acceso. Por lo demás, no debes temer nada.
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Intenté tomarlo con filosofía. Hable con aquella cosa un par de cosas intranscendentes y, poco a poco me acostumbré a su presencia.
A partir de aquel día hemos hablado mucho, hemos discutido y, hasta han tenido que cambiarme el espejo dos veces. Me ha hecho enfadar tanto que he reventado el espejo a golpes.
Ya contaré algunas de nuestras conversaciones.
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Se me olvidaba, se llama Parry.
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