Hacía tiempo que quería ir a Irlanda y la experiencia fue un poco extraña. Muy bonito todo, pero ni el tiempo acompañó, ni pudimos hacer muchas cosas. No miramos nada y fuimos investigando sobre la marcha, lo cual no ayudó. Vimos poco y se nos hizo corto pero, al final, lo pasamos bien. Era noviembre de 2018.
Una de las primeras cosas que nos llamó la atención fue que al recoger el coche en el aeropuerto, un chico muy simpático nos preguntó en el mostrador cuál iba a ser nuestro recorrido. No teníamos claras muchas cosas, pero sí sabíamos que queríamos ir hacia el norte para visitar la Calzada del Gigante. Desde Dublín todo lo que queríamos ver quedaba a unos 300 km en todas las direcciones, por lo que tuvimos que centrarnos en una zona.
Pues, resultó que, al ser el norte de la isla de Inglaterra y no de Irlanda, tuvimos que pagar un suplemento de unos 35€ porque íbamos a llevarnos el coche a otro país ¿¿¿??? Primera sorpresa. Así que si llegáis a Dublín o a Belfast, no digáis que vais a visitar la otra parte de la isla para que no os cobren suplemento, ya que luego no hay aduanas en ningún sitio y nadie se entera (claro, salvo que tengas un accidente en la otra zona y entonces no sé que pasaría con el seguro...).
Otra sorpresa fue que conforme nos movíamos por la autovía, los precios de la gasolina iban variando bastante y no entendíamos por qué. De nuevo, la razón era que nos movíamos continuamente entre dos países. Uno más caro que otro y, además, uno en euros y otro en libras. Vamos, un jaleo... Si pagas con tarjeta no tienes problema en ningún momento, pero también es bueno llevar suelto en las dos monedas para cafés y cosas así.
Llegamos un día por la noche muy tarde a Dublín en un vuelo directo desde Madrid y al día siguiente salimos temprano hacia el norte para visitar la Calzada de los Gigantes. Nos llevamos otra sorpresa porque no solo anochecía muy pronto, que eso ya lo sabíamos, si no que también cerraban muy pronto y llovía a cántaros, de lado, y todo lo que os podáis imaginar. La predicción del tiempo no fue muy exacta. Esperábamos lluvia, pero no tanto ni en todas las direcciones tampoco. Aun así, quería hacer la ruta para aprovechar el tiempo al máximo, a lo que Felipe me dijo que estaba loca y con muy buen criterio, la verdad.
Así que decidimos buscar refugio en un sitio cercano y volver al día siguiente. Y fue todo un acierto. Cerca de la Calzada hay un sitio que se llama Smugglers Inn. Muy bonito. Además, comimos muy, pero que muy bien. Pasamos un par de horas muy entretenidas. La pena fue no alojarnos ahí para poder visitar la Calzada al día siguiente a primera hora, pero teníamos reserva en un B&B de Londonderry y tuvimos que irnos. Ya he comentado que no nos organizamos muy bien .Y se notó bastante...
Smugglers Inn
Cuando ya era noche cerrada y lloviendo a mares, cogimos de nuevo el coche para ir hasta Londonderry. ¡Ay, madre! ¡Cómo se echan de menos las carreteras españolas cuando estás fuera! Carreteras poco o nada señalizadas, nada de iluminación, asfaltos que te echan el agua a los cristales con una mala leche..., y conducción por la izquierda. Felipe llevaba un estrés encima el pobre que pensé que le iba a dar algo.
Como dicen los ingleses long story short, llegamos, visitamos, disfrutamos y una cosa más en nuestro haber. Tick box. La ciudad es muy bonita. Pequeña, pero bonita. La visita del centro amurallado fue nocturna, por lo que tuvo mucho encanto, y entramos en un pub con música en directo que fue todo un acierto. El cantante tenía una voz espectacular. Todo canciones folk muy bonitas. Además, nos invitaron a formar parte de un estudio de mercado de cervezas nuevas y digamos que lo pasamos muy bien...
Visita nocturna a Londonderry
Al día siguiente, madrugar y otra 1h30 de vuelta a la Calzada de los Gigantes (Giants Causeway). En esta visita hay que tener en cuenta varias cosas. En el parking que está justo arriba, solo puedes aparcar si compras la entrada completa con visita incluida, pero cuesta 11,50 libras/persona. No merece la pena. No es necesario que te cuenten nada. Es bonito verlo y ya. En ese caso, la mejor opción es aparcar en la estación de tren que hay más abajo. Viene indicada como Heritage Railway. Allí se paga 6 libras por aparcar el coche. Desde el parking hay una valla por la que pasas y puedes subir hasta la entrada de la calzada. Creo recordar que pagamos X libras los dos por entrar. Después hay un autobús que te acerca, pero no merece la pena. Está muy cerca y el paseo es bonito.
Esto es lo que ocurre cuando intentas hacer una foto con temporizador
Calzada de los Gigantes
Otra vista de tan original fenómeno
Una vez finalizada la visita quisimos visitar el Castillo Dunluce, pero teníamos que deshacer parte del camino y no nos pillaba en dirección a Dublín. De nuevo quedó patente nuestra falta de organización. La idea era haberlo hecho al revés el día anterior, pero el mal tiempo nos lo impidió.
En su lugar, fuimos hasta el puente Carrick-a-rede rope bridge que nos pillaba mejor y por ver algo más. La zona es bonita, pero cobran ocho libras por cruzar el puente y ni os cuento la cola que tuvimos que hacer.
Carrick-a-rede-rope bridge
De vuelta en Dublín visitamos la capital. La vida nocturna de esta ciudad es muy alegre y animada. Una cena, un par de cervezas, visita obligada al Temple Bar y listo. Al día siguiente dimos otra vuelta por la ciudad de día y vuelta a Madrid.
Vida nocturna en Dublín
Sí o sí hay que volver a Irlanda a hacer un viaje en condiciones. :-)
Hasta la próxima aventura!