En la entrada de hoy os reseño este libro que tanto me ha aportado.
El monje que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma
Fuente: Amazon.
El monje que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma, es una narración muy breve, de unas 150 páginas, pero cargada de muchísima sabiduría. A través de una fábula se ofrece al lector multitud de pequeños consejos para llevar una existencia más plena, feliz y saludable.
En la historia, Julián es un abogado que sufre un ataque al corazón debido al ritmo y tipo de vida que lleva. Decide irse al Himalaya y allí conoce a unos monjes que le transmiten su conocimiento. A la vuelta, contacta con un antiguo amigo y colega y le cuenta lo que ha aprendido para que él también pueda cambiar.
Como os digo son multitud de consejos que tratan diversos aspectos. Soy incapaz de recordarlos todos, creo que para ello tendré que leer el libro varias veces, de hecho, lo haré. Pero como dice el protagonista, lo importante es ir implementándolos con ciertas dosis de autodisciplina pero de manera flexible, aquellas que mejor nos convengan. Si bien es cierto, que lo ideal es aplicarlas todas.
Las que más me han llamado la atención y que ya estoy utilizando son:
Cuidar los pensamientos. La mente es como un carrusel de diapositivas. En el momento en que se detecta que se ha colado una idea negativa debemos sustituirla por otra positiva (por ejemplo un recuerdo que nos haga sonreír).
(Mollito, mi agaporni)
Buscar y encontrar nuestra pasión (escritura, pintura, danza…), vivirla y explotarla.
Marcarse objetivos, metas, sueños, eso que nos mueve hacia adelante y esforzarse en cumplirlos.
Cuidarnos.
Los momentos más importantes del día son los 10 primeros minutos y los 10 últimos. Es esencial vivirlos sin estrés.
La semana tiene 168 horas de las cuales deberíamos dedicar al menos 5 a practicar algún tipo de deporte, por ejemplo, el yoga.
Consumir más vegetales y menos carne, concretamente la roja, porque implica una digestión más lenta y un mayor gasto de energía.
Huir de los “ladrones de tiempo”. Por ejemplo, aprender a poner límites: no quedarse más tiempo del necesario en el trabajo, no estar siempre disponible (llamadas, correo, mensajes de texto…). Reservar e invertir tiempo en hacer lo que nos gusta, en pasar tiempo con los seres queridos.
Al hilo de lo anterior, cuidar de nuestras relaciones: familia y amigos.
Disfrutar del camino… Para ello pone un ejemplo.
Había una vez un niño que no quería estar en el colegio, quería que fuera por la tarde para estar jugando con el balón. Un día consigue escaparse y en el bosque encuentra una bruja que le ofrece una bola con un cordón: cada vez que tire del cordón dará un salto en el tiempo hacia el futuro. El niño de vuelta en el colegio, aburrido, le da un tirón y, de repente, está jugando. Le da otro y es adolescente, con un amiga, pero no tiene independiencia económica. Le da otro y se ha casado con la chica, tiene un trabajo estable… pero no tiene tiempo. Así que le da otro tirón y ya se ha jubilado… Pero sus padres habían muerto hace tiempo, sus hijos se habían independizado, su mujer había enfermado… En un momento había llegado al ocaso de su vida. Desesperado vuelve al bosque y por suerte encuentra la bruja que, benévola, le devuelve al momento en el que le entregó el artefacto.
En la vida real no hay segundas oportunidades como esa y hay mucha gente que vive así, de hecho yo a veces he sido así: pensando que hasta que no llegues a una determinada situación o consigas tal cosa no vas a ser feliz… cuando la felicidad es el camino. Sea éste como sea.
Tener autodisciplina por cumplir todos y cada uno de los consejos planteados.
Dicen que cuando el alumno está preparado, el profesor aparece. Creo que es lo que me pasó a mí: El monje que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma, llegó a mi vida en el momento correcto.
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¿Y vosotros, tomáis el desayuno de manera relajada?, ¿cuál es vuestro hobby que os apasiona?
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