El Arte.

¿Sabes cuando tienes muchas ganas de contar algo pero no sabes qué contar? A mí, desde que tengo el blog, me pasa a menudo. Y más ahora. Toda mi imaginación se va directa a las entrañas del libro. ¿Os digo algo? Este proyecto que comenzó como un simple recopilatorio, lleva 57 relatos nuevos junto con otros 30 ya conocidos por todos, más la nota de autora, el prólogo y el epílogo, y los agradecimientos. En lo que queda de semana, los nuevos relatos tal vez se amplíen en uno o dos más, como mucho. A partir de la semana que viene empiezo una nueva aventura, otro trabajo para compaginar con el mío de hace años, con lo que trabajaré algo así como 46 horas semanales fijas, más las extras que le dedico al blog.
Iré un poco de cabeza y esto se quedará un poco más out. Muy a mi pesar. A no ser que algo me inquiete, me enfade, me encante o me provoque, retándome a escribir, estoy seca de ideas y más seca todavía de tiempo. Sabéis que hace un par de años decidí que trataría siempre de currarme las entradas, y no quiero empezar a publicar tonterías sólo por llenar. Así que…STOP. Hace unas semanas decidí que no podía crear contenido nuevo estando estresada y presionada por el miedo a no estar a la altura de mis propias expectativas. Y creo que acerté mirando desde la lejanía mis letras, mi tiempo, mi propia vida.
Siempre es mejor tomar cierta distancia. Aunque luego te toque coger unos prismáticos para ver bien, porque te has pasado con la lejanía y tu miopía no alcanza tanto. Siempre es mejor andar unos pasos atrás para coger más impulso cuando el camino que se abre ante tus ojos es largo y tan apasionante.
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Quería deciros que todo este estrés positivo está valiendo la pena. Que esta etapa está suponiendo el verdadero comienzo de mi vida, de la vida que quiero vivir. Y da vértigo dar un mal paso o hacer un movimiento equivocado. Y también da vértigo, porqué no decirlo, cumplir un sueño que supone tanto para mí. Puede que nunca nada me haya hecho tan feliz como escribir, hablaros aunque no os conozca, hablarme a mí misma, matar fantasmas todos juntos, aprender a ser más nosotros mismos.
Siento que he crecido un poco más gracias a vosotros, así que me hace ilusión poder contaros algo más del libro y copiaros un fragmento que resume la esencia de lo que quiero transmitir.
Por partes. Tantas vueltas dio mi cabeza, que el título cambió. Tantas vueltas dio todo que la estructura cambió. Y ahora sé que las vueltas, a veces, son necesarias. El libro tiene cuatro partes claramente diferenciadas.
I. Corazón de fondant.
II. Arte moderno.
III. Rosa y gris.
IV. Renacimiento.
Marta es su protagonista. Julia su mejor amiga. Margarita, la excéntrica vecina octogenaria. Herminia, un punto de partida. Amigas, conversaciones, valores, familia. Amor. ¿Qué pasa con el amor? ¿Qué pasa cuando algo te condiciona, cuando algo te diferencia de los demás salvo de alguien, cuando algo te limita los sentimientos? ¿Qué leches es un corazón de fondant?
Y qué le sucede a una soñadora cuando todo a su alrededor es arte moderno. 2.0. Relaciones que no son relaciones. Miedo a compromisos. Amigos que son novios, pero no. Novios que parecen amigos, pero no. Frialdad fingida. Terror enmascarado. ¿Qué piensa alguien que siempre creyó en el vals cuando todos los demás sólo quieren bailar reaggetón?
Y qué pasa cuando alguien rosa choca con alguien gris. Qué sucede. Qué pinta aquí el arte. Qué tiene de arte el desamor. ¿Qué tiene de arte cuando nada es bonito, si se supone que el arte lo es? Dime qué pasa cuando te enamoras sin medida y te chocas contra un muro. Dime qué tiene de bonito. Y qué queda cuando no quedan más que recuerdos. Qué sucede entonces.
Obras de arte (así se titula mi libro), recorre todas las fases del amor. Desde cuando todo es pura emoción hasta cuando es dolor. Desde que amas hasta que olvidas. Habla de cuando entiendes que lo único válido para superar un ciclo consiste en perdonar. Y en amarte a ti misma/o por encima de todas las cosas. Y en recuperar tu magia.
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“El arte, lo que yo entiendo como arte, es despejar la tormenta inundando el cielo de colores. Arte es limar asperezas, maquillar las ojeras, cantar hasta enmudecer a todo un público, leer en voz alta hasta que un nudo te cierra las palabras impidiéndote continuar. Arte es hacer reír a un niño, saltar encima de la cama, dejar que el viento te despeine, patinar bajo la lluvia o bailar sin botas de agua en un charco. Arte es cualquier cosa que signifique algo para ti, que te llegue adentro, que saque tu versión original y te obligue a enfrentarte a ella hasta dejarte sin aliento. Arte es esa lágrima que no llega a caer porque no le permites que caiga, pero que luego, cuando nadie te ve, salta de pecho hasta el parquet.
Mucha gente espera encontrar arte en los museos, en las galerías o en los monumentos. También en los conciertos o entre las páginas de un buen libro. Jardines, calles, joyas, vestidos largos que rozan el límite de la comodidad. Edificios, puentes, candados, zapatos. Ver el arte sólo en lo material es como ignorar la letra de una canción. Y la melodía está bien. Las fachadas están bien. Los cuadros, sólo vistos como cuadros, están bien. Pero lo que cuenta, lo que engancha, lo que enamora, es el contenido, la historia que cuenta, el bello que eriza.
Y es que lo que vale del arcoiris no son sus colores, sino su significado. Un arcoiris no desfilará en las pasarelas de París luciendo su brillante gama cromática. Un arcoiris no quedará en un museo expuesto a turistas y curiosos sólo porque es bonito, hermoso, llamativo. Un arcoiris vale porque marca el punto y aparte de una tempestad. Un arcoiris es como el informativo que te hace saber que la lluvia ha terminado, que lo peor ha pasado, que el sol ya ha regresado. Ese es su valor. Vale porque tiene parte de gótico y de barroco, porque contiene pasado y futuro, porque está hecho de lágrimas y sonrientes latidos. Un arcoiris es, sencillamente, renacimiento.”
Hasta pronto, amigos.
M.

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