Christopher Nolan ha demostrado ser capaz de contar historias originales sin necesidad de grandes efectos especiales como con Memento y El truco final, o incluso haciendo un excelente uso de ellos para brindarnos un enrevesado guión como en Origen o Interestellar. Pero en "Dunkerque" no necesitaremos tomar apuntes para seguir la trama, aunque debemos estar muy atentos de todos modos para seguir un montaje con tres tiempos narrativos diferentes que nos ofrece un adentramiento muy personal al género bélico, en el que parecía todo visto, y que el realizador inglés ha reinventado tal y como hizo con los superhéroes en su trilogía de Batman.
La gente le puede pedir mayor desarrollo de personajes, más sangre o un argumento complejo, pero cuando hoy en día parece que no se pueden hacer grandes largometrajes de menos de dos horas, el realizador inglés da un puñetazo en la mesa con un espectáculo directo y visualmente demoledor que a base de efectos tradicionales nos mantiene en tensión continua hasta su desenlace, y donde la magnífica banda sonora de Hans Zimmer es una pieza fundamental de los hechos convirtiéndose en un personaje más de la película.
Quizás muchos preferirían que Nolan se atorara en el pasado y nos trajera por enésima vez un guión críptico lleno de enigmas y giros con un final sorprendente. Pero un gran director debe innovar y evolucionar, y la perfección no solo se consigue en lo que se cuenta, también en el modo de hacerlo. Pero no nos confundamos, los actores importan en esta película, y aunque no se arranquen los ropajes o lloren de un modo desgarrador ante la cámara, la lucha interna y los dramas personales que sufren durante este devastador conflicto están más que presentes, solo hay que poner atención a los pequeños detalles, fijarse en lo que dicen y ante todo en lo que hacen, ya que, hazañas como las que nos narra está película, no mejorarían ni nos importarían más por introducir media hora por delante y por detrás de presentación y cierre alargado de personajes.
Ya era hora de ver buen cine donde el espéctaculo no está reñido con la calidad, ni el entretenimiento con la épica. Donde no todo es evidente, ni nos quieren hacer llorar descaradamente o deba haber giros sorpresivos a cualquier precio. A veces el buen cine te dispara directo al corazón y no hace falta que la sangre te salpique ni ver al enemigo que empuña el arma para que tus entrañas se remuevan como pocas veces lo han hecho.
Mi puntuación: 9/10